Aranceles verdes: ¿qué son y por qué son importantes?
La reducción del carbono impone costes a industrias como la siderúrgica, que dependen en gran medida de los combustibles fósiles. Foto: Dean Lewins/AAP

¿Por qué hablamos de aranceles verdes?

La reducción del carbono impone costes a algunas industrias, sobre todo a aquellas que actualmente dependen en gran medida de los combustibles fósiles, como la siderurgia, o que emiten carbono como parte de sus procesos, como la producción de cemento y concreto.

Esto plantea un dilema a los gobiernos que se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Cuál es el dilema?

La cuestión a la que se enfrentan es la de cómo reducir el dióxido de carbono sin poner a sus industrias en desventaja competitiva en la economía mundial. Si un gobierno obliga a su industria pesada a reducir sus emisiones de carbono mientras que otro no, las empresas radicadas en el país cuya normativa es más laxa podrán rebajar los precios de las empresas situadas en los países más limpios mediante productos más baratos. Esto puede significar que las empresas se trasladen a los países rezagados con el fin de beneficiarse de sus precios más bajos, un proceso conocido como fuga de carbono.

También puede significar que los productos más baratos se vendan en mayor número, emitiendo mayor cantidad de carbono en el proceso, por lo que no se consigue una reducción global del carbono que llega a la atmósfera, mientras que las industrias de los países más limpios sufren sin que ello suponga un beneficio para el clima.

¿Cómo se puede evitar esto?

Los gobiernos pueden imponer costes u otras barreras a las importaciones. Estas regulaciones comerciales son conocidas como impuestos fronterizos sobre el carbono, mecanismos de ajuste fronterizo de carbono (CBAM) o aranceles verdes.

Estos significan que las importaciones de determinados productos, como el acero, el aluminio o los productos químicos, estarían sujetas a impuestos que elevarían el precio de las importaciones, creando una igualdad de condiciones entre los países en los que las industrias están sujetas a normativas sobre el carbono y aquellos en los que no lo están.

¿No hay una manera más sencilla?

Sería mucho más sencillo fijar un precio mundial del carbono, que se aplicaría a todas las empresas por tonelada de CO2 producida como consecuencia de sus operaciones.

Los debates sobre la fijación de un precio mundial del carbono existen desde hace al menos dos décadas, pero no han dado resultado, y el mundo ya no tiene tiempo para esperar una solución perfecta. Los científicos señalan que necesitamos reducir las emisiones a la mitad en la próxima década para mantenernos dentro del 1.5°C de calentamiento global. Eso significa que los gobiernos deben actuar de inmediato, y muchos consideran que los CBAM son la forma más eficaz.

¿Quién va a tener un CBAM y quién se verá afectado?

La Unión Europea dio los primeros pasos hacia el CBAM en la madrugada del martes, acordando la imposición de requisitos de información sobre emisiones de carbono a sectores como la siderurgia, el cemento, los fertilizantes, el aluminio, la electricidad y el hidrógeno.

Si se aprueba el acuerdo, aún provisional, se dará comienzo a una fase de prueba a partir del próximo mes de octubre.
Antes de la guerra de Ucrania, Rusia habría sido considerada un objetivo clave para los CBAM de muchos países, entre ellos la Unión Europea, el Reino Unido y Estados Unidos. No obstante, la guerra en Ucrania ha supuesto que Rusia esté ahora sujeta a normas y sanciones más estrictas basadas en su agresión, por lo que los CBAM (al menos por el momento) son menos relevantes en ese contexto.

En general, los países con más probabilidades de enfrentarse a aranceles verdes son aquellos que tienen un gran consumo de combustibles fósiles y grandes industrias pesadas centradas en la exportación, como China, Australia, Turquía e India. Es posible que esos países tomen represalias imponiendo sus propios aranceles y desencadenando una guerra comercial, o que se quejen ante la Organización Mundial del Comercio, donde las propuestas podrían verse envueltas en años de disputas legales.

Todo esto suena muy teórico, ¿cuál será el impacto sobre mí?

Los gobiernos esperan que la mayoría de las personas sientan un impacto mínimo. Es probable que los CBAM solo afecten a un pequeño número de productos, y es probable que las empresas absorban en la medida de lo posible los aumentos de precios que se produzcan, en lugar de transmitirlos a los consumidores. Los bancos centrales esperan que las elevadas tasas de inflación actuales disminuyan el próximo año, lo que ofrecería un mayor margen para utilizar los CBAM sin que ello repercuta en un aumento de los precios.

El peligro es que, si estalla una guerra comercial, una amplia variedad de productos podría quedar atrapada en ella, lo cual podría provocar escasez para los consumidores o aumentos de precios en las tiendas, pero esto es todavía algo improbable. Como aspecto positivo, las repercusiones podrían ser beneficiosas, en caso de que los países y las industrias se vuelvan más ecológicos como consecuencia de ello.

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