Perfidia: engaño y traición

Internacionalista por el Tecnológico de Monterrey y Maestra en Historia y Política Internacional por el Graduate Institute of International and Development Studies (IHEID) en Ginebra, Suiza. Investigadora invitada en el Gender and Feminist Theory Research Group y en el CEDAR Center for Elections, Democracy, Accountability and Representation de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido.

Miembro de la Red de Politólogas. X: @tzinr

Perfidia: engaño y traición Perfidia: engaño y traición
Un hombre llora sobre el cadáver de su hijo muerto en el hospital de Al-Shifa, tras un ataque aéreo israelí sobre Gaza. Foto: EFE/Mohammed Saber

En la tragedia Hamlet de William Shakespeare, la traición de Claudio al asesinar a su hermano para tomar el trono de Dinamarca es un ejemplo clásico de perfidia. Este acto, encubierto bajo una falsa apariencia de lealtad, no solo desata la tragedia personal del protagonista, sino que expone las devastadoras consecuencias de la deslealtad.

En La Divina Comedia, Dante Alighieri, reserva el noveno círculo del Infierno para los culpables de malicia y fraude, quienes están congelados en un lago hielo producido por el batir de las alas de Lucifer. El simbolismo es el de la frialdad en el corazón, por lo que ahí residen figuras como Judas Iscariote, por entregar a Cristo; Bruto y Casio, por la traición a Julio César, y otros cuya perfidia es castigada como la peor de las faltas humanas, una que corroe el tejido mismo de la confianza.

En la Biblia, la perfidia aparece de manera recurrente. La traición de Judas, vendiendo a Jesús por 30 piezas de plata, es el acto definitivo de deslealtad, un símbolo de perfidia que ha trascendido el tiempo y que ha dado forma en buena medida a la tradición judeo-cristiana. Sin embargo, este concepto no pertenece exclusivamente al campo de la ficción o la tradición religiosa. La perfidia, como traición y malicia en el contexto de la conducción de un conflicto armado, es un crimen de guerra bajo el derecho internacional humanitario (DIH). El término proviene del latín perfidia, que combina per- (indicando algo perjudicial) con fides (fe o confianza). El término fue adoptado en el español tanto a través del latín eclesiástico como del latín clásico, conservando su significado de engaño a confianza, tanto en contextos religiosos, legales e incluso militares.

La perfidia como crimen de guerra

En el ámbito del derecho internacional humanitario (DIH), la perfidia se define como los actos que traicionan la confianza del adversario al violar las normas diseñadas para proteger a combatientes que ya no participan activamente en las hostilidades, heridos, civiles y ciertos símbolos humanitarios. Según el Artículo 37 del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, la perfidia está expresamente prohibida:

“Queda prohibido matar, herir o capturar a un adverario valiéndose de perfidia. Los actos que, apelando a la buena fe de un adversario con la intención de engañarlo, le hacen creer que tiene derecho a recibir o la obligación de otorgar protección conforme a las normas del derecho internacional aplicables en los conflictos armados, con la intención de traicionar esa confianza, constituyen perfidia.”

Entre los actos considerados como pérfidos están: fingir rendición bajo una bandera blanca para luego atacar, simular estar incapacitado por heridas o enfermedad, hacerse pasar por civil o no combatiente y usar emblemas protegidos, como los de la Cruz Roja o Naciones Unidas, para encubrir actividades militares.

El DIH distingue estos actos de los engaños permitidos en la conducción de hostilidades, como el uso de camuflaje o las operaciones de señuelos (decoy operations en inglés), que no violan las normas internacionales. La diferencia clave está en que la perfidia implica malicia al abusar de las protecciones que otorga el derecho humanitario. En este contexto, se encontraría el caso de las llamadas operaciones de bandera falsa (false flag operations) que también pueden considerarse pérfidas si se emplean tácticas que socaven las protecciones del DIH. Estas operaciones, diseñadas para aparentar ser llevadas a cabo por otra entidad, cruzan la línea cuando, por ejemplo, se utilizan emblemas protegidos como los de organizaiones humanitarias o se usa la bandera blanca de rendición para perpetrar un ataque, o cuando los responsables de una operación simulan ser civiles o no combatientes para emboscar al enemigo.

Al explotar la buena fe del adversario, hospitales, ambulancias y otros símbolos de neutralidad corren el riesgo de perder su eficacia como herramientas de protección, impactando negativamente la seguridad de combatientes y civiles por igual.
La base de la prohibición de la perfidia radica en la necesidad de preservar la confianza y la autenticidad en los símbolos y normas que permiten un mínimo de humanidad en la guerra.

El Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional, también clasifica la perfidia como un crimen de guerra. Esta calificación refleja la gravedad de conducir actos, que no solo constituyen una ventaja táctica ilícita, sino que socavan las normas internacionales diseñadas para limitar el sufrimiento humano en los conflictos.

Israel y el uso de la perfidia

En enero de 2024, fuerzas israelíes disfrazadas de médicos y civiles ingresaron al hospital Ibn Sina en Jenin, Cisjordania. Según informes y como se puede observar en los videos de seguridad del hospital, los soldados portaban armas ocultas bajo sus uniformes de personal médico y de supuestos individuos civiles. Una vez dentro, ejecutaron con armas con silenciador a tres hombres, uno de ellos un paciente hospitalizado*1. Este acto fue denunciado como un posible caso de perfidia, ya que utilizó un hospital y disfraces de personal militar y civil, todos protegidos por el DIH, como cobertura para una operación militar.

Otro ejemplo de un ácto pérfido, es el desplazamiento forzado de civiles hacia supuestas zonas seguras, seguido de ataques deliberados contra esos mismos lugares. Durante el útlimo año de hostilidades, las autoridades israelíes han instado en diversas ocasiones a la población de Gaza a “evacuar” hacia áreas designadas como seguras. Sin embargo, en varios casos, esas áreas fueron bombardeadas posteriormente, resultando en la muerte de cientos de personas. Este tipo de acción constituye perfidia, ya que explota la confianza de los civiles en las garantías ofrecidas por una potencia ocupante, solo para traicionarlos y convertirlos en objetivos.

Estos ejemplos recientes, no constituyen la primera vez que se acusa a Israel de tácticas similares. En acciones previas, se han documentado casos de soldados disfrazados de civiles o el uso de ambulancias para actividades militares. Estas prácticas no solo violan el DIH, sino que tienen un impacto devastador en las comunidades afectadas. Al destruir la confianza en los acuerdos y símbolos de protección, aumentan la incertidumbre y el peligro para los civiles atrapados en el conflicto.

La perfidia como desafío moral y jurídico

La perfidia tiene efectos devastadores, no solo en el evento inmediato, sino también a largo plazo. En casos como el de Jenin o los bombardeos en zonas designadas como seguras, es fundamental que se investigue y sancione a los responsables para restaurar la confianza en los principios humanitarios. Al buscar presentarse como algo que no se es, la perfidia traiciona los principios que protegen la vida en la guerra, trascendiendo la obtención indebida de “ventajas” tácticas para convertirse en un acto que amenaza todo intento de humanización y de preservación de la vida y la dignidad.

En Hamlet, el protagonista describe cómo la traición y la corrupción afectan el equilibrio de todo el sistema moral, afirmando: “Algo está podrido en el estado de Dinamarca.” De manera similar, la perfidia como crimen de guerra refleja un desajuste ético profundo que corrompe las bases del orden humanitario. Solo enfrentando estas traiciones con firmeza se podrá aspirar a reconstruir la confianza en los principios que, en los momentos de mayor necesidad, buscan proteger a quienes más lo necesitan.

*1.- Para saber más sobre este suceso: McKernan, B. (2024, 8 noviembre). Israeli special forces disguised as doctors kill three militants at West Bank hospital. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2024/jan/30/israel-forces-disguised-women-medics-storm-hospital-jenin-west-bank?CMP=Share_iOSApp_Other

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