Uber pagó a académicos miles de dólares por investigaciones para difundir en medios
Los economistas franceses Augustin Landier (izquierda) y David Thesmar. Foto compuesta: Guardian Design

Uber pagó a académicos de alto nivel en Europa y Estados Unidos cientos de miles de dólares para elaborar informes que pudieran ser utilizados como parte de la campaña de presión de la empresa.

Los Archivos de Uber, un almacenamiento de miles de documentos confidenciales filtrados a The Guardian, revelan lucrativos acuerdos alcanzados con varios destacados académicos a los que les pagaron por publicar investigaciones sobre los beneficios de su modelo económico. Los informes fueron encargados mientras Uber luchaba contra los reguladores en ciudades clave de todo el mundo.

Los economistas universitarios fueron objeto de ataques en Francia y Alemania, países en los que la aplicación de las autoridades fue cada vez más estricta en 2014 y 2015.

Un informe de un académico francés, que pidió 100 mil euros como pago de asesoría, fue citado en un artículo del periódico Financial Times de 2016 como evidencia de que Uber era una “ruta de salida de los barrios bajos franceses”, lo cual complació a los ejecutivos de Uber.

Utilizando técnicas comunes en las campañas políticas de los partidos, Uber recurrió a académicos y centros de estudios para que la ayudaran a construir una narrativa positiva, concretamente la de que creaba empleos bien remunerados que les gustaban a los conductores, ofrecía servicios de transporte económicos a los consumidores e impulsaba la productividad.

Los documentos muestran cómo sus grupos de presión planearon utilizar la investigación académica como parte de una cadena de producción de munición política que podría ser suministrada a los políticos y a los medios de comunicación.

El objetivo consistía en utilizar la investigación para aumentar la presión para cambiar las normas que Uber estaba evadiendo. Aunque se mencionaba la participación de Uber en los informes, los archivos filtrados exponen la manera en que la empresa deseaba utilizar el trabajo de los académicos y su reputación para promover sus objetivos, y la cantidad que estaba dispuesta a pagarles.

En Francia, el acuerdo de asesoría de 100 mil euros fue negociado con una estrella emergente de la economía universitaria, el profesor Augustin Landier de la Facultad de Economía de Toulouse. Landier aceptó realizar un informe que describió en los correos electrónicos enviados al equipo de política y comunicación de Uber como “factible para las relaciones públicas directas para demostrar el papel económico positivo de Uber”.

Landier propuso una colaboración con David Thesmar, otro profesor de alto perfil perteneciente a la mejor facultad de negocios de Francia, la École des Hautes Études Commerciales de Paris (HEC).
En las conversaciones mantenidas en febrero de 2015, los directivos de Uber señalaron que, aunque el precio era elevado, valía la pena, en especial si trabajaban en los mensajes de los informes “para garantizar que no sean presentados bajo una perspectiva potencialmente negativa”.

El informe apareció en medio de un intenso debate sobre la pérdida de empleos causada por Uber, con Emmanuel Macron, quien entonces era ministro de Economía de Francia, intentando forzar cambios económicos.

Un miembro del equipo de políticas de Uber escribió en su momento que “la validación cuantificada del nuevo tipo de trabajo que crea Uber en Europa, sobre todo cuando la realiza un economista de la reconocida talla de Landier, nos ayudaría enormemente”.

Los académicos se mostraron entusiasmados con los datos de Uber porque les proporcionaban una inusual evidencia en tiempo real sobre el efecto de los precios en los mercados, uno de los aspectos clave entre los economistas liberales que abogan por el libre mercado.

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Uber indica que el hecho de facilitar sus datos a los investigadores ha proporcionado información importante acerca de la naturaleza cambiante del trabajo y la movilidad. Foto: Jakub Porzycki/NurPhoto/Rex/Shutterstock

A cambio de los pagos de asesoría, Landier también quiso llevar a cabo un estudio independiente no remunerado utilizando los datos de Uber. La filtración muestra que a los ejecutivos de Uber les preocupaba que eso significara “perder el control editorial”, sin embargo, un empleado de alto nivel concluyó: “Consideramos que el riesgo es bajo en este caso porque podemos trabajar con Landier en el marco del estudio y también nosotros decidimos qué datos compartimos con él”.

El día anterior a la publicación del informe elaborado por Landier y Thesmar, en marzo de 2016, apareció el artículo del Financial Times que lo citaba. “Las aplicaciones de taxis han creado empleos para los jóvenes más pobres de París, no obstante, se cierne sobre ellos una restricción regulatoria”, indicaba el artículo.

En el artículo se citaba a Thesmar diciendo que Uber suponía un “punto de inflexión social”.
El informe contaba con un tercer coautor, Daniel Szomoru, un economista interno de Uber. Aunque su puesto de trabajo y el acuerdo de asesoría académica con Uber estaban reconocidos en una nota a pie de página, los detalles de los pagos no lo eran. Ni Szomoru ni el hecho de que el informe fuera pagado por Uber se mencionaron en el artículo publicado por el Financial Times.

Algunos de los principales calificativos del informe no aparecieron en la cobertura de la prensa, entre ellos la conclusión de los académicos de que los conductores de Uber que no ganaban mucho dinero solían dejar la plataforma.

El informe detalló que estos conductores recibieron “pagos” de un promedio de 19.90 euros por hora. Sin embargo, esto no incluía los importantes gastos que tienen que pagar los conductores –como la renta del auto, el seguro y el combustible– que se tenían que deducir de este “pago” promedio antes de poder calcular las ganancias. En el artículo publicado por el Financial Times, que fue retuiteado por Landier y otros, esto se convirtió sencillamente en: “La mayoría gana 20 euros por hora, más del doble del salario mínimo“.

Uber se mostró encantado con el artículo del Financial Times. Una persona escribió: “¡Guau!”, felicitando al equipo que “lo logró”.

El Financial Times señaló que su artículo estaba basado en su propio y extenso trabajo de campo, que cubría las desventajas de conducir para Uber, incluidas los bajos salarios, así como los beneficios, y que Uber no lo había contactado ni informado de forma proactiva. Citó a otros expertos además de Thesmar y dejó en claro que su trabajo estaba basado en datos de Uber, y defendió su artículo, señaló un vocero.
Landier y Thesmar indicaron que su asesoría remunerada al servicio de Uber fue declarada y transparente. Se negaron a realizar más comentarios.

Hubert Horan, economista que trabaja en el Stigler Center de la Universidad de Chicago y un crítico desde hace mucho tiempo del modelo de Uber, señaló que los académicos generalmente ignoran el hecho de que Uber estuvo gastando miles de millones de dólares de los inversionistas para subsidiar tanto a los conductores como a los pasajeros y que los “pagos” otorgados a los conductores no eran lo mismo que los ingresos. Por lo tanto, las afirmaciones respecto a la calidad de los empleos o los precios eran insostenibles, argumentó.

“Uber utilizó técnicas que habían resultado exitosas en entornos políticos partidistas para crear la creencia generalizada de que una empresa que ha perdido más de 20 mil millones de libras era sumamente innovadora y creaba inmensos beneficios para los usuarios y las ciudades”, comentó. “Se convirtió en un gigante imparable de relaciones públicas”.

Cuando se habló de un rápido encargo de 10 mil euros para otro economista francés, Nicolas Bouzou, descrito como alguien con “alto potencial para aprovechar este trabajo en los principales medios de comunicación”, los ejecutivos de Uber coincidieron en que el hecho de organizarlo a través de un centro de estudios “añadiría credibilidad al análisis”. También comentaron la posibilidad de “aprovechar” el informe de Landier al mismo tiempo.

Bouzou publicó su informe por encargo de Uber en enero de 2016. Indicó que el informe no pretendía ser un estudio académico y que se había declarado el financiamiento de Uber. El autor reconoció que la confiabilidad de los datos provenientes de clientes corporativos era “para nosotros un riesgo importante”, no obstante, expresó que nunca estructuró sus informes para que se ajustaran a las necesidades de mercadotecnia de un cliente.

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El profesor Justus Haucap. Foto: Ullstein Bild/Getty Images

En Alemania, país en el que las autoridades tomaron medidas drásticas contra las infracciones normativas de Uber en 2014, el profesor Justus Haucap, un destacado economista en el Instituto de Economía de la Competencia (DICE) de la Universidad de Düsseldorf, aceptó realizar un estudio sobre los “beneficios para el consumidor derivados de una liberalización del mercado de los taxis en Alemania”.

El estudio fue realizado en colaboración con una sección de asesoría del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), descrito por los ejecutivos de Uber en correos electrónicos internos como “el centro de estudios que tiene mayor influencia en el actual gobierno (alemán)”, por lo que la filtración sugiere que se trató de un pago de 48 mil euros más IVA.

Se esperaba que los académicos ayudaran a promover la investigación en eventos y en la prensa, según sugieren un acuerdo de servicio y facturas filtrados.

Haucap presentó el informe en eventos destinados a influencers y políticos en Berlín.

Haucap, su empresa de consultoría DICE Consult y DIW señalaron que, si bien los datos fueron proporcionados por Uber, el estudio cumplió con rigurosos estándares científicos independientes y no estuvo predeterminado por Uber. Añadieron que el estudio fue identificado como un informe pagado por Uber.

Uno de los primeros acuerdos cerrados por Uber con académicos de alto nivel fue con el profesor Alan Krueger de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, en 2015. Krueger fue el principal asesor económico de Barack Obama y era famoso por ser una autoridad en materia de aumento del salario mínimo legal, por lo que poseía una especial influencia cuando se trataba de defender el impacto de Uber en el empleo.

Los Archivos de Uber revelan por primera vez que el profesor recibió un pago de aproximadamente 100 mil dólares por un estudio que fue ampliamente citado en apoyo a Uber como creador de buenos empleos precisamente porque operaba al margen de la normativa. Correos electrónicos internos de Uber señalan que él “era útil con la prensa”.

Posteriormente, el estudio atrajo la polémica. Krueger, quien falleció en 2019, reconoció su trabajo remunerado de asesoría para Uber, pero nunca indicó cuánto había recibido. Otros académicos expresaron que sus conclusiones no podían ser revisadas por pares porque sus datos no fueron compartidos abiertamente

Uber indicó que el hecho de facilitar sus datos a los investigadores proporcionaba información importante sobre la naturaleza cambiante del trabajo y la movilidad, y que en los casos en los que remuneraba a los académicos siempre se revelaba dicha relación. El informe de Landier y Thesmar dejaba en claro que las cifras de “pagos” que proporcionaba no incluían los costos de los conductores, y añadió que los conjuntos de datos de Uber estaban disponibles para las personas que desearan revisar la investigación siempre y cuando firmaran un acuerdo de uso de datos.

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