Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Francia Márquez y la ruptura de los techos de cristal
La llegada de Márquez es un buen mensaje para el mundo y un golpe rotundo al cáncer que es el racismo.
La llegada de Márquez es un buen mensaje para el mundo y un golpe rotundo al cáncer que es el racismo.
De acuerdo con el artículo 189 de la Constitución Política de Colombia, el presidente de la República es jefe de Estado, jefe de Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa. De igual manera, en el artículo 190 se establece que la persona que ocupe dicho cargo es elegida para un período de cuatro años.
En lo referente a la vicepresidencia de la República, el artículo 202 constitucional señala que quien ocupe el cargo será elegido el mismo día y en la misma fórmula con la persona que se postuló para la Presidencia de la República. Entre algunas de las funciones a desempeñar por parte de la persona que ocupe la vicepresidencia se encuentra la de reemplazar a la presidenta o al presidente en sus faltas temporales o absolutas, además de que la persona al frente de la presidencia podrá confiar al titular de la vicepresidencia encargos especiales y designarla en cualquier cargo de la rama ejecutiva.
Lo anterior convierte a la persona que haya sido electa para ese cargo en la segunda más importante en la vida política institucional de aquel país.
Desde el 7 de agosto de 2018, el cargo de vicepresidenta es ocupado por Marta Lucía Ramírez, abogada de profesión que luego de contar con una carrera muy prolífica en la vida pública de Colombia se convirtió en la primera mujer en desempeñar tan importante encargo. Es claro que esto último supuso un avance en un sistema político históricamente dominado por hombres blancos de derecha.
Igualmente, en los últimos días se presentó otro parteaguas en Colombia: la fórmula de Gustavo Petro y de Francia Márquez se convirtió en la triunfadora de la Presidencia y de la Vicepresidencia de Colombia respectivamente, ello en una campaña política marcada por una polarización profunda y de la cual resultó electo el primer gobierno de izquierda en aquel país.
Particularmente resultó una bocanada de aire fresco que una mujer como Francia Márquez accediera al cargo de vicepresidenta de Colombia. Esto debido a que se trata de la primera persona afrodescendiente en ser electa para dicho cargo.
La historia de Francia Márquez ha estado marcada por la discriminación, en principio por ser mujer, luego por ser afrodescendiente (ante el racismo estructural existente) y también por ser parte de la población pobre de Colombia. Sin embargo, otros de los sellos distintivos de esta abogada de 40 años ha sido la resiliencia forjada con base en una lucha contra esa desigualdad estructural derivada de sus características originarias y un destacado activismo de protección al medio ambiente que le ha hecho merecedora del reconocimiento internacional.
Con un discurso progresista y promotor de la reconciliación en una nación que ha sido víctima de una profunda división desde hace muchos años, el arribo de Francia Márquez el próximo 7 de agosto al segundo cargo público más importante de Colombia ha despertado la esperanza de un mejor porvenir y de un debilitamiento contundente del racismo existente en diversas latitudes del planeta.
La llegada de Márquez es un buen mensaje para el mundo y un golpe rotundo al cáncer que es el racismo, pues como ella misma dice: “el racismo duele, lastima, hiere y mata”, por lo que es absolutamente inadmisible en una sociedad cada vez más numerosa y diversa.