Es editora, locutora, escritora, productora y mamá. Ha escrito en diversos medios sobre música, feminismo y cultura digital. Actualmente produce y conduce distintos podcasts para Audible y HBO, entre otros. Twitter e Instagram: @rominapons.
Los silencios importan
Mi historia, como la de cualquier mujer, está marcada por silencios que tejen nuestra realidad, nuestra historia y nuestro linaje. Pesan, importan y, en cierto punto, se vuelven tan normales que dejamos de percibirlos.
Mi historia, como la de cualquier mujer, está marcada por silencios que tejen nuestra realidad, nuestra historia y nuestro linaje. Pesan, importan y, en cierto punto, se vuelven tan normales que dejamos de percibirlos.
A través de una nueva y muy querida colega conocí De eso no se habla, un podcast que me voló la cabeza. En palabras de sus creadoras, es “un podcast de no ficción narrativa que trata de unir los puntos entre los silencios personales y los silencios colectivos“.
Y como suele ser el entramado mental de mi cabeza, ahora llevo 24 horas pensando en el silencio. Lo pienso mientras me es inaccesible: niños corriendo en el pasillo, la junta de Zoom, la aspiradora, alguna tablet y el señor que vende persianas desde la calle. Pero el silencio que me intriga no es la ausencia de ruido, sino los silencios de mi historia.
Mi historia, como la de cualquier mujer, está marcada por silencios: no digas eso porque suenas grosera, no lo cuentes porque nadie te va a creer, no compartas eso porque ¿qué van a pensar? Silencios y silencios que tejen nuestra realidad, individual y colectiva, nuestra historia y nuestro linaje. Son silencios que pesan, que importan, que en cierto punto se vuelven tan normales que dejamos de percibirlos.
Me es inevitable pensar en mi abuela, quien perdió a un hijo a los pocos meses de nacer y el tema, en automático, se convirtió en tabú. Ese niño nunca existió, nunca se mencionó, nunca se recordó y aunque se lloró mucho, nunca se nombró. ¿Cuántas mujeres no han cargado con un dolor o un secreto inmenso, solas, en silencio, sin nombrarlo? ¿Cuántas espaldas no se jodieron de cargar con tanto tan solitas?
También está el silencio interno, esos pensamientos que, en cuanto llegan, los hacemos a un lado, los callamos y los arrumbamos en un rincón de nuestra mente. Silencios que, de momento, salen mas baratos que enfrentar la realidad. Y no es cobardía, es instinto de supervivencia porque esa realidad duele, enoja, asusta o nos rompe.
Y ese tren de pensamiento me lleva a pensar que tal vez por eso las mujeres hoy estamos gritando tanto. Estamos hartas de callar, de otorgar, de bajar la cabeza. Gritamos por las que no pudieron gritar, y lo hacemos también por nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras abuelas y todas esas mujeres que guardaron un silencio impuesto.
“Todos los silencios se parecen, pero ningunos son iguales”, dice también ese podcast. Y es que hay distintos silencios: los que oprimen, pero también los que liberan, o los que sanan, los que acuerpan, y unos cuantos que incluso son necesarios.
Los silencios, ¿se rompen o se escuchan? Depende del contexto, porque no es lo mismo guardar silencio que contemplar el silencio. Pero entre que son ruidos o son ausencias, nuestros silencios nos definen, nos vigilan y nos piden que les pongamos un poquito más de atención. Dentro de todo lo que somos, somos también nuestros silencios.