Es 1932 y los hermanos gemelos Smoke y Stack (Michael B. Jordan) veteranos e la Primera Guerra Mundial regresan a su lugar de origen Clarksdale, Misisipi, un lugar con campos de algodón y miembros del Ku Klux Klan, tras años trabajando para la mafia de chicago, con el dinero suficiente para comprar un aserradero a un terrateniente racista y abrir un bar de mala muerte pensado para la comunidad negra local, donde el racismo no exista y los parroquianos pueden tomarse una cerveza con la libertad de que nadie los molestara. Pero esto no lo podrán hacer ellos solos, necesitan quién cocine, quien cuide la puerta, y por supuesto, quien toque la música para que la noche sea perfecta, así que reclutan entre sus amigos a las personas necesarias, su joven primo Sammie (Miles Caton), el pianista alcohólico Delta Slim (Delroy Lindo), los tenderos chino-estadounidenses Grace y Bo (Li Jun Li, Yao) y el antiguo amor de uno de los gemelos, Annie (Wunmi Mosaku). Y justo cuando todo estaba saliendo a la perfección, una presencia maligna hará que la noche se convierta en una pesadilla.
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Esta es la premisa de Los Pecadores, la más reciente película de Ryan Coogler, responsable de Creed (2015) y de Black Panther (2018). En esta ocasión se aleja de las franquicias y nos presenta una especie de película de autor, ya que además de dirigir, escribe y produce. Lo interesante de Los Pecadores es que por un solo boleto obtendrás varias películas, ya que mezcla géneros por demás dispares, ya que el drama, el thriller, el romance y el musical convergen en una cinta de vampiros en toda forma, ajos, estacas, plata y demás clichés incluidos. Y aunque la combinación suene por decir lo menos audaz, termina funcionando tan bien como para lograr dejarte maravillado sin llegar a ser abrumadora.
Superficialmente Los Pecadores podría considerarse una copia de Del Crepúsculo al Amanecer, el clásico de 1996 dirigido por Robert Rodríguez y escrito por Quentin Tarantino, ya que ambas inician desarrollándose en un género y terminan convirtiéndose sorpresivamente en algo sangriento, llevando a sus personajes a vivir situaciones límite.
Otra cosa que se destaca es el uso de la música, por momentos es tan importante que los personajes mismos, culminando en una secuencia que resulta espectacular al hacer, a partir del blues interpretado por el primo Sammie, un recorrido por la música negra, trazando una línea visual entre el pasado y el presente, ligándola con sus tradiciones africanas.
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En cuanto al reparto, Michael B. Jordan nos entrega una de sus mejores actuaciones al interpretar no uno, sino a dos personajes tan sutilmente distintos como físicamente parecidos. Smoke, el de azul, y Stack, el de rojo, desde ahí, en los colores de sus vestuarios conocemos sus verdaderas naturalezas, uno ecuánime, el otro hedonista, las diferencias son finas, pero perceptibles a la primera mirada, mientras Smoke arquea las cejas, Stack sonríe intencionadamente todo el tiempo.
Todo lo anterior sirve para que Los Pecadores funcione como un sincero homenaje a la cultura afroamericana a través de una película que resulta muy disfrutable y desde este momento se anota como una de las mejores del año.
Los Pecadores se puede ver en cines.