Boleto dorado: los afortunados turistas que evaden al Covid en Nueva Zelanda
Se calcula que 250,000 visitantes extranjeros estaban en Nueva Zelanda justo antes de que el confinamiento y las restricciones se dieran en marzo. Foto: Efrain Vega de Varona

Para la Navidad de 2019 Efrain Vega de Varona le dio a su pareja boletos de avión a Nueva Zelanda, su destino soñado. Probó ser un regalo que sigue vigente. 

Un año después siguen en Nueva Zelanda pues decidieron quedarse después de sus vacaciones de dos semanas a mitades de marzo en lugar de regresar a Los Ángeles. “Hemos vivido de maletas por 10 meses”, dice Vega de Varona desde su Airbnb más reciente (el número 50 del año) en Island Bay, Wellington. 

La pareja está entre los casi 250,000 visitantes extranjeros en Nueva Zelanda que se encontraban antes de que entrara en vigor el confinamiento y las restricciones fronterizas a mediados de marzo. Muchos regresaron a casa cuando se levantaron las restricciones en los meses siguientes, pero cuando el gobierno extendió visas temporales algunos decidieron que estaban mejor ahí. 

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Para mediados de mayo habían aproximadamente 120,000 personas con visas temporales en Nueva Zelanda, entre ellos turistas del Reino Unido y de Norteamérica que se encontraban inesperadamente lejos de casa, pero con un pase para una de las mejores respuestas a la pandemia en el mundo. 

Después de que su vuelo a Los Ángeles se canceló y Nueva Zelanda entró en confinamiento, Vega de Varona y su pareja, Ingrid Rivera, se asentaron en el pueblo costero de Kaikōura, donde ayudaron a entregar víveres a los adultos mayores locales. 

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Vega de Varona admite que lo tuvieron que convencer para quedarse después de las seis semanas de confinamiento. “Ingrid fue la más lista que dijo ‘Este este es el lugar en el que tenemos que estar, no vamos a regresar’”. 

Rivera dice: “Definitivamente creo más en el gobierno de Nueva Zelanda que en el nuestro, y el tiempo me prueba que estoy en lo correcto, desafortunadamente”. 

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Vega de Varona y Rivera entregaron víveres a Nat de 91 años y la llevaron de paseo. Foto: Efrain Vega de Varona

La pareja vendió su casa y autos de Los Ángeles y pasaron el 2020 de viaje en Nueva Zelanda mientras trabajaban remotamente en su negocio de renta de camionetas. Rivera ahora planea meterse a estudiar, extender sus visas, y explorar maneras de sentar raíces al empezar un negocio. 

“Empieza a sentirse como un hogar para nosotros”, dice Vega de Varona.

Pero aunque se sienten afortunados de toparse con un “boleto dorado” en la pandemia, dice Rivera, temen por sus seres queridos en EU y Puerto Rico: “Obviamente es una historia completamente diferente para ellos”. 

Tom Frieden, médico de EU y experto en enfermedades infecciosas, resaltó los riesgos esta semana, tuiteó que un estadounidense en Nueva Zelanda tiene 200 veces menos probabilidad de morir de Covid. En efecto, las consultas para emigrar a Nueva Zelanda de EU aumentaron 65% durante mayo, representan el interés de 80,000 individuos

‘Es como ver una película de terror’

Para Eric Denman y Michelle Paulson, de vacaciones en Nueva Zelanda en Marzo, la amenaza de regresar a San Francisco era prohibitiva. Paulson tiene lupus, lo que la lleva a un riesgo elevado ante un contagio por coronavirus, así que decidieron quedarse en Christchurch para el confinamiento. “Teníamos mucha más fé en el gobierno de Nueva Zelanda y en su habilidad para manejar una pandemia, que resultó estar bien fundamentada”, dice ella. 

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Cuando su vuelo de regreso a casa se canceló por segunda vez, en julio, “fue el punto de quiebre”, dice Denman. La pareja rentó una casa en Auckland y comenzaron a trabajar para convertir sus vacaciones de dos semanas en una mudanza permanente. En octubre les dieron visas de trabajo para dos años, esperan que los lleven a la residencia. 

Sus perros los alcanzaron en su nueva casa esta semana, y después sus pertenencias. Fue un movimiento inesperado, pero “es la mano que nos tocó”, dice Denman. “Y es una mano afortunada”, añade Paulson. 

El apoyo de sus familias (y “definitivamente un poco de envidia”) les dice que fue la decisión correcta, ella dice, aunque ha sido doloroso ver desde lejos como se desenvuelve la pandemia en EU. “Nuestra vida diaria es un recordatorio de que no tenía que ser de esa manera”. 

Con la competencia del gobierno por separado, Denman dice, la naturaleza para seguir reglas y la preocupación por el colectivo de los neozelandeses los separa del “duro individualismo” de EU y el Reino Unido. “Por mucho, todos se confinaron e hicieron todo lo que tenían que hacer”. 

Por contraste, dice Nicole Gustas, una mercadóloga comercial de Boston, la situación en EU y en el Reino Unido excedió sus peores miedos. “La experiencia de estar aquí en NZ y ver al resto del mundo, excepto Taiwán, Corea, y otros pocos lugares, es como ver una película de terror, en la que gritas: ‘¡No entres!… ‘¡No estás confinado, los centros comerciales están llenos!’”

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Gustas y su pareja se acercaban al final de dos meses en Nueva Zelanda y a mediados de marzo su partida se canceló. Una amiga en Wellington los invitó a vivir con ella durante el confinamiento. “No esperamos que fueran días, y todavía somos amigos”, dice Gustas. “Estamos muy agradecidos con ellos, y con Nueva Zelanda”. 

La respuesta del gobierno no solo le confirmó “cómo es realmente un confinamiento” sino la falsa dicotomía de salvar vidas o la economía, con la economía que regresó de la recesión a principios de mes. “Nueva Zelanda es un país muy capitalista, solo tomaron la decisión de poner las vidas primero”. 

Con su visa que expira en marzo. Gustas se mantiene ocupada al gastar en turismo doméstico y hospitalidad “como una manera de demostrar nuestro aprecio” aunque sabe ser discreta cuando llama a sus seres queridos en EU y en el Reino Unido.

“Fuimos al cine, a cenar, a este viñedo, a la playa, podemos hacer todo esto que nadie más puede… Hasta de llamada en llamada, la gente quiere oír como es un país normal, y en la siguiente llamada están devastados”. 

Pero sus consejos son consistentes, dice Gustas. “Todos los que conocemos en EU nos dicen que no regresemos”.

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