La vida íntima de los perros: lo que nuestros amigos caninos piensan en realidad sobre el amor, el deseo sexual y la risa
¿Cara de felicidad? Es difícil saberlo… Foto: Catherine Ledner/Getty Images

La gran frustración de la humanidad es mirar a los ojos de un perro, sentirse tan cercano a la criatura y, sin embargo, no tener ni idea de lo que está pensando. Es como la primera pregunta que uno se hace respecto a un bebé recién nacido, con toda esa urgencia dolorosa y amorosa: ¿es una primera sonrisa? ¿O más gases? Excepto que esto ocurre para siempre.

Nunca podré saber lo que está pensando mi Staffie. ¿Max se da cuenta de que lo que acaba de hacer es gracioso, y lo hizo a propósito? ¿Se ríe en su interior? ¿Puede sonreír? ¿Puede sentir angustia por el futuro? ¿Puede recordar su vida de cachorro? ¿Todavía tiene erecciones, a pesar de que lo castré hace años? Y, más allá de todas estas cosas: ¿me quiere? Quiero decir, ¿me quiere de verdad, como yo lo quiero a él?

Para obtener algunas respuestas, recurrí a un grupo de expertos, que iban desde un zoólogo hasta un antropólogo evolutivo, y canalicé el espíritu de Jaak Panksepp, comúnmente reconocido como el abuelo de la neurociencia canina. Falleció en 2017, dejando atrás un conjunto de investigaciones experimentales y conocimientos, incluida la teoría de que todos los cerebros de los mamíferos comparten siete sistemas emocionales primarios: miedo, ira, deseo sexual, “búsqueda”, pánico/duelo, cuidado y juego. La mayoría de mis preguntas entran en estas categorías, aparte del antiguo misterio: ¿por qué mi perro se excita tanto con los cordones de alta visibilidad? En este caso, la respuesta es: puede ser por cualquier razón.

Juego

¿Los perros entienden la risa humana? ¿Nos hacen reír a propósito?

“Parece que los perros responden positivamente a nuestras emociones positivas, como la risa y la sonrisa“, explica el Dr. Brian Hare, antropólogo evolutivo y autor de The Genius of Dogs. Pero se muestra prudente en cuanto a la interpretación. “Si entienden el porqué de la broma, eso es más difícil de saber”.

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Max, un cocker, mientras se relaja en una sesión de terapia. Foto: Cortesía.

“Los perros han aprendido a que les guste que nos riamos”, comenta Rob Alleyne, un conductista que apareció en la serie de televisión Dog Borstal. “Harán algo, después te mirarán para ver si te hace gracia y lo repetirán”. Una vez le pregunté al cómico Rob Beckett cómo podía recordar su rutina -casi no guarda notas- y me respondió: “Si 500 personas se ríen de algo que dijiste, no lo vas a olvidar“. El mismo ciclo de aprobación, la creación de sentimientos de gratificación, el registro de un recuerdo de cómo provocar esa respuesta en el futuro, ocurre en un perro. Solo que no será un juego de palabras, será algo más parecido a una bofetada.

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¿Qué quieres decir con que un perro puede sonreír? Foto: Catherine Ledner/Getty Images

¿Los perros pueden reír, y se hacen reír entre ellos?

Una de las líneas de investigación más famosas de Panksepp se centra en la risa de los mamíferos no humanos (incluyendo un artículo con el suculento título: 50-kHz Chirping (Laughter?) in Response to Conditioned and Unconditioned Tickle-induced Reward in Rats). Descubrió que los perros son capaces de emitir un sonido como si se rieran cuando jadean, pero eso se debe a que sí lo hacen: cuando uno analiza el jadeo con un sonómetro, mapea su ráfaga de frecuencias y luego reproduce esas frecuencias a otros perros, esto reduce el estrés y aumenta el movimiento de la cola, las reverencias de juego (postura con la cabeza hacia abajo y el trasero en el aire), la cara de juego (tu conoces la cara de juego de tu perro) y el comportamiento pro-social en general.

¿Puede sonreír un perro?

Todos los perros tienen una expresión de agrado o satisfacción, que reconocerás a medida que conozcas a un animal en particular. Sin embargo, los propietarios de algunas razas creen que sus perros son más sonrientes que el promedio y, por tanto, más felices. Esto es un error, comenta Alleyne. “Por lo general, parece que los perros con caras anchas -los staffies, los rottweilers- sonríen. La misma expresión en un pastor alemán se verá como si curvara los labios hacia atrás”.

Cuidado

¿Me quiere mi perro?

Hace muchos años había un segmento en Kilroy, el programa de televisión diurno, llamado “I love my animal but does my animal love me?”. Alleyne apareció en él y recuerda: “El público tenía lista la horca para mí al final. Porque no creo que ningún animal nos quiera. Hacen cosas que nosotros interpretamos como amor, pero no tienen la capacidad, no de la forma en que nosotros lo entendemos. Por eso podemos realojarlos. No podría separarte de tu pareja y decir: ‘Tengo un amigo que se adapta mucho mejor a ti’. En cambio, si tomo a Romeo y se lo doy a otra persona, al cabo de tres meses, esa persona será su dueña”. Un argumento sólido, pero si Romeo muriera, tres meses después, probablemente tendría un nuevo perro. Entonces, ¿qué pasa si nos queremos exactamente lo mismo? ¿Y si el aspecto de irremplazable no es el parámetro, en las relaciones entre especies?

Según la filósofa Donna Haraway, “adaptarnos a los deseos de otra especie provoca un profundo impacto en nuestra propia cognición”.

Si no es amor, ¿por qué se siente tan bien?

“Definitivamente eres algo más que un dispensador de comida”, comenta Hare. “Los padres y sus bebés tienen un bucle de oxitocina, en el que pueden hacer que el otro se sienta bien con solo verse a los ojos. De alguna manera, los perros se integraron en este bucle, de modo que cuando los perros y los dueños se ven fijamente, aumenta la oxitocina tanto en el perro como en el dueño“.

¿Qué diablos hace un perro en mi bucle de oxitocina?

La comprensión actual de la domesticación canina -expuesta en su totalidad en The Genius of Dogs, de Hare, y en el libro del que es coautor junto con Vanessa Woods, Survival of the Friendliest– es que el proceso de selección de la simpatía condujo a la evolución de una nueva cognición en los perros. Los perros adquirieron una comprensión social del significado y los deseos de los humanos, en sus gestos y órdenes, y el beneficio para los perros es evidente: refugio, alimentación y demás. Sin embargo, la filósofa Donna Haraway argumenta, en Companion Species Manifesto: Dogs, People and Significant Otherness, que el hecho de adaptarnos a los deseos de otra especie tiene un profundo impacto en nuestra propia cognición. En realidad, no se trata de lo que pasa por la cabeza de tu perro. Simplemente es interesante.

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¿Cuánta empatía sienten los perros por nosotros?. Foto: LWA/Getty Images

¿Mi perro puede sentir empatía?

Ningún experto vivo te puede decir que tu perro no sabe cuándo estás triste. Alleyne, que, como puedes observar, es bastante resistente, recuerda: “Tuve un perro hace muchos años que reconocía cuando estaba triste. Mantenía su cabeza sobre mi rodilla durante una hora, diciendo: ‘Lo entiendo'”. También pueden reconocer, en ocasiones, cuando tienes cáncer o, más recientemente, Covid-19, pero se trata sobre todo de biodetección, y no tanto de intimidad.

Un indicador sencillo de la empatía es el bostezo. “El bostezo contagioso está relacionado con las puntuaciones de empatía en los adultos”, explica Hare. “Y en un estudio, más del 70% de los perros bostezaron cuando vieron a alguien bostezar“.

Miedo, pánico y duelo

¿Por qué los perros sufren ansiedad por separación?

De acuerdo con Petrina Firth, directora de la empresa The Pet Coach y especialista en esta afección, la mayoría de los perros no la padecen, en sentido estricto. Comenta que durante su carrera solo ha conocido a un perro con ansiedad por separación clínica, es decir, con un apego excesivo a una persona. Lo que la gente suele querer decir con este término en los perros -comportamiento destructivo, aullidos durante horas, en ocasiones mordiendo los tobillos cuando el dueño se pone los zapatos, echándose delante de la puerta- es “angustia por aislamiento“, que generalmente se produce en su etapa de cachorro. El perro no se siente seguro solo, y hará lo que sea para evitar esa amorfa sensación de riesgo. “No vienen preprogramados”, explica Firth. “Cuando sales a Marks & Spencer, no saben que regresarás en una hora. Se necesita mucho entrenamiento desde que son cachorros para enseñarles que no hay problema en que se queden solos, que no pasa nada malo. No va a pasar nada increíble, pero tampoco nada malo”.

¿Cómo saben cuánto tiempo llevas ausente? ¿Los perros tienen noción del tiempo?

Si le das de comer a tu perro a la misma hora todos los días, su sistema digestivo se adaptará a esperar la comida a esa hora y, extraordinariamente, puede ser preciso en todo momento. Lo mismo ocurre con los gatos.

Sin embargo, un perro al que se le puede dejar solo durante 40 minutos, pero que se asusta después de 45, ¿a qué se debe esto? La mejor teoría vigente es que tu aroma en el aire disminuye minuciosamente con el paso del tiempo. Siempre que intentes entender un comportamiento relacionado con el olor, recuerda que los humanos pueden oler una cucharada de azúcar en una taza de té, mientras que un perro puede oler una cucharada de azúcar en una alberca.

¿Cuál es la diferencia entre angustia y ansiedad?

Se trata principalmente de una cuestión de desarrollo: un perro joven experimentará angustia en el momento: “Estoy solo y no me gusta”. A medida que crezca, explica Firth, “empezará a preocuparse de tener esa horrible sensación: preocuparse por preocuparse, que básicamente es lo que es la ansiedad. Y existen muchos indicios en su entorno, por ejemplo, que los humanos encuentren las llaves, para que comiencen a preocuparse”.

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Las experiencias tempranas adversas pueden afectar la conducta posterior de un perro. Foto: Patricia Doyle/Getty Images

¿Puede un perro recordar acontecimientos negativos? ¿Puede sufrir TEPT?

No cabe duda de que las experiencias tempranas adversas pueden afectar la conducta posterior de un perro, aunque todavía no tenemos un conocimiento suficiente sobre la memoria a largo plazo como para saber si pueden recordarlas. Los perros de servicio que regresan de zonas de guerra presentan síntomas muy similares a la respuesta al trauma de los soldados.

Deseo sexual

¿Un perro castrado todavía desea el sexo?

Esto parece una de esas cuestiones que los humanos deberían entender antes de realizar el proceso de castración. Sin embargo, parece que no es así. “Es una cuestión compleja, sin una respuesta sencilla”, explica la doctora Naomi Harvey, zoóloga. “Puede depender del momento en que se realice la castración. La expresión del comportamiento reproductivo requiere hormonas gonadales, y la ausencia de estas hormonas durante el desarrollo del cerebro puberal puede perjudicar el comportamiento reproductivo a largo plazo”. Por lo tanto, cabría esperar que ambos sexos tendrían un menor deseo si son castrados antes de la pubertad, sin embargo, un estudio sobre perros machos vagabundos en Chile descubrió que los perros castrados no mostraban ninguna disminución de la actividad sexual.

¿El hecho de que siempre se monten significa excitación sexual?

No, responde Harvey. “El acto de montar es un comportamiento de desplazamiento bastante común en perros que se sienten en conflicto, estresados o que experimentan anticipación. No se puede suponer que indique deseo sexual”.

Ira

¿Cuál es la causa subyacente de la agresividad?

Los perros tienen el mismo sistema límbico que nosotros, y manifiestan lo que antes eran las dos “F” y ahora se entiende que son cuatro: bajo amenaza, entrarán en modo de pelea, huida, adulación o inmovilización (fight, flight, fawn o freeze mode). (Los humanos tienen otra ruta hacia la violencia, que es la humillación, pero un perro no puede ser humillado. “Tienen la complejidad emocional de un niño de dos o tres años”, explica Firth, “por lo que no sienten culpa ni vergüenza”).

Los ataques se originan por el miedo, y “una de las razones por las que la gente suele ser mordida”, comenta Alleyne, es que malinterpreta las señales de miedo. “Es posible que un perro que jadea solo tenga calor o que esté estresado. Un perro con ‘ojos de ballena’ [en los que se ve claramente la parte blanca] puede estar estresado o puede estar viendo algo en su periferia.

Tienes que ser capaz de ver la situación general. Si tiene ojos de ballena, y jadea, y su cola está baja, y sus orejas están hacia atrás, y luego pasa de jadear a lamerse los labios, tienes que ser capaz de juntar todas esas cosas”. Y mantener la distancia.

¿Por qué algunos perros atacan a otros sin motivo aparente?

Hare aconseja, al igual que Alleyne, que solo basta con interpretarlo adecuadamente. “Algunos perros son xenófobos, lo que significa que no les gustan los extraños. Así que el simple hecho de encontrarse con un perro desconocido les puede generar el suficiente miedo como para sentir que necesita protegerse. Gran parte de la agresividad canina se puede explicar si uno conoce bien la historia natural de los perros, su lenguaje corporal y su comportamiento”.

La explicación de Alleyne es más controversial: “La agresividad es, por mucho, el problema más común que observo, algo que no ocurría hace 20 años. Nos han intimidado y presionado para que socialicemos a nuestros perros. Se vuelven agresivos entre ellos cuando no nos esforzamos en socializarlos. No pensamos en lo que significa socializar: lo que en realidad estamos haciendo es permitir que sean maltratados por otros perros cuando son demasiado pequeños como para protegerse. Lo llamamos aprendizaje de una sola prueba: solo se necesita un único incidente para que un cachorro aprenda que los otros perros son una amenaza“.

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¿Qué buscan los perros? Foto: Brighton Dog Photography/Getty Images

Búsqueda

¿Por qué buscan? ¿Qué buscan?

Básicamente, los perros no quieren algo más que el ciudadno promedio, como dicen los políticos: un lugar donde vivir, algo que hacer, alguien a quien amar, algo en lo que tener esperanza, excepto que sin la esperanza, ya que no tienen un concepto real del futuro. Sin embargo, siglos de interacción con los humanos les han dado deseos intensos y específicos de su raza. Por ejemplo, el perro del momento, el cockapoo: “La gente no se da cuenta de que la combinación es de dos perros de trabajo”, comenta Firth. “Así que aunque tengas el cocker de exhibición más bonito y el poodle de exhibición más bonito, en sus genes se encuentra la intención de que salgan a recuperar algo“.

No estoy intentando avergonzar a los propietarios de un cockapoo, por cierto: siempre he tenido staffies, y no dejo de maravillarme y sorprenderme al comprobar que un perro criado para derribar un toro se conforma, en ausencia de este, con un labrador. Les hemos enseñado, durante generaciones, estos impulsos inalterables. Ahora están aquí para enseñarnos la causa y el efecto, si solo los escucháramos.

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Ladrando por última vez… Foto: RF Pictures/Getty Images

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