‘Príncipes salvajes’, un thriller sobre la impunidad

Xavier (Juan Pablo Fuentes) y Gerardo (Fernando Cattori) son dos jóvenes millonarios que, aburridos de la monotonía de una vida llena de privilegios, pasan el tiempo planeando crímenes sin importarles las consecuencias. Para ellos, parece un juego de manipulación, sin tener en cuenta a quién afectan con tal de salirse con la suya. Sin embargo, un robo en la casa de Xavier se les sale de las manos, y un detective (Alfonso Herrera) aparece e intenta descubrir la verdad y a quién está detrás de todo.

Esta es la premisa de Príncipes salvajes (2024), la más reciente película de Humberto Hinojosa Ozcariz, conocido por haber dirigido Luis Miguel: la serie y más recientemente ¿Quién lo mató?, la serie de Amazon Prime que relata el asesinato de Paco Stanley.

Desde la primera secuencia, la cinta nos introduce en un mundo de engaños. La dinámica familiar que se muestra deja claro de qué va la trama. Posteriormente, vemos a un hombre enmascarado entrar en la casa y agredir a la mujer de servicio mientras el protagonista se está bañando. Lo que parece un asalto resulta ser un elaborado plan entre un par de amigos para hacerse con el dinero y los relojes del padre de uno de ellos. Este es el tono de la película: el peligroso juego de poder entre estos jóvenes.

Con la ayuda de una cámara intrusiva y una dirección de arte algo exagerada, se crea un impacto visual que consigue un relato provocador, destacando la decadencia de los personajes y enfatizando lo grotesco y perturbador que puede resultar una vida sin límites en cuanto a privilegios. Esto convierte al espectador en cómplice de la transgresión mostrada.

La narrativa de Príncipes salvajes aborda temas como la diferencia de clases y el mal que puede derivarse de tener la vida resuelta, donde, si se tiene suficiente dinero, la moral puede volverse flexible. Aunque invita a la reflexión, el guion parece más interesado en el morbo que en una verdadera crítica social.

El problema de la película radica en que el desarrollo de los personajes no privilegiados es inexistente, simplemente coexisten en la trama y son casi invisibles, convirtiéndolos en el blanco perfecto para la impunidad. Mientras tanto, los personajes juveniles son presentados como arquetipos de decadencia y corrupción sin profundizar en sus motivaciones. Actúan sin un propósito claro, simplemente por hacerlo.

Príncipes salvajes termina siendo una película que se queda corta en sus intenciones. Está disponible en Netflix.