Trump no ha muerto, ¡que viva Trump!

Jueves 20 de febrero de 2025

Oscar Misael Hernández-Hernández
Oscar Misael Hernández-Hernández

Sociólogo por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, antropólogo social egresado de El Colegio de Michoacán y actualmente investigador titular en El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios Sociales. Analiza las dinámicas de migración, violencia y crimen organizado en la frontera México-Estados Unidos.

Trump no ha muerto, ¡que viva Trump!

Trump alza su puño ensangrentado en un mitin, simbolizando lucha y resistencia. La imagen de Vucci sobre el atentado en Pensilvania captura un momento histórico.

Trump usa el atentado para pedir el fin de las causas penales en su contra

La imagen de Evan Vucci sobre el atentado contra Donald Trump en Butler, Pensilvania, se volvió mucho más icónica que el mismo atentado. Aunque Vucci, un fotógrafo de guerra, ganador del Pulitzer en el 2021, declaró a un medio que solamente cubría el mitin como fotógrafo jefe de AP News en Washington, también reconoció que: “Sabía que era un momento en la historia estadounidense y que tenía qué ser documentado”. Entonces corrió al escenario y comenzó a disparar con su cámara.

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  • Medio mundo sabe del atentado contra Trump, pero quizás algunos no de la imagen de Vucci: una fotografía que muestra al expresidente en el pódium, con el puño derecho alzado, la oreja derecha sangrando, la boca abierta vociferando “fight”, rodeado con al menos una mujer y varios hombres del Servicio Secreto, un cielo azul y arriba la bandera estadounidense. Imagen icónica, porque de manera visible resaltan varios simbolismos que reproducen precisamente lo que Trump quiere.
  • En mi opinión el mejor análisis iconográfico es el realizado por Sara Oscar, publicado en The Conversation. Ella resaltó la agudeza compositiva de la imagen (Trump como figura central, un agente que mira al fotógrafo, el puño levantado, los colores patrios y partidistas de la imagen), la forma fotográfica de ver (conseguir la toma “correcta”, la imagen como arma de percepción pública), la escritura histórica con la fotografía (analogías con imágenes icónicas de la historia estadounidense) y los elementos de ficción y posverdad (la ilusión de captar la realidad y de transmitir la supuesta verdad).
  • Oscar atina con su análisis sobre la fotografía de Vucci, pero la imagen revela algo más: la idea de Trump de legitimarse como candidato del Partido Republicano para contender, nuevamente, por la presidencia de los Estados Unidos y, paralelamente, limpiar su imagen pública después del juicio penal que llevó a cuestas. Y parece ser que le ha funcionado, al menos así lo muestra el performance trazado durante la Convención Republicana que se celebró este lunes en Milwaukee, durante la cual Trump entró con la oreja vendada mientras se entonaba la canción God Bless the USA.
  • Sin duda, como afirmó el fotógrafo Pedro Meyer, la imagen tiene un lugar central en la cultura contemporánea, pero hay muchas formas de leerla e intereses al construirla. Trump sabía eso en tanto figura central del evento y de la imagen: él no sólo es el símbolo principal, él es el metarrelato en sí mismo, quien organiza y define el contexto de cualquier narrativa política o sociocultural que emerja en su carrera. El primer indicio que encontramos es quizás el de haberse consumado como mártir para los republicanos: el atentado fue el ritual de paso necesario para lograrlo y así mutar al héroe que, otra vez, necesitan los Estados Unidos para nuevamente impulsar el “Make America Great Again” o el “America First”.
  • El primero, como se recordará, fue el slogan que Trump apropió durante su campaña presidencial en 2016, el cual durante su mandato (2017-2021) se convirtió en una ideología que reforzó el nacionalismo blanco en los Estados Unidos y se tradujo en actitudes xenofóbicas y racistas hacia la comunidad latina. Basta recordar sus discursos de insulto hacia la gente mexicana o el tiroteo que hubo en 2019 en un hipermercado de El Paso, Texas, en el que ocho mexicanos murieron y otros tanto resultaron heridos. El segundo, por otro lado, también fue utilizado como slogan y apropiado en la cultura popular para reavivar disputas binacionales, como sucedió durante una pelea de box en 2018 en Indio, California, cuando el boxeador mexicano Francisco Bandido Vargas se enfrentó al estadounidense Rod Lightning Salka, y este último utilizó unos calzoncillos cuyo diseño trazaba ladrillos de color azul y rojo, que simulaban un muro, más el mensaje “America 1st.”.
  • El segundo indicio es el sacrificio de algunos íconos de la cultura estadounidense para que Trump mutara de mártir a héroe: por un lado, el de la figura presidencial encarnada en Joe Biden y por otro el de la figura del terrorismo doméstico, encarnado en Thomas Matthew Crooks, el joven veinteañero que supuestamente le disparó. Trump sabe que tanto una como otra figura representan lo que varios estadounidenses no desean más: la debilidad y la amenaza a la seguridad. Durante una entrevista, por ejemplo, Trump declaró: “Biden es débil, corrupto y lleva al mundo directamente a la Tercera Guerra Mundial”. Mientras que el FBI ha definido el atentado de Crooks contra Trump como “potencial terrorismo interno”.
  • Aunque Biden y Crooks están separados por una brecha generacional y de status quo, de múltiples formas ambos también se distancian de lo que el sociólogo Erving Goffmann llamó “el consenso general de lo que un hombre no tiene nada de qué avergonzarse en los Estados Unidos”: debe ser joven, casado, padre de familia, blanco, urbano, norteño, heterosexual, protestante, con educación superior, buen empleo y físico, así como triunfo en los deportes. El asunto de fondo, parecer ser, es lo que Biden y Crooks no representan, o no se ajustan a la representación, en tanto figuras o íconos de la cultura estadounidense.
  • Finalmente, el tercer indicio que encontramos tanto en el evento como en la imagen es un metarrelato que Trump construye en cuanto alza el puño derecho mientras la oreja le sangra y vocifera “fight”. Por un lado, el metarrelato le funciona como narrativa para proclamarse como la encarnación del nuevo patriotismo estadounidense, el defensor de la seguridad interna. En enero de 2021 lo demostró cuando muchos de sus seguidores asaltaron el capitolio y portaron pancartas que decían: “Trump. Keep America Great”. Por otro lado, el metarrelato le es útil para sopesar lealtades allende la frontera y las administraciones. El presidente de México, por ejemplo, a pesar de que durante el reciente proceso electoral asesinaron a más de treinta candidatos, expresó que el atentado era “algo reprobable”, pues “la violencia enrarece el ambiente político y produce miedo”.
  • Más allá del análisis iconográfico de la fotografía de Vucci o de los metarrelatos que emergen de esta o del atentado en sí, no se pueden minimizar teorías que afirman que se trató de un montaje o bien que fue algo ordenado por Biden. Los resultados de las elecciones darán otra pista, aunque en tiempos de posverdad cualquier narrativa reiterará que, a pesar de múltiples ataques políticos y judiciales, más un atentado, Trump sigue vivo.

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