Entierros en bolas de arrecife: la nueva moda de convertirse en un ‘coral’ al morir
Una bola de arrecife que ha sido colonizada por diversas especies marinas. La superficie rugosa ayuda a que en ella crezcan corales y algas. Foto: Eternal Reefs

Janet Hock es una exprofesora de odontología que vive en Indianápolis. También es una ávida buceadora, con un gran amor por el océano. “Nos desplazamos por la Tierra, pero existe todo un mundo que rebosa de vida, o que solía hacerlo”, comenta.

Por eso, cuando Hock, de 77 años, actualizó su testamento en 2020, añadió que quería formar parte de un arrecife de coral cuando muriera. Esta inusual petición significa que sus restos incinerados serán mezclados en una esfera de concreto perforada, conocida como bola de arrecife. De este modo, formará parte de un arrecife artificial y tendrá una segunda vida en el fondo marino.

“Estás proporcionando una estructura para que los peces naden por ella y un lugar para que crezcan las plantas”, comenta Hock. “Mi primera impresión fue que eran realmente feas. Después pensé: ‘Oh, sería tan bonito estar ahí abajo, con pececitos naranjas lanzándose por los agujeros de mi bola'”.

Eternal Reefs, una organización benéfica con sede en Florida, ofrece este servicio como “una forma de devolver la vida reponiendo los decrecientes sistemas naturales de arrecifes”. La organización coloca bolas de arrecife de concreto con pH neutro, junto con las cenizas humanas, en zonas reguladas del fondo marino de Estados Unidos. Los familiares y amigos reciben las coordenadas GPS de la ubicación de la “tumba” de su ser querido.

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Las bolas de arrecife pueden atraer una gran cantidad de vida marina al fondo marino, en gran parte estéril. Una de ellas, cerca de Florida, ahora alberga 56 especies de peces, además de cangrejos, erizos de mar, esponjas y corales. Foto: agefotostock/Alamy

La organización benéfica señala que ha observado que el número de solicitudes se triplicó durante la pandemia, sobre todo por parte de las personas que aman el mar, y la idea de que al morir pueden ayudar a regenerar la vida marina.

El deseo de regresar al océano se remonta a milenios atrás, ya que existen pruebas de entierros en el mar en el antiguo Egipto y Roma. En el Pacífico Sur, colocaban los cuerpos en canoas y los empujaban hacia el mar, mientras que el esparcir las cenizas en el océano es una práctica muy extendida en Asia. Y las historias de los barcos de los héroes vikingos caídos a los que se les prendía fuego perduran en la cultura popular.

En la actualidad, la idea de un entierro en el océano concuerda con la búsqueda de alternativas ecológicas al entierro y la cremación tradicionales. Aunque el modelo del arrecife todavía requiere la cremación, la idea es que las estructuras contribuyan a restaurar los hábitats marinos al imitar algunas características de un arrecife de coral.

De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, la mayoría de los arrecifes del mundo están en peligro -por el calentamiento y la acidificación de los océanos, la contaminación y la sobrepesca-. Los arrecifes son esenciales para proteger las costas y mantener los ecosistemas marinos, así como para proporcionar trabajo a las comunidades locales e incluso para ayudar a los científicos a producir nuevos medicamentos.

Eternal Reefs trabaja con Reef Ball Foundation y Reef Innovations, empresa encargada de la construcción de las bolas. Con más de un metro de altura y dos de ancho, y un peso de entre 250 y mil 800 kg, las bolas cuentan con una superficie rugosa que permite el crecimiento de plantas y animales marinos, como corales y algas. Hasta ahora, la organización ha sumergido cerca de 3 mil arrecifes funerarios en alrededor de 25 sitios, desde Texas hasta Nueva Jersey.

Murray Roberts, profesor de biología marina en la facultad de geociencias de la Universidad de Edimburgo, considera que es una buena idea. “Los corales y todo tipo de animales crecen mejor en estructuras“, señala. “No veo un inconveniente evidente”.

Roberts explica que incorporar las cenizas humanas en los arrecifes artificiales podría ayudar a protegerlos de la destrucción, además de evidenciar el daño que le hacemos al océano.

Cuando tienes arrecifes artificiales que contienen restos humanos, imagina la consternación que provocaría que esa zona fuera arrastrada”, dice.

El Dr. Ken Collins, del Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton, coincide con esta opinión. “Es un trozo de fondo marino designado que permanece inalterable“, señala. Collins, cuya especialidad son los arrecifes artificiales, no percibe ningún problema respecto al concreto marino y él mismo participa en un proyecto de arrecifes conmemorativos del Reino Unido. “Cualquier impacto desaparece en cuestión de días”, indica.

Eternal Reefs señala que el dinero que las personas como Hock pagan por las bolas de arrecife -que tienen un precio de entre 3 mil y 7 mil 500 dólares– ayuda a financiar más arrecifes artificiales. “Nos consideramos constructores de arrecifes. [Ese] es nuestro objetivo”, dice George Frankel, director ejecutivo de Eternal Reefs. “Y utilizamos los memoriales como la herramienta”.

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Incorporar las cenizas humanas en los arrecifes artificiales podría protegerlos, además de evidenciar el daño causado al océano, señala un biólogo marino. Foto: Eternal Reef.

No se trata del único proyecto de este tipo en el océano: la empresa responsable del Neptune Memorial Reef, en Florida, indica que “crea vida tras vida” en el océano y que también ofrece monumentos conmemorativos hechos de concreto y restos incinerados, que tienen un costo a partir de mil 295 dólares, para generar fondos. “Construir un arrecife cuesta dinero, mucho”, dice Jim Hutslar, su director de operaciones.

Hutslar señala que el arrecife artificial alberga 56 especies de peces, así como cangrejos, erizos de mar, esponjas y corales. Cuando esté terminado, contará con 250 mil monumentos que cubrirán más de 6.5 hectáreas, convirtiéndolo en uno de los arrecifes creados por el hombre más grandes del mundo.

En Dorset también adoptaron esta idea, como parte de un plan para atraer a los buceadores al condado. Dos buceadores locales, Marcus Darler y Sean Webb, consiguieron el permiso del Crown Estate (la monarquía es la propietaria de los fondos marinos del Reino Unido) para disponer de un terreno de un kilómetro cuadrado frente a la costa de Weymouth y Portland para construir un arrecife que ayude a regenerar la población local de langostas, además de funcionar como un lugar de buceo. “Para ayudar con el financiamiento, se nos ocurrió la idea de Solace Reefs”, cuenta Darler.

Con el apoyo de Collins, crearon domos perforados hechos con piedra caliza de Portland triturada y cenizas humanas. Desde 2014, han colocado 16 domos. Tras bucear por el lugar, un biólogo marino informó: “Había una verdadera diversidad de invertebrados cubriendo las rocas […] Se ha convertido en un nuevo ecosistema”.

Tanto Frankel como Hutslar comentan que a muchas personas les interesa replicar el modelo. “Recibo llamadas con regularidad”, dice Frankel. “El problema es que todos piensan que se trata de un plan para hacerse rico rápidamente“. No obstante, añade que “no tengo ninguna duda de que se generalizará”.

Sin embargo, no todos están convencidos. El modelo sigue implicando la cremación, que, en promedio, libera 400 kg de dióxido de carbono a la atmósfera por cada cuerpo. “Si la gente de verdad quiere marcar la diferencia, entonces que no elija la cremación”, dice Rosie Inman-Cook, directora de la organización benéfica Natural Death Centre. “La cremación es un desastre“.

Los arrecifes artificiales también utilizan concreto, cuya fabricación es responsable de hasta el 8% de las emisiones mundiales de CO2. El concreto tiene un enorme costo ambiental, señala Michael Steinke, biólogo marino en la Universidad de Essex, “así que desde ese punto de vista quizás no sea la mejor idea, si realmente estás preocupado por el medio ambiente”.

Inman-Cook desconfía de lo que ella denomina productos y servicios funerarios “sensacionalistas”. La preocupación por el medio ambiente ha conducido a innovaciones extravagantes, desde los “ataúdes vivientes” fabricados con fibra de hongos hasta las urnas “semillas” con forma de huevo, que permiten el crecimiento de un árbol sobre los restos del difunto. “Se trata de improvisaciones”, comenta, argumentando que estas ideas constituyen una distracción de los cambios más fundamentales que se necesitan. Inman-Cook afirma que el entierro natural es lo mejor para el medio ambiente.

Hock señala que también se mostraba escéptica ante algunas de las nuevas ideas de entierros, pero que quedó impresionada por la vida marina que vive en algunos de los nuevos arrecifes y pensó que sería menos difícil para su familia que cuidar una tumba.

“El video que vi mostraba lo rápido que los peces repoblaban estas bolas de aspecto peculiar, por lo que el concepto parecía funcionar”, comenta. ” Me resulta interesante, la idea de hacer crecer de nuevo algo que fue destruido”.

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