El año de Karen: cómo un meme cambió la forma en la que los estadounidenses hablan de racismo
"Los memes de Becky y Karen proporcionan una función social vital", escribe Apryl Williams. Ilustración: Michelle Thompson / The Guardian

No hay relación directa entre la “Karen de Central Park” y el incidente en Nueva York con la muerte de George Floyd, de 46 años, en Minneapolis, a manos de la policía. Durante la pandemia el tiempo ha sido elástico y confuso, y los reportes de estos incidentes que se dieron por separados no se conocieron inmediatamente, pero los dos eventos ocurrieron el mismo día, el lunes 25 de mayo, el Memorial Day.

Los videos de ambos incidentes estuvieron presentes todo el verano violento de coronavirus y descontento civil como una especie de díptico digital que representa el estado del racismo y la Blancura en EU en 2020.

Por un lado teníamos a Floyd sofocado lentamente y sin piedad hasta su muerte bajo la rodilla de un policía hombre y blanco llamado Derek Chauvin, lo que presenta un retrato brutal de la indiferencia implacable hacia la vida de las personas de raza negra que define a la policía de EU. Por otro lado, estaba la gerente de inversiones blanca, de 40 años, que no respeta las leyes de los perros, Amy Cooper, un avatar de la civil blanca, respetable, que exige que la justicia se ponga de su lado porque un hombre de raza negra tiene la osadía de esperar que ella siga las leyes que gobiernan un espacio público.

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El espectro de las Karen prevaleció durante las protestas del Black Lives Matter y del descontento civil en todo el país tras el asesinato de Floyd y de los encuentros con el racismo que comenzaron a golpear a las instituciones, a derribar carreras y estatuas. Más que un meme divertido, Karen provocó un nuevo discurso sobre racismo que cobró fuerza en EU.

“Como cultura hemos adoptado la postura de que las mujeres blancas son más virtuosas y no cómplices del racismo en particular”, dice Apryl Williams, profesora de comunicación y medios de la Universidad de Michigan. “Sólo lo siguen pero no están conscientes. El meme de Karen indica que no, que actúan con conciencia. Que se trata de acciones deliberadas. Que son cómplices. Y creo que por eso le dan en el nervio a la gente”.

El calificativo de Karen de Amy Cooper se quedó grabado cuando llamó a la policía por causa de Christian Cooper, un observador de aves de raza negra de 57 años, que le pidió que usara la correa de su perro en Central Park en Nueva York. No contenta con señalar falsamente dos veces que “un hombre afroamericano” me “está amenazando y a mi perro”, Cooper llamó al 911, cambió el registro de su voz por uno de preocupación y pánico mientras gritaba: “Me está amenazando un hombre en la rambla. Por favor envíe a la policía”.

Con esa actuación Amy Cooper quedó como abanderada del arquetipo estadounidense: la mujer blanca que usa como arma su vulnerabilidad para usarla en contra de un hombre de raza negra. En la historia, se trata de Carolyn Bryant, la mujer blanca adulta que se queja de Emmett Till de 14 años que provocó su tortura y muerte a manos de adultos blancos. En literatura, es Scarlett O’Hara que envía a su esposo a unirse a la fiesta de linchamiento del KKK o Mayella Ewell que testifica bajo juramento que la había violado un hombre de raza negra que en realidad la había ayudado. En 2020, es simplemente Karen.

Williams define a Karen como  “una mujer blanca que supervisa y monitorea a las personas de raza negra en los espacios públicos y después llama a la policía por infracciones al azar e ilegales”. Durante años ha estudiado memes de Karen y sus predecesoras como BBQ Becky, Permit Patty, Pool Patrol Paula. En la revista Social Media and Society, rastrea el linaje histórico de Karen y presenta el caso de su importancia social.

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“En el pasado, los grupos de personas de raza negra se controlaban en los espacios públicos con amenazas de violencia, linchamientos, y terror racial dirigido y rutinario que dictaba con quién podían hablar las personas de raza negra, en dónde podían vivir, y en qué espacios podían existir”, escribe Williams. “En la actualidad, el acto rutinario de llamar a la policía por la gente de raza negra que está en los espacios públicos es el equivalente histórico de controlar a los grupos de personas de raza negra para mantener el orden supremacista de los blancos”.

Según Williams, “Becky” o “BBQ Becky”, el nombre que recibió una mujer blanca que llamó a la policía porque un grupo de personas de raza negra estaban usando un asador de carbón en Oakland, California, era el sobrenombre más común para ese tipo de mujer blanca antes de la pandemia del coronavirus, y luego llegó Karen. Lo importante no es el nombre sino lo que significa. “Se trata de una abreviación cultural y se puede intercambiar todas las veces que sea necesario”, dice Williams. “Si me llamara un amigo y me dijera ‘tuve un incidente con una mujer en el banco y era una Susan,’ no tendría que explicar nada más. Yo diría, ‘¿Qué hizo Susan?’ y ya sabría lo que me diría después.

“Se trata de una continuación de un legado histórico”, agrega. “Podemos rastrearlo hasta el período de la Reconstrucción cuando los grupos de vigilantes se reunían para vigilar a los esclavos liberados. Estas Karen y Becky funcionan como una especie de patrullas extra legales. No son parte de la ley pero se comportan como autoridad. Extienden sus poderes legales aunque no tengan ningún poder”.

Vivir en EU es como experimentar el paso del tiempo recitando la letanía de hombres de raza negra que fueron asesinados o golpeados por el estado. Durante mi vida he podido trazar la ruta de Rodney King a Amadou Diallo a Oscar Grant, Mike Brown, Tamir Rice, Freddie Gray y George Floyd.

Mucha de la reacción cívica a los levantamientos en Ferguson, MIssouri y Baltimore se centraron en el racismo sistémico y la reforma. Las cámaras de los cuerpos policiacos se vendían como panacea. Una parcialidad implícita ofrecía explicación y justificación de acciones que para los afectados seguían siendo igual de racistas que siempre. No es intencional, y la narrativa seguía. Todas las personas blancas siguen teniendo derecho al beneficio de la duda, asumiendo la inocencia racial perpetua.

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Pero cuando comenzó el verano de Karen, quedó claro que la gente de color de EU, especialmente la de raza negra, ya no estaba preparada para aceptar la coartada que ofrecía la parcialidad inconsciente. Entre los primeros en los primeros en arrancar la venda de los ojos fue la actriz Samantha Ware, quien respondió a los clichés de su excompañera Lea Michele sobre el asesinato de Floyd con un recordatorio de cómo la estrella la había tratado: “¿te acuerdas de cómo hiciste un infierno de mi primer programa de televisión?!?! Porque yo nunca lo voy a olvidar.”

Pronto, las redes sociales se llenaron de testimonios de abuso que ha sufrido la gente de color, no tanto de #MeToo como de #YouToo. Tú también has sido racista, el momento de reconocerlo llegó, y tus compañeros y subordinados no van a seguir guardando tus secretos.

Sería tonto atribuir todo el despertar racial de 2020 al poder de los memes de Karen, pero también sería tonto restarles importancia. Williams lo compara al poder de la prensa negra. Eventos que de otra forma se habrán ignorado como la mujer en San Francisco que llama a la policía porque un hombre escribe con gis “Black Lives Matter” en su edificio se convirtieron en noticia nacional cuando embonan en el patrón del meme de las Karen.

“Los memes de Becky y Karen proporcionan funciones vitales sociales”, escribe Williams. “Restablecen la agencia a las comunidades negras al permitirles ejercer una forma de justicia sobre los perpetradores. En una subversión y un reverso de las dinámicas de poder, los creadores de los memes de negros vigilan la supremacía blanca y solicitan consecuencias explícitas”.

Por supuesto que cualquier intento de las personas de raza negra de ejercer el poder en contra de la supremacía blanca se enfrenta de entrada con una reacción, y la reacción en contra de los memes de Karen prácticamente era ordenada de antemano. Las quejas de que Karen era sexista eran más notables por cómo reconstruían la dinámica de Karen. Al verse confrontadas con evidencias de su propia agencia y complicidad, algunas mujeres blancas respondieron reafirmando su papel de víctimas.

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Lo que me ha parecido especialmente útil de los memes de Karen es la forma en la que le proporcionaron a las mujeres dispuestas una herramienta para examinar su comportamiento y mejorarlo, si quieren. Mi propia madre, que es blanca, ha tenido en contadas ocasiones ese comportamiento que raya en lo karenesco. Este verano, por primera vez, reconoció sus tendencias de Karen y me dijo que tiene la intención de ya no actuar así, una conversación que tal vez no se hubiera dado sin ese meme.

Williams recuerda conversaciones similares con amigas blancas y ofrece tres simples reglas para evitar ser una Karen. Primero: reconoce el privilegio y la historia de ser una mujer blanca en esta sociedad. Segundo: evita llamar a la policía para denunciar a gente de color a menos de que haya alguien en peligro. Tercero: “Entiende que no todo se trata de ti, punto. La gente no está allí para molestarte. La gente no está tratando de lastimarte ni de dañar tu propiedad o de molestarte”, dice. “No eres tan especial, Karen. No eres tan especial”.

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