Muchas gracias, Cristina
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Muchas gracias, Cristina Muchas gracias, Cristina

Cuando escucho el Mambo del Politécnico, mi mente se transporta cuando veía el Canal Once por la noche y salía una mujer de pelo chino muy simpática que salía a platicar con la gente. Si tuviera que describir la sensación que me provocaba ver ese programa cuando era un menor elegiría la palabra nostalgia: la cortinilla de “Aquí nos tocó vivir”, más la música y escuchar la historia de un zapatero que tenía más de 50 años ejerciendo ese oficio, me hacía sentir parte de la historia, como si yo también la hubiera vivido. Así de espléndida es Cristina Pacheco.

Mentiría si les dijera que Cristina fue mi motivación para estudiar periodismo, pero sí fue una influencia importante durante mi formación. Durante mi clase de entrevista en la universidad mi profesor nos dejó leer el libro de Gabriel Bauducco, donde se explican algunas de las técnicas más usuales durante una charla periodística, pero el maestro también nos pidió examinar una de las tantas entrevistas de Pacheco para admirar la narrativa y el color del texto.

Cuando ejercí mis pininos en el periodismo me lanzaron al ruedo, en mis primeras semanas me pidieron entrevistar al líder de la Coparmex y después buscar a los dirigentes de los partidos para una nota. Al inicio me daba pena preguntar cosas incómodas, me asustaba mucho incomodar a los entrevistados, pero con el tiempo me di cuenta que los funcionarios estaban acostumbrados a ello y por el contrario tenían gran colmillo para responder y salirse por la tangente. Contrario a lo que yo pensaba, uno de los retos más importantes me los encontré en la calle.

Platicar con la gente de a pie es difícil, convencer a la señora que atiende una fonda económica para preguntarle sobre su negocio también tiene su complejidad. Sobre el asfalto te encuentras desde quien te responde con monosílabos como “si”, “no”, “no sé”; hasta quienes se sueltan y terminan platicando algo totalmente diferente a lo que preguntaste. A diferencia de los funcionarios y directivos, la población en general no está preparada ni entrenada para que un reportero les haga una entrevista: se ponen nerviosos, se traban, te batean o simplemente divagan.

El gran reto ante una situación como la anterior es ganarte la confianza del entrevistado, tal vez primero le compras un tamal al señor y le haces la plática sobre el clima para descubrir si posee el tema de tu interés. Una vez que han depositado su confianza, te empiezan a contar su historia. Aquí es donde admiro mucho a Cristina, la sencillez con la que abordaba a un bolero le generaba la suficiente comodidad para que le relatara su día a día. No recuerdo haberla visto callada y quedarse sin preguntas, cuando le tocaba un entrevistado tímido, insistía y trataba de hacerlo hablar lo más posible. La pena tampoco fue una opción, preguntaba cosas tan “delicadas” para una persona del fuero común como “¿está casado?, ¿a qué se dedican sus hijos?, ¿pasa tiempo con su familia?”, pero lo preguntaba con tal inocencia y delicadeza que las personas respondían. Aunque no lo parezca, cada interrogante era una pieza más para armar el rompecabezas y que el público pudiera conocer una historia que jamás se imaginó que estuviera sobre el asfalto.

Muchas gracias, Cristina, por habernos enseñado que las grandes historias también se encuentran en la calle y que hay muchas personas que tiene cosas que decir. Has sido una gran maestra para varios periodistas y personas que te vieron y leyeron durante 50 años en los medios de comunicación. Gracias por enseñarnos todo lo que podemos lograr desde “aquí, donde nos tocó vivir”.

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