¿Creará El Niño, sumado al calentamiento global, la tormenta climática perfecta?

“Muy inusual”, “preocupante”, “aterrador” y “disparatado”; las reacciones de los científicos veteranos ante el marcado aumento de las temperaturas de la superficie del Atlántico Norte en los últimos tres meses plantean la cuestión de si el clima mundial entró a una etapa más errática y peligrosa con el inicio del fenómeno de El Niño, que se suma al calentamiento global provocado por el hombre.

Desde abril, el calentamiento parece haber adquirido una nueva trayectoria. Mientras tanto, la superficie de hielo marino del planeta disminuyó en más de un millón de km2 respecto al mínimo anterior.

“Si hace unas décadas algunas personas podían pensar que el cambio climático era un fenómeno de evolución relativamente lenta, ahora somos testigos de cómo nuestro clima cambia a un ritmo aterrador“, comentó el profesor Peter Stott, que dirige el equipo de monitoreo y atribución del clima de la Oficina Meteorológica Británica. “A medida que El Niño se vaya consolidando durante el resto de este año, añadiendo un impulso adicional a los efectos perjudiciales del calentamiento global provocado por el hombre, muchos millones de personas de todo el planeta y muchos ecosistemas diversos se enfrentarán a retos extraordinarios y, desafortunadamente, sufrirán grandes daños”.

El hielo marino alrededor de la Antártida es 2.5 millones de km2 inferior al promedio para esta época del año

Diferencia en la extensión del hielo marino con respecto al promedio de 1981-2010*, millones de km2

El patrón climático de El Niño se produce cuando los vientos normales del este se debilitan y el agua caliente se extiende por todo el Pacífico.

El impacto inmediato recae sobre la vida marina, que no está acostumbrada a unas aguas que se calientan varios grados en algunas zonas. Y lo que resulta aún más preocupante, la energía adicional acumulada en el océano, que es el mayor absorbente de calor del mundo, puede provocar tormentas más intensas de lo habitual, lluvias más destructivas y olas de calor más prolongadas y calurosas.

Cuando se empezaron a registrar temperaturas extremas en el Atlántico Norte en abril, la esperanza era que se tratara de un episodio pasajero. En mayo, no obstante, la temperatura promedio de la región fue la más alta desde que se iniciaron los registros en 1850. El 12 de junio, el climatólogo Brian McNoldy provocó una tormenta en Twitter cuando calculó que, con base en datos anteriores, existía una probabilidad entre 256.0000 de que ocurriera esto.

Las temperaturas promedio de junio en el Atlántico Norte fueron las más altas registradas en esta época del año.

Temperatura diaria de la superficie del mar, C

Esta anomalía hizo que algunos comentaristas se preguntaran si estaba ocurriendo algo inesperado –un suceso sorpresivo– en el sistema climático. Las personas más serenas explicaron que era más probable que se tratara del resultado de El Niño y otros factores naturales amplificados por las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los automóviles, las fábricas y la tala de bosques.

Michael Mann, profesor presidencial distinguido de la Universidad de Pensilvania, advirtió que no se debía “seleccionar” un conjunto de datos de una región durante un periodo de tiempo relativamente corto. Era más importante, señaló, centrarse en el panorama general: la quema de combustibles fósiles estaba provocando huracanes más potentes y destructivos, además de suministrar a la atmósfera la energía necesaria para impulsar fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, olas de calor, incendios forestales e inundaciones. “Tenemos que dar un paso atrás y observar el panorama general. Y es alarmante. La verdad”, comentó Mann, “ya es bastante malo”.

Katharine Hayhoe, jefa científica de Nature Conservancy y distinguida profesora de la Texas Tech University, señaló que la anomalía de la temperatura en el Atlántico Norte era el resultado de la carga a largo plazo del sistema climático de 380 zeta julios de calor adicional procedente de las emisiones humanas de gases que retienen el calor. “Casi el 90% de esa cantidad ha ido a parar al océano; y ese aumento gradual pero inexorable del contenido de calor acumulado en el océano a lo largo de decenios, y no durante años, es lo que más les preocupa a los climatólogos”, explicó.

En los alrededores de Irlanda y el Reino Unido, el agua de las costas se ha calentado varios grados más que el promedio para la misma época del año. Las tormentas se forman ahora en el Atlántico antes de lo habitual, casi con toda seguridad como consecuencia de la energía extra que se acumula en la capa superficial del océano. Por primera vez en junio, se registraron simultáneamente dos tormentas tropicales a las que se asignó nombre, Bret y Cindy, en el Atlántico.

Las temperaturas del mar alrededor del Reino Unido fueron varios grados superiores a las normales a mediados de junio

Anomalía de la temperatura superficial del mar el 17 de junio en comparación con el promedio a largo plazo para esta época del año.

No obstante, en lugar de considerar el aumento de la temperatura en el Atlántico Norte como un fenómeno aislado, Richard Betts, jefe de la división de impacto climático del Hadley Centre de la Oficina Meteorológica Británica en Exeter, señaló: “Podemos esperar que este tipo de fenómenos ocurran con más frecuencia, lo cual, por supuesto, es motivo de gran preocupación. Para mí, estas gráficas (de la temperatura de la superficie del Atlántico Norte y del hielo marino de la Antártida) constituyen otro martillazo que evidencia la urgencia de la situación climática en la que nos encontramos”.

Aunque las emisiones humanas y El Niño probablemente son los dos principales factores del aumento en el Atlántico Norte, Zeke Hausfather, un científico del clima del Breakthrough Institute, señaló que se necesitaba más tiempo para desentrañar otros posibles factores contribuyentes, como la inusual disminución de los niveles de polvo del Sahara de este año, la gran cantidad de vapor de agua de la estratosfera, la circulación oceánica más lenta y la creciente frecuencia de los fenómenos de El Niño.

Las temperaturas mundiales alcanzaron niveles récord estacionales

Temperatura global promedio diaria de dos metros (sobre la tierra y el mar), C

En términos más generales, Hausfather explicó que las tendencias coincidían con los modelos climáticos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que indicaban que el calentamiento se aceleraría en las próximas décadas a menos que se redujeran las emisiones. “Me resisto a decir que es peor de lo que preveíamos, porque lo que prevemos en un mundo en el que no reducimos las emisiones ya es bastante malo”.

Qué tanto empeore la situación dependerá de la intensidad y duración de El Niño. Carlos Nobre, uno de los climatólogos más importantes de Brasil, comentó que hay un 60% de probabilidades de que El Niño de este año sea un fenómeno intenso. Esto sería “muy, muy preocupante” para la selva del Amazonas, que sufrió una de sus peores degradaciones durante los años 2015-2016, cuando un fenómeno de El Niño provocó que la época de sequía se prolongara y dejara la vegetación más vulnerable a los incendios.

Extensión del hielo marino de la Antártida, junio de 2023

En otras partes del mundo, El Niño ya está causando estragos. En México, varias ciudades rompieron recientemente su récord de días más calurosos, entre ellas Chihuahua, Nuevo Laredo y Monclova. Muchas ciudades de Texas están sufriendo sus peores olas de calor. Lo mismo ocurre en China, donde más de 20 ciudades, entre ellas Shandong, Tianjín y Huairou, han registrado nuevas temperaturas máximas. En Europa, la ciudad austriaca de Oberndorf se sofocó con una temperatura nocturna de 36.1ºC, una de las temperaturas nocturnas más altas del continente. En Medio Oriente, la gente está acostumbrada al calor, aunque normalmente puede esperar algún alivio a grandes altitudes. No fue el caso de Irán la semana pasada, cuando la temperatura en la localidad de Saravan alcanzó los 45ºC, uno de los días más calurosos jamás registrados a más de mil metros de altitud.

Muchas cuestiones siguen siendo inciertas. Los científicos no sabrán hasta dentro de un par de meses cuál será la intensidad de El Niño. Su efecto como reductor del viento podría inhibir la formación de tormentas y ayudar a equilibrar la presión de la temperatura a nivel del mar. El aumento de calor en el Atlántico Norte ya muestra signos de que puede desaparecer.

Sin embargo, los científicos no dudan de que la situación seguirá empeorando mientras sigan aumentando los gases de efecto invernadero y se sigan talando los estabilizadores naturales del clima, como el Amazonas.

Hayhoe señaló que las tendencias la hicieron sentir “todavía más preocupada y aún más motivada para asegurarme de que estoy haciendo todo lo que puedo para ayudar a las personas a comprender los profundos riesgos que supone para ellas el cambio climático y cómo cada uno de nosotros puede ser un poderoso defensor de la acción por el clima”.

“Me hace sentir triste y ansioso”, comentó Stott. “Triste por el nivel de destrucción medioambiental que se está produciendo en todo el mundo, incluyendo la continua destrucción de la selva del Amazonas. Y ansioso por cómo se las arreglarán las personas en caso de que esto continúe durante mucho tiempo, no solo en lugares lejanos que ya son muy calurosos y secos, sino aquí en el Reino Unido, donde los incendios, las inundaciones repentinas y las sequías se están volviendo cada vez más frecuentes e intensas. No se trata de un futuro seguro y sostenible. Sigo esperando que se alcance un punto de inflexión en el que se empiecen a reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Y sé que se puede hacer esto sin devastar nuestra calidad de vida, más bien al contrario”.