Los incendios de Canadá son cada vez más intensos y la reconstrucción se convierte en un reto
Estructuras dañadas vistas en Lytton, Columbia Británica, el 9 de julio de 2021. Foto: Cole Burston/The Guardian

Mona Crowston solo tuvo unos minutos para recoger sus pertenencias antes de que el incendio forestal que ardía desde hace varios días en las afueras de su pueblo se extendiera hacia su casa. La mujer, de 84 años, ya tenía una maleta preparada, por si acaso.

“Me aseguré de ordenar lo que pude antes de irnos. Lo último que quería era regresar a casa y ver la habitación desordenada”, explicó.

Ella y su esposo se fueron el 30 de junio de 2021. Meses después, cuando por fin regresaron al lugar donde vivieron 47 años, lo único que encontraron fueron los cimientos calcinados y derruidos.

La mayor parte del pueblo canadiense de Lytton también había quedado destruida.

La temporada de incendios forestales de primavera de este año ha sido la peor registrada en Canadá, ya que se han incendiado más de 5 millones de hectáreas, una cifra superior a la de todas las temporadas de 2016, 2019, 2020 y 2022 juntas.

Este año ya han quedado destruidas más de 200 viviendas. Y como aún faltan varios meses más cálidos y secos, las experiencias de aquellos que vieron sus vidas destruidas a causa de anteriores incendios forestales plantean grandes interrogantes tanto sobre la capacidad de Canadá para la reconstrucción después de un desastre, como sobre su compromiso con las víctimas durante los meses y años posteriores a la extinción de los incendios.

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Un incendio forestal visto desde un helicóptero de las fuerzas canadienses que inspecciona la zona situada cerca de Mistissini, Quebec, el 12 de junio. Foto: Fuerzas Armadas de Canadá/Reuters

En los días previos al incendio de Lytton, la región circundante de la provincia de Columbia Británica registró temperaturas récord de calor –en un momento determinado alcanzaron casi los 50ºC– y la árida tierra estaba más seca de lo normal.

“El viento ese día era simplemente tremendo”, comentó Crowston. “Y encima hacía calor. Todo estaba muy seco”.

Cuando los vientos finalmente llevaron el incendio hasta Lytton, bastaron 30 minutos para que la mayor parte del pueblo quedara destruido. Cuando los residentes regresaron brevemente para inspeccionar los daños, se dieron cuenta de que la principal zona comercial se había convertido en polvo. Las casas y los vehículos parecían haberse evaporado.

Casi dos años después del incendio, se han creado condiciones similares en todo Canadá, y las regiones típicamente húmedas se han secado completamente. El calor atípico de la temporada ha roto récords en docenas de comunidades, y zonas que no suelen experimentar intensos incendios –desde la isla de Vancouver, en el oeste, hasta Quebec, en el este– han quedado calcinadas.

JR Adams, miembro de la Primera Nación de Lytton, fue testigo de la destrucción de su propia comunidad.

Y cuando Adams vio la reciente cobertura informativa de los incendios forestales en Nueva Escocia, lo invadieron dolorosos recuerdos.

“Se me encogió el corazón. Sabía que no había nada que pudiera hacer en ese momento, excepto sentir pena por la gente que perdió sus hogares. Yo estuve en esa situación. Lo sé. Sé cómo se sienten. Y volver a verlo en las noticias, oh Dios”.

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Estructuras dañadas vistas en Lytton el 9 de julio de 2021. Foto: Cole Burston/The Guardian

Crowston, Adams y decenas de otras personas se vieron desplazadas y se quedaron sin hogar durante meses.

La huida, la pérdida y el hecho de no tener hogar tuvieron un gran impacto en la salud mental de Adams.

“Durante meses, me despertaba en un cuarto que no era mi casa. Me costó mucho tiempo aceptarlo. Hacía que fuera difícil afrontar cada día. No sabía cómo dormir. Incluso hoy en día, me asusta dormir”, explicó Adams.

A principios de este año, el medio Fraser Valley Current informó sobre los lentos esfuerzos de reconstrucción de Lytton. El pueblo “sigue siendo un montón aplastado de tierra y concreto”, indicó, y gran parte del espacio está cercado. Los residentes se quejaban de los retrasos burocráticos y de la impresión de que los habían olvidado. Los equipos de trabajo han encontrado objetos indígenas en las zonas de excavación, lo cual ha retrasado aún más el proceso. Como consecuencia, prácticamente no se ha reconstruido nada.

Ante la previsión de que en los próximos años se produzcan incendios de mayor magnitud y temperaturas más elevadas en todo Canadá, la incapacidad colectiva para reconstruir el pueblo de Lytton plantea interrogantes sobre la preparación de los gobiernos para hacer frente a crisis de gran magnitud.

“Pasé 62 años en Lytton. Y esperaba poder reconstruir. Solo quería regresar a casa y seguir con mi vida. Lo extraño muchísimo”, comentó Crowston.

Unos pocos meses antes de que se produjera el incendio, la pareja había cambiado su cuarto de baño, como parte de un plan más amplio para renovar la propiedad. Pocos días antes del incendio, habían instalado un nuevo vitral en la puerta principal. “Al menos pudimos disfrutar esa puerta durante unos días”, dijo ella.

No obstante, a medida que se alargaban los meses de alojamiento provisional –un anciano del pueblo murió con la esperanza de regresar a casa–, Crowston y su esposo finalmente llegaron a la triste conclusión de que ya no había vuelta atrás.

En noviembre, compraron una casa en la localidad de Ashcroft, a una hora al norte de Lytton, ubicada en una región que sigue estando al alcance de los incendios forestales.

“Estoy intentando establecerme. Pero construyes tu vida en algún lugar. Tienes una comunidad, recuerdos”, explicó Crowston. “Cuando veía por las ventanas de mi casa en Lytton, veías montañas. Aquí, todo lo que veo son setos”.

Glenn McGillivray, director ejecutivo del Instituto para la Reducción de las Pérdidas Catastróficas (ICLR), comentó que Canadá ya no dispone de sistemas que ayuden a agilizar los trabajos de reconstrucción después de las catástrofes naturales.

“Eso ya no ocurre. Estamos presenciando acontecimientos realmente grandes, costosos, y cada vez más próximos entre sí. Y en algunos casos coinciden”, señaló.

El clima de Canadá implica que la temporada de construcción sea relativamente corta, y con frecuencia la reconstrucción se complica debido a los problemas logísticos que supone llevar grandes equipos a comunidades aisladas. Los incendios forestales también representan retos únicos, como la forma en que los revestimientos de vinilo y los plásticos se funden en el suelo, volviéndolo tóxico.

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Los habitantes de Whitecroft, en Columbia Británica, observan cómo el incendio forestal de Embleton Mountain arrasa la montaña en dirección a las afueras del pueblo en 2021. Foto: Cole Burston/The Guardian

En Halifax, donde los incendios forestales destruyeron recientemente 200 edificios, los contratistas advierten que la reconstrucción podría durar tres años.

“Simplemente no podemos seguir así. Las catástrofes son cada vez más graves y costosas. Estamos llegando a un punto en el que vamos a gastar más en la recuperación que en la construcción de nuevos edificios en Canadá. Esa es la tendencia y simplemente no podemos seguir así. Se tiene que hacer algo”, señaló McGillivray.

Aunque la comunidad de Lytton está bajo la jurisdicción de la provincia, la reserva de la Primera Nación de Lytton depende de la supervisión federal, lo cual agiliza algunos aspectos del proceso de reconstrucción. En septiembre, Adams recibió la noticia de que ya estaban listas las casas modulares de la reserva de la Primera Nación de Lytton.

“En cuanto recibí la llave, inmediatamente empaqué todo lo que había en mi cuarto. Esa noche salí del hotel con mi auto lleno. Y el regreso fue un frenesí. Pude reiniciar mi rutina de nuevo, estar con mi familia y, después de un año y medio, casi sentirme en casa”, comentó Adams. “Por fin estamos todos juntos, de nuevo en nuestras reservas. Y tengo ganas de ver cómo progresamos. Es como si estuviéramos recuperando nuestra tierra. Y es emocionante verlo”.

Sin embargo, la amplia cobertura informativa sobre los incendios que asolan el país hace que Adams no deje de pensar en la amenaza inminente de futuros incendios forestales.

“Creo que muchas personas no se dan cuenta de la rapidez con que pueden cambiar las cosas y de cómo puede cambiar tu vida”, señaló Adams. “La gente tiene que entender la rapidez con que la Madre Naturaleza puede tomar el control”.

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