Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur
La paradoja de América Latina
La mítica visión de Simón Bolívar no se ha concretado en América Latina. Su integración sigue siendo el sueño de muchos, pero los actos de las decenas de gobernantes han trabajado en sentido contrario.
La mítica visión de Simón Bolívar no se ha concretado en América Latina. Su integración sigue siendo el sueño de muchos, pero los actos de las decenas de gobernantes han trabajado en sentido contrario.
América Latina es una región de contrastes extremos. Conocida por su vastísima riqueza en recursos naturales, biodiversidad y culturas, es, paradójicamente, la región más desigual del mundo. Esta contradicción histórica y estructural ha sido una constante en el desarrollo de sus países, y sigue siendo un desafío apremiante en la actualidad.
Desde el Río Bravo hasta la Patagonia, coincidimos en procesos de coloniales, después las élites locales y extranjeras han explotado las riquezas de la región, relegando a la mayoría de la población a condiciones de pobreza. A lo largo de los siglos, esta concentración de riqueza y poder ha generado sociedades profundamente desiguales, donde una minoría goza de los beneficios del crecimiento económico, mientras la mayoría lucha por acceder a derechos básicos como educación, salud y empleo digno.
En este sentido, a principios de este siglo surgió la izquierdización de Sudamérica, con el llamado Socialismo del siglo XXI comandado por gobiernos como el de Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Rafael Correa, Evo Morales y Néstor Kirchner. Estos gobiernos trajeron consigo los mismos resultados: una mayor brecha entre ricos y pobres, problemas sociales, violencia, corrupción e inestabilidad política. Hoy –exceptuando a Lula en Brasil– los gobernantes han cambiado, incluso se ha virado hacia la derecha, pero la situación no cambia.
La inestabilidad política es una constante en América Latina. Los gobiernos, ya sean de derecha o de izquierda, han mostrado una incapacidad crónica para construir instituciones fuertes y sostenibles. Las crisis políticas recurrentes, los golpes de Estado, las protestas masivas y los cambios abruptos de políticas económicas son el pan de cada día para casi todos los países latinoamericanos. Históricamente, las olas de reformas estructurales han fracasado en transformar las economías de la región de manera significativa. Las promesas de industrialización, modernización y bienestar se han visto truncadas por la corrupción –que parece endógena– y la falta de pericia administrativa.
Así, la mítica visión de Simón Bolívar no se ha concretado en la región. Su integración sigue siendo el sueño de muchos, pero los actos de las decenas de gobernantes han trabajado en sentido contrario. Nuestra región pudo haber sido un estado supranacional como lo es la Unión Europea, pero la falta de voluntad y el mito de “quebrantar” la soberanía nacional es una tara que no nos deja avanzar como región.