Gatos, cacahuates, picaduras de abeja… la irritante verdad sobre las alergias
Amigo peludo: los gatos y los perros también padecen cada vez más alergias, pero no ocurre lo mismo con los animales salvajes. Foto: Getty Images

Cuando Theresa MacPhail tenía cuatro años, su hermano murió en un accidente. Cuando tenía 14 años, su madre murió en un accidente automovilístico. Y cuando tenía 24 años, su padre murió de un shock anafiláctico después de que una abeja entrara por la ventana abierta de su camioneta y le picara en el cuello. Para cualquier otra persona, estas experiencias devastadoras habrían sido casi con toda seguridad catastróficas desde el punto de vista psicológico. “Tengo varios amigos que son profesores de psicología, y siempre me dicen: ‘No te ofendas, pero, por derecho, deberías ser drogadicta, o tener graves problemas emocionales’“, comenta sonriente, a través de Zoom desde su casa en Nueva York, vestida con una alegre sudadera cubierta de gatitos luminosos.

En lugar de eso, MacPhail decidió utilizar lo que había vivido como base para su doctorado en laUniversidad de California en Berkeley y después para su carrera como antropóloga médica. Se ríe. “Soy como la dama de la muerte. Toda mi vida he pensado en las cosas que hacen que las personas se enfermen y fallezcan, debido a mi historia. Estas son las aguas en las que he estado inmersa desde que era una niña. En lugar de ignorarlo, decidí enfrentarme a todos mis miedos e inseguridades sobre la mortalidad. Y entonces básicamente lo convertí en mi profesión”.

Gran parte de la investigación antropológica de MacPhail se centra en nuestro miedo colectivo a los virus, sin embargo, hace seis años y a sus más de 40 años, las repetidas infecciones pulmonares hicieron que le diagnosticaran inesperadamente una alergia respiratoria. “Cuando tienes 24 años, crees que eres invencible, por lo que la única vez que pensé en si tenía la misma alergia que mi padre fue cuando se me acercó una abeja. Pero después de que me diagnosticaran, les conté a todos mis amigos que estaba intentando averiguar a qué era alérgica, y resulta que todo el mundo tiene una historia de alergias. Y entonces pensé: ‘Esperen, ¿hasta qué punto son frecuentes las alergias? Me surgieron dudas sobre si esto nos está ocurriendo únicamente a nosotros ahora o si ocurría lo mismo en el pasado. Encontré artículos académicos, pero nada accesible. Me estaba quejando con un amigo que también es antropólogo médico. Y esa conversación ahora es famosa en mi mente, porque me dijo: ‘Oye, ¿acaso no eres investigadora?'”.

El resultado es un libro brillantemente exhaustivo y sumamente sencillo de leer, titulado Allergic: How Our Immune System Reacts to a Changing World, que fue escrito a lo largo de cinco años y es el primero que hace un seguimiento tanto de la historia de las alergias como del estado de la ciencia moderna de la alergia, al tiempo que intenta llegar al fondo de cómo, hace casi 30 años, su padre llegó a ser mortalmente alérgico al veneno de las abejas sin saberlo, y si ella también podría serlo. Si eso suena escandalosamente complicado, es porque lo fue. “Todos los especialistas en alergias a los que consulté me dijeron que era imposible. Todos me decían: ‘¿Qué intentas hacer? Y yo les contestaba: ‘Intento abarcar toda la historia’. Y ellos respondían: ‘¿De todas las alergias?’ Y yo decía: ‘Sí’, y ellos contestaban: ‘Buena suerte'”.

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Difícil de descifrar: la alergia al cacahuate afecta actualmente a 1 de cada 70 niños, en comparación con 1 de cada 250 en 1997. Foto: Craig Cutler/Archivo Trunk

Resulta sorprendente que este sea el primer libro popular de divulgación científica de este tipo. “Culturalmente, la gente se ha autoenseñado que las alergias no son gran cosa. Sin embargo, las alergias son una señal de que tu sistema inmunitario no está contento con el mundo en el que vives. Y creo que esa es una conversación que todos deberíamos tener”.

A pesar de haber entrevistado a prácticamente todos los mejores especialistas e investigadores de alergias del mundo y de haberse sometido a pruebas exhaustivas, es muy poco probable que MacPhail llegue a saber con exactitud a qué es alérgica, a menos que sea lo suficientemente desafortunada como para sufrir una reacción extrema y, por tanto, muy evidente. Su experiencia refleja la de muchas personas alérgicas. Mi hija de seis años tiene una alergia respiratoria y, aunque le hemos hecho pruebas, no tenemos ni idea de por qué. Como no es grave y no pone en peligro su vida, no hemos logrado que la remitan a un especialista en alergias del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, a pesar de que le hace la vida imposible. También tuvo alergia a la leche de vaca y a la proteína de soya cuando era bebé, lo cual la convierte en una del 48% de las personas alérgicas que padecen más de una alergia.

La única forma de saber con seguridad si uno es alérgico a algo es acudir a un especialista“, comenta MacPhail. “Pero no quiero ser superficial al respecto, porque muchas personas simplemente no pueden hacerlo: no hay tantos especialistas en alergias y no es una especialidad popular. Y si tus alergias no cumplen con los requisitos, tendrás que pagar con tu propio dinero”. También existen otros factores que influyen en el acceso a los servicios. “Por ejemplo, en el caso de la alergia cutánea, durante años solo se dio educación a la gente de piel blanca, por lo que es posible que el eczema esté infradiagnosticado en la piel de color”, comenta MacPhail. En el Reino Unido, conseguir una remisión o una receta puede depender de la cantidad de capacitación que tu médico general haya obtenido voluntariamente, las alergias solo se convirtieron en una materia obligatoria del plan de estudios de los médicos generales en 2019, lo que significa que es posible que muchos médicos generales no tengan ninguna capacitación en alergias, a pesar de que las alergias son el motivo del 8% de todas las consultas de médicos generales. Solo hay 40 especialistas en alergias para adultos, e incluso un número menor de especialistas pediátricos trabajando en el Servicio Nacional de Salud, según datos de la organización benéfica Allergy UK, que actualmente está pidiendo que se asignen enfermeras especializadas en alergias en todos los consultorios de los médicos generales, a raíz de un ensayo en el que el 95% de los pacientes con alergias fueron atendidos con éxito en los consultorios de sus médicos.

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‘Soy como la dama de la muerte. Toda mi vida he pensado en las cosas que hacen que las personas se enfermen y fallezcan, debido a mi historia’: Theresa MacPhail. Foto: Benedict Evans/The Observer

Desde hace tiempo, las pruebas anecdóticas sugieren que nuestro problema de alergias está empeorando, no obstante, hasta hace poco era difícil estar seguros de esto. Somos mejores diagnosticando alergias que hace dos siglos, por ejemplo, y la teoría siempre ha sostenido que en aquel entonces a la gente le preocupaba más la tuberculosis o cualquiera de las innumerables otras enfermedades que podían matarte a ti o a tus hijos en la era anterior a los antibióticos y los antisépticos. La secreción nasal, el sarpullido con comezón o el malestar estomacal prácticamente no se registraban, lo que significaba que, si bien las reacciones mortales a las mordeduras y picaduras ocurrían, si existían las alergias respiratorias, dermatológicas o alimentarias, nadie les prestaba mucha atención. (Por otra parte, los escritores de diarios como Pepys registraban cada molestia, por lo que si las alergias crónicas fueron comunes antes de la Revolución Industrial, los enfermos debilitados seguramente habrían dejado pistas).

Sin embargo, MacPhail recopiló una serie de datos que demuestran de forma concluyente que sí, que cada vez somos más alérgicos. El estudio de la Food Allergy and Anaphylaxis Network revela que la alergia al cacahuate afecta actualmente a 1 de cada 70 niños, en comparación con 1 de cada 250 en 1997. En Estados Unidos, en promedio, actualmente llega alguien a urgencias cada dos horas con una reacción alérgica grave. Un estudio realizado por el Imperial College de Londres sugiere que la anafilaxia por alergia alimentaria aumentó un 5.7% entre 1998 y 2018. Las hospitalizaciones por asma en Estados Unidos se triplicaron entre 1970 y 1990, y las tasas de asma siguen aumentando en los países en vías de desarrollo.

Resulta más difícil medir las tasas nacionales o mundiales de alergias menos catastróficas, como la fiebre del heno (rinitis alérgica), que se observó por primera vez en el siglo XIX, o las alergias que provocan reacciones aisladas, en parte porque muchas personas se autodiagnostican –a veces con exactitud, a veces no– y porque los médicos generales no siempre reconocen o registran las alergias. El cálculo moderado de MacPhail, tras examinar bases de datos mundiales de calidad altamente variable, es que el 10% de la población mundial –800 millones de personas– padecerá una alergia respiratoria en algún momento de su vida. No obstante, comenta que es imposible saber con exactitud cuántas personas padecen otras alergias, debido a la gran variación que existe en la forma en que se diagnostica a una persona, si es que se le diagnostica alguna. La organización Allergy UK señala que uno de cada tres británicos padecerá una alergia a lo largo de su vida y que, en la actualidad, el 50% de los niños británicos tienen alguna alergia. Las investigaciones realizadas por la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) sugieren que hasta la mitad de los europeos podrían verse afectados por una alergia en 2025. Quizás no dispongamos de cifras exactas, pero es evidente que las alergias son un gran problema, cada vez mayor.

Otro problema que presentan los datos –que muchas veces se basan en autoreportes– es que el público malinterpreta la diferencia entre las intolerancias y las alergias. “La mayoría de nosotros no entendemos lo que indican los resultados de un scratch test (prueba de rascado)”, comenta MacPhail, refiriéndose a las pruebas que se realizan raspando la piel y aplicando una cantidad minúscula de posibles alergenos, para después esperar a ver si se produce una reacción cutánea. “Solo te indican si tienes sensibilidad. La diferencia entre sensibilidad, intolerancia y alergia es lo que más nos gustaría entender a todos los especialistas en alergias“.

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Encuesta extraoficial: El 48% de las personas alérgicas padece más de una alergia. Foto: Rob Shaw/Shutterstock

¿Ella puede ayudarnos? “Por esta razón es tan importante acceder a una mejor atención médica, porque es casi imposible saberlo sin consultar a un especialista en alergias. El mejor ejemplo es la intolerancia a la lactosa en comparación con la alergia a la leche. Pueden parecer similares, pero la diferencia radica en que cuando tienes una intolerancia, no produces la enzima que descompone la proteína de la leche, lo cual te produce dolor de estómago y en realidad no te cae bien. Tampoco te sientes bien si tienes alergia a la leche y la ingieres, pero la diferencia está en que estás activando mastocitos, basófilos, células T y inmunoglobulina E (IgE) y todo tu sistema está entrando en acción. Sin embargo, es muy difícil saber a nivel sintomático –a no ser que sufras una anafilaxia– cuál es una intolerancia y cuál una alergia”.

Cuando se trata de pruebas de rascado, la situación es todavía más confusa. “Si alguien cree que tiene alergia a la leche y reacciona cada vez que toma leche, pero su análisis de sangre muestra niveles normales de anticuerpos y su prueba cutánea resulta negativa, entonces la probabilidad de que sea una alergia es escasa o nula. Por otro lado, la prueba del rascado podría dejarte una roncha enorme en el brazo, pero nunca has experimentado una reacción a la leche en la vida real”. Sin un especialista en alergias que analice tu caso y tus antecedentes familiares y reúna los resultados de tus análisis de sangre y cutáneos, la roncha solo significa que tienes una sensibilidad, que quizás nunca se traduzca en síntomas, y no necesariamente significa que tengas que cambiar tu comportamiento.

También es más fácil que te tomen en serio cuando calificas tus síntomas como una alergia. “Quiero recalcar que las intolerancias son terribles y entiendo por qué resulta confuso. En Reddit, existe una comunidad subreddit para las alergias, y las personas publican fotos de las ronchas que tienen en sus brazos o espaldas después de una prueba de rascado, diciendo: ‘Miren todas estas cosas a las que soy alérgico’.

“Estas pobres personas van a estar evitando todas estas cosas, cuando no tienen por qué hacerlo. Y aquí está el problema: si evitas algo, en realidad puedes desencadenar por accidente una alergia porque le estás negando a tu sistema inmunitario el entrenamiento que necesita para tolerarlo. Crees que eres alérgico a la leche, no tomas leche y tu cuerpo olvida cómo es la proteína de la leche. La próxima vez que la ingieras, es posible que te hayas provocado una reacción alérgica”.

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Flotando en el aire: el cambio climático está provocando niveles más altos de polen. Foto: Levi Brown/Archivo Trunk

Entonces, ¿por qué nos estamos volviendo cada vez más alérgicos? “Nadie sabe cuál es la causa. Es multifactorial. Eso es bastante abrumador y pensar en cuál sería la solución también es abrumador. Le pregunté a todos los expertos: ‘¿Cuál es la causa? Todos se negaron a responder y se limitaron a decir: ‘Todo’. Es todo lo que estamos haciendo”.

Hay muchos factores que, según muestra la exhaustiva investigación de MacPhail, forman parte del cuadro de alergias. El desplazamiento masivo de personas a las ciudades durante la industrialización, que redujo nuestro acceso a la luz del día, a los animales, a la suciedad y a las plantas autóctonas (el Reino Unido se industrializó primero y con mayor rapidez, lo cual podría explicar la razón por la que nos encontramos entre los tres primeros países del mundo en lo que a alergias se refiere). Cada vez somos más los que vivimos en casas más cálidas, húmedas, mohosas y llenas de ácaros amantes de la tapicería. Los niños juegan menos al aire libre durante los tres primeros años de vida. La deficiencia de vitamina D se debe al cambio a una economía de oficina. El uso de productos de limpieza que matan las bacterias e irritan los pulmones. Toallitas antibacteriales. La genética. Las hormonas. El uso del lavaplatos, que elimina todo rastro de bacterias potencialmente protectoras de nuestra vajilla. Antibióticos. El aumento de los partos por cesárea y la disminución de las tasas de lactancia materna, que parecen afectar la microbiota de los recién nacidos y están asociados a mayores tasas de alergia. El cambio climático, que provoca mayores niveles de polen. La contaminación atmosférica. El uso de inhibidores de la bomba de protones como Nexium para problemas digestivos. Incluso las zonas verdes de las ciudades podrían estar causando un aumento de las alergias en la nariz. “Los estudios han demostrado que el acceso a los espacios verdes es bueno para nuestra salud mental. Excepto que ahora, cuando leo sobre proyectos verdes, debido a mi investigación, pienso: ‘Oh, no, ¿qué tipo de árboles van a plantar?'”.

Básicamente, lo que demuestra Allergic es que nuestro sistema inmunitario no se ha adaptado en absoluto al mundo moderno. “Varios médicos me dijeron que si pudiéramos hacer un experimento en el que todo el mundo viviera como en 1600, disminuirían las alergias; pero, por supuesto, ninguno de nosotros va a hacerlo”, comenta. Resulta fascinante que MacPhail también señale que los animales de compañía, como perros y gatos, también se están volviendo más alérgicos, pero que no existen indicios de que ocurra lo mismo con los animales salvajes, lo cual indica que gran parte del rompecabezas se encuentra dentro de nuestros hogares.

“Todos queremos que haya una respuesta. Y entonces todos podemos dejar de hacer X, independientemente de lo que sea X, y desaparecerá el problema de la alergia. Así no es como funciona, es demasiado complejo y evidencia lo poco que sabemos sobre los mecanismos inmunitarios básicos”. A MacPhail le encantaría que se destinaran más fondos a lograr una mejor comprensión de las alergias y el sistema inmunitario, en lugar de a la investigación aplicada que busca tratamientos farmacológicos que se limitan a ajustar ciertos elementos del sistema inmunitario y que tienen efectos secundarios. “Espero que Bill Gates lea el libro, porque su presupuesto mundial para la salud es de 8 mil millones de dólares. No quiero ser demasiado cínica, pero las empresas farmacéuticas ganan mucho dinero con las alergias, porque normalmente son de por vida. El Dupixent, por ejemplo, es un medicamento realmente asombroso y hace grandes cosas por las personas que padecen eczema, pero hay que tomarlo de por vida. Cuesta hasta 4 mil 200 dólares al mes. Ya es un medicamento de 4 mil millones de dólares, y podría llegar a costar entre 12 mil y 20 mil millones de dólares cuando terminen. Es muy lucrativo solo para frenar el sistema inmunitario”.

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‘Si evitas algo, puedes desencadenar por accidente una alergia porque le estás negando a tu sistema inmunitario el entrenamiento que necesita para tolerarlo’. Foto: David Hoare/Alamy

A MacPhail le preocupa que el libro no pueda hacer lo que la gente espera. “Las alergias realmente alteran la existencia de las personas y su calidad de vida disminuye drásticamente. Todo, desde el sueño hasta el estado de alerta y el ánimo. Existen mayores tasas de depresión y ansiedad entre las personas que padecen alergias moderadas o graves, y los padres de niños que tienen una alergia alimentaria mortal experimentan mayores niveles de ansiedad que alguien que acaba de sufrir un problema cardíaco. Es mucho con lo que hay que vivir. Y para mí el hecho de aparecer en escena y decir: ‘Lo siento mucho, no hay una solución fácil’, no es lo que las personas quieren escuchar”.

Es cierto que mi situación no es para nada tan grave como la de otras familias, pero el libro me tranquilizó profundamente. Ahora que sé que no hay forma de que pueda buscar en Google a media noche el origen de las alergias de mi hija y que las causas están fuera de mi control individual, puedo poner fin a mi búsqueda y concentrarme en reducir sus síntomas en la medida de lo posible.

“Las personas alérgicas son canarios en la mina de carbón”, comenta MacPhail, que ya no se muestra tan alegre. “Las tasas de alergia seguirán subiendo. Tenemos que empezar a pensar en cosas difíciles, y tenemos que empezar a hacer cosas difíciles, lo cual quizás signifique reorganizar completamente la forma en que abordamos todo. Tenemos dos opciones, y una es muy, muy difícil. La otra es muy, muy difícil en un sentido diferente. Nuestros cuerpos no están cómodos. Nos estamos irritando hasta la muerte”.

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