El grito de “¡No estás solo, no estás solo!” con el que un grupo de diputadas de Morena manifestó su apoyo a Cuauhtémoc Blanco cuando subió a la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro quedará como una de las imágenes más vergonzosas de la LXVI legislatura. Fue una ofensa para las mujeres de este país.
El martes 25 de marzo, la Cámara de Diputados desechó la solicitud de desafuero en contra del exfutbolista por probables acusaciones de violencia y agresiones contra su media hermana Nidia Fabiola Blanco cuando era gobernador de Morelos. La determinación fue aprobada con 291 votos a favor.
La decisión, sin embargo, desató las críticas de voces afines al morenismo, como la escritora Sabina Berman, que desde su cuenta de la red social X escribió: “Quitarle el fuero (a Cuauhtémoc Blanco) era históricamente más importante que dos zócalos llenos con banderitas guindas”.
Berman fue más allá, habló de simulación y del presunto desfalco a las arcas del gobierno de Morelos en la administración de Blanco (2018-2024).
“Desde que le dieron el curul se lo dieron por el fuero, para que no enfrentara que se ‘desaparecieron’ 4 mmdp del presupuesto del estado que ‘gobernó’, Morelos”.
Otro escritor afín al partido gobernante, Jorge Zepeda Patterson, señaló el jueves en su columna del diario Milenio, que evitar el desafuero de Blanco es un duro golpe a la credibilidad de la agrupación política a la que pertenece la presidenta Claudia Sheinbaum.
“Pocas cosas más penosas para la credibilidad de Morena que dos escenas exhibidas este martes: el millonario líder sindical Pedro Haces y Cuauhtémoc sonrientes de camino a la votación en el Senado sabiendo que todo estaba resuelto”.
El analista político Hernán Gómez Bruera, otro conocido simpatizante de Morena, reconoció el valor de las legisladoras oficialistas que votaron en contra del dictamen para desechar la solicitud de desafuero contra el ex americanista.
“El caso Cuauhtémoc Blanco se puede ver las cosas como un vaso medio vacío o medio lleno. Medio vacío porque el gobierno feminista, el que ha dicho ‘presidenta con A’ y no llego sola, llegamos todas’, ha traicionado uno de sus principios a favor de la impunidad… pero medio lleno porque 25 valientes legisladoras de Morena, 28 del PT y 2 del PVEM se revelaron (sic), ignoraron la línea que se les quiso imponer desde arriba, hicieron caso omiso a esas llamadas que llegaron desde el poder y fueron fieles a la idea de que la 4T ‘será feminista o no será’”.
Esta semana, la edición mexicana del diario español El País publicó una nota con la denuncia original de Nidia Fabiola. Los detalles del presunto ataque del ex seleccionado nacional contra su media hermana son escalofriantes.
“No es la primera denuncia de violencia y abuso sexual contra políticos de Morena que su partido y el gobierno ignoran. Y está lejos de ser el primer caso en el que Morena y sus gobiernos garantizan impunidad a sus partidarios”, escribió el jueves en Milenio Héctor Aguilar Camín. “Garantizar impunidad a los suyos ya es una marca de fábrica del morenismo hecho gobierno. Es la doble vara política y moral que van imponiendo en la República”.
Desde el martes no dejo de preguntarme, ¿quién es Cuauhtémoc Blanco para que el partido gobernante lo defienda de esa manera?
¿El último gran ídolo?
Cuando era niño, mi ídolo era Hugo Sánchez: campeón con Pumas, un goleador de época, que con decenas de goles cerró bocas y triunfó en España a pesar de que le gritaban “indio” desde las tribunas.
El segundo gran ídolo de mi adolescencia fue Salvador Sánchez Narváez, aquel boxeador nacido en Santiago Tianguistenco que murió en un accidente a bordo de su Porsche el 12 de agosto de 1982, dos días antes de que yo cumpliera 11 años. “Sal” tiene el récord mexicano de más defensas de título mundial en menos tiempo: nueve defensas exitosas en dos años y cinco meses.
El tercero de mis ídolos fue “El Gran Campeón Mexicano”, Julio César Chávez. A pesar de sus excesos, el “César del Boxeo” no fue conocido particularmente por ser un golpeador de mujeres.
Cuauhtémoc Blanco nunca me cayó bien. Jugaba para un equipo con el que no simpatizo y siempre me pareció un tipo vulgar. Su carrera como profesional duró 23 años. Debutó con el América el 5 de diciembre de 1992, en un partido contra el León y su último equipo, en 2015, fue el Puebla, aunque fue registrado por el América para un solo partido del Clausura 2016, su despedida de las canchas.
En la Liga Mx jugó 399 partidos, en los que marcó 147 goles, que lo sitúan en el vigésimo quinto puesto de ese rubro. De esas anotaciones, sólo le hizo cuatro a Chivas, cinco a Pumas y 10 al Cruz Azul. Con América sólo consiguió un título, el del Clausura 2005 (gracias a Joel González y Francisco Javier Sánchez por los datos estadísticos). Con la Selección Mexicana participó en 119 partidos, en los que anotó 37 goles y ganó las ediciones 1996 y 1998 de la Copa Oro, además de la Confederaciones de 1999, en la que le hizo un golazo en la final a Brasil, quizá el único de sus goles que celebré. Participó en los Mundiales de Francia 98, Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010. Fue excluido de la nómina tricolor para la Copa del Mundo 2006 por el técnico argentino Ricardo Antonio La Volpe, con quien siempre ha mantenido una relación distante.
En la temporada 2000-2001 fichó para el Real Valladolid de la liga de España y en 2007 probó suerte con el Chicago Fire de la MLS. A pesar de algunas grandes anotaciones, como una que le hizo de tiro libre al Real Madrid, su campaña en el extranjero fue poco más que discreta.
Algún sector de la prensa deportiva mexicana considera a Blanco el último gran ídolo del balompié local. Para mí, sin duda, está en el 11 ideal del América, equipo del que sí es un referente, pero no del futbol mexicano. Su comportamiento fuera de las canchas divide al americanismo. Un ex directivo de las Águilas, al que consulté para este artículo, se rehusó a emitir una opinión acerca del tema del desafuero: “Sí tengo contacto con él y no tengo opinión sobre este tema”.
En primera persona
Como reportero a Cuauhtémoc Blanco lo entrevisté en diversas ocasiones, pero nunca me dio una exclusiva. Es más, su negativa para hacer una nota que sería publicada en el diario Reforma, casi me cuesta una suspensión.
Por allá de 1999 mi compañero Luis Homero Echeverría, el reportero que cubría la fuente del Necaxa tuvo una brillante idea, le dio su grabadora a Nacho Ambriz para que entrevistara a otro “suavecito” de los Rayos, el defensa central Octavio Becerril. La charla de Ambriz con el “Picas” fue muy divertida y celebrada en la redacción, por lo que se me encomendó que fuera al Club América y le pidiera a Isaac Terrazas que entrevistara al “Temo”. Al compadre del 10 americanista le gustó mucho la idea y con mi grabadora en mano, nos sentamos a esperar a que Blanco terminara de hablar con los otros medios.
- “Te voy a entrevistar, compadre, como Ambriz al ‘Picas’”, le dijo Terrazas a Blanco.
Con su característico gesto de fastidio, Cuauhtémoc me miró y me preguntó para qué diario era la nota.
- “Ni madres, con ustedes no hablo, en Reforma siempre me critican”, se dio la media vuelta y se fue.
Cuando regresé al diario sin la nota, el coeditor de la sección me dijo que, seguramente, había tratado mal a Blanco porque yo era de Pumas. La amenaza de la suspensión quedó en el aire. Al otro día, ese personaje fue a las instalaciones del América para hablar con el “Temo”. Regresó sin la entrevista.