Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas
¡Uy, qué miedo!
Con mi precario conocimiento del tema, como terror consideró a las películas que tienen que ver con situaciones paranormales o posesiones.
Con mi precario conocimiento del tema, como terror consideró a las películas que tienen que ver con situaciones paranormales o posesiones.
No me gustan las películas de terror. A veces ni las de suspenso. No disfruto esa sensación de sobresalto, esa taquicardia. Con mi precario conocimiento del tema, como terror consideró a las películas que tienen que ver con situaciones paranormales o posesiones, como “El exorcista” (William Friedkin, 1973) y como suspenso a sagas como “Halloween” (1978), “Viernes 13” (1980) o “A nightmare on Elm Street (Pesadilla en la calle del infierno, 1984)”.
A “El exorcista” le tengo mucho respeto. La novela de William Peter Blatty estuvo en mi librero un par de años antes de ver la película. Nunca la leí. Cuando la reestrenaron en salas de cine con “escenas nunca antes vistas” (Regan MacNeil bajando la escalera como araña), la fui a ver solo y me cagué de miedo nuevamente. Los adolescentes que estaban delante de mí se rieron todo el tiempo. No puedo verla, simplemente me aterra. En 2005 fui a ver “El exorcismo de Emily Rose”, supuestamente basado en una historia real. Al llegar a mi casa saqué de mi cuarto mi caja con discos de death metal. Las caras desfiguradas de los integrantes de la banda Six Feet Under en el booklet del “Bringer of blood” me recordaban escenas de la película.
A lo largo de mi vida he tenido alteraciones del sueño, por eso la primera película protagonizada por Freddy Krueger me parece genial. En 1984 el director Wes Craven recreó una historia en la que no sabes lo que es real, ni cuando el protagonista está despierto o sueña.
“Viernes 13” me parece una saga pretenciosa y completamente olvidable. Creo que cualquier policía de la Ciudad de México da más miedo que el célebre Jason Voorhees, con todo y su máscara para jugar hockey. De “Halloween” he visto todas en las que sale Jamie Lee Curtis. Sus pechos, que sólo muestra en Trading places (1983), son más adorables que el inofensivo Michael Myers. A sus 65 años es una mujer hermosa.
Aunque a Stephen King no le guste, “El resplandor” (Kubrick, 1980) me parece una obra de arte. Camila nunca la ha querido ver y aunque es suspenso, a mí me pone en un estado de ánimo de miedo. Lean a Joe Hill, el hijo de King. Sus novelas pueden alterar tu estado de ánimo, como “El ángel negro”, de John Connolly. A la fecha, no puedo describir lo que me pasó con ese libro, pero sí que cuando llegaba a la casa estaba en otro lugar del que lo había dejado.
Terror a la mexicana
Cuando iba en la primaria, un compañero me aterrorizó platicándome “la leyenda Hugo”, una historia en donde una niña habla con una figura de cemento que estaba en el patio de su casa. No era otra cosa que una breve sinopsis de “El libro de piedra” (1969), una película de Carlos Enrique Taboada, un guionista y director mexicano al que se conoció como “El Duque del Terror” por películas como “Hasta el viento tiene miedo” (1968) y “Más negro que la noche” (1975), en donde aparecían un póker de bellezas mexicanas: Helena Rojo, Susana Dosamantes, Claudia Islas y Lucía Méndez, que ahora da más miedo con sus cirugías que el gato Becker, protagonista de dicha cinta.
Otro director que incursionó en el género fue René Cardona Jr., el de la innombrable “La risa en vacaciones” (1986). “La noche de los mil gatos” (1972) me quitó el sueño durante varios días. Hugo Stiglitz, una especie de Jeffrey Dahmer mexicano, le daba de comer a sus gatos a las mujeres con las que se acostaba y después mataba. Otro Cardona, el hijo del anteriormente citado, filmó la infame “Vacaciones de terror”, con Pedrito Fernández. A pesar de lo malo de la película, tuvo el descaro de hacer una segunda parte.
Aunque hay muchas películas mexicanas más del género, regresé a él hasta 2022 con “Mal de ojo” (Isaac Ezban), una historia que coescribió Édgar San Juan (Casi el paraíso, 2024). No recomendable para mentes débiles.
Soy muy miedoso. Nunca veo un espejo de noche, mucho menos a oscuras, pero el año pasado escribí mi primer cuento de terror. Tendrán noticias de él… antes de que mueran.