‘Era como en la Primera Guerra Mundial’: los voluntarios extranjeros que luchan en Ucrania
Alan, un combatiente británico que se unió al grupo Da Vinci Wolves, practicando en un campo de tiro a las afueras de Dnipro. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

De pie en una empinada colina cubierta de hierba, una figura uniformada apunta con un rifle. Varios disparos impactaron en una pila de llantas. Cerca de ahí, los agentes de policía se turnaban para disparar con una ametralladora pesada DShK, o “Dushka”, que estaba instalada en un vehículo militar pintado de color verde. Los disparos resonaban en el rural campo de tiro, espantando a las golondrinas. Al final de un camino había una granja donde había vacas.

El francotirador no era un soldado ucraniano, sino un exmarino británico de 58 años llamado Alan. Originario de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra, Alan forma parte de un pequeño grupo de voluntarios extranjeros que luchan en Ucrania, más de 16 meses después de la invasión a gran escala por parte de Rusia. Alan, que no quiso dar su segundo nombre, llegó al país el pasado mes de septiembre. Pronto regresará al frente.

“Tienes que seguir practicando”, explicó, señalando una hilera de blancos, y acertó en todos. “Los rusos no son, en general, muy buenos soldados, pero no son tontos. Sería insensato suponer que no hay unidades decentes ni tropas motivadas. Son potentes, muy peligrosos y buenos en artillería y guerra electrónica”.

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Alan: ‘Básicamente estábamos en búnkeres y trincheras como en la Primera Guerra Mundial’. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

A principios de este año, el batallón de Alan, la unidad Da Vinci Wolves Gonor, pasó varios meses luchando cuerpo a cuerpo con combatientes del grupo Wagner. Su tarea consistía en mantener abierto el “camino de la vida”, una ruta de suministro crucial con dirección a la ciudad oriental de Bakhmut, donde las fuerzas ucranianas se enfrentaban en aquel momento a los mercenarios de Yevgeny Prigozhin. Los combates se libraron calle por calle.

Alan, un veterano de la guerra de la antigua Yugoslavia, proporcionó un amplio fuego de supresión. Trabajó con otro voluntario de habla inglesa, Steve, un exmarino estadounidense de 44 años y reservista de Texas. “Básicamente estábamos en búnkeres y trincheras como en la Primera Guerra Mundial“, recuerda Alan. “Fue muy difícil. La artillería rusa era incesante. Era muy precisa. Tenías que mantener la cabeza agachada”.

El video gráfico de una batalla en abril se hizo viral. Los soldados ucranianos avanzaban a través de un paisaje de árboles destrozados tipo batalla del Somme, utilizando granadas para despejar las trincheras enemigas. Hubo explosiones, el sonido de los proyectiles y el ra-ta-tá de las metralletas. Todos los rusos murieron. “¿Qué pasa orcos? Es nuestro campo. Váyanse al carajo”, dijo un combatiente del grupo Da Vinci cuando cesó el tiroteo.

Alan comentó que no dudaba en disparar contra los mercenarios rusos. “Estas personas van a matar a mis amigos. Si por casualidad les doy con una bala, que así sea“. Y añadió: “Algunos carecen por completo de entrenamiento. Corren hacia ti sin ningún concepto de supervivencia. Es como si estuvieran drogados. La mayoría de los ucranianos que se encuentran directamente en el frente son jóvenes, de poco más de veinte años. Son muy, muy buenos soldados”.

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Alan y Steve en un campo de tiro a las afueras de la ciudad de Dnipro. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Médico y exmiembro del regimiento de paracaidistas, Alan luchó en varios conflictos y trabajó como contratista militar privado en Irak y Afganistán. Rara vez visita el Reino Unido y vive en Croacia. La ejecución el año pasado de civiles a manos de soldados rusos en las localidades de Bucha e Irpin, en la región de Kiev, fue lo que le hizo viajar a Ucrania. “Necesitaba hacer algo para ayudar, incluso a mi edad”, explicó.

Los canales de televisión estatales de Rusia retratan la guerra como una lucha contra la OTAN y Occidente. Durante las semanas posteriores a la invasión, hombres con experiencia militar de todo el mundo no tardaron en unirse a la legión extranjera de Ucrania. Algunos contaban “cuentos chinos” sobre su destreza en el campo de batalla, comentó Alan. Posteriormente, la mayoría se marchó. Algunos murieron. Actualmente, el número de extranjeros que luchan en Ucrania no es muy grande, tan solo “decenas” en cada batallón, explicó.

Steve comentó que, desde que llegó a Ucrania, no se había registrado en la embajada de Estados Unidos en Kiev y que había intentado evitar a sus compatriotas estadounidenses. “Soy un tipo independiente. No me enviaron aquí. Vivo en un país libre y puedo irme de Ucrania sin preguntas“, señaló. ¿Y qué opina sobre la afirmación de Moscú de que era un mercenario estadounidense de la OTAN? “Si la OTAN envía mi viejo trasero aquí, tienen grandes problemas”, respondió.

Ninguno de los voluntarios ha firmado algún contrato oficial con las fuerzas armadas de Ucrania. Su comandante cubría los gastos diarios, explicó Alan. El Kremlin alega que su “operación militar especial” es necesaria para “desnazificar” Ucrania y afirma que el grupo Da Vinci Wolves es un grupo nacionalista de extrema derecha. Su líder, Dmytro “Da Vinci” Kotsyubaylo, murió en marzo mientras combatía cerca de Bakhmut.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y otros altos cargos del gobierno asistieron al funeral de Kotsyubaylo en Kiev, que fue transmitido en vivo en televisión nacional, y durante el cual el ataúd abierto del soldado fue trasladado desde el monasterio con cúpulas doradas de San Miguel hasta la plaza de la Independencia Maidán de la capital. Zelenski calificó al soldado caído como un héroe.

Alan comentó: “Los hombres con los que estoy son patriotas. Todavía no he encontrado un nazi en ningún lugar en este lado de las líneas“.

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Volodímir Zelenski, a la izquierda, asiste a la misa en memoria de Dmytro Kotsyubaylo. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Se mostró optimista respecto al éxito de la contraofensiva de Ucrania, a pesar de su lento progreso hasta el momento. Su comando militar estaba buscando un “punto débil” en las atrincheradas posiciones de defensa rusas. “Si hay un punto débil, Ucrania dará todo de sí. Es como la ‘batalla de Normandía’ de 1944 tras el desembarco de Normandía. Algo se rompió y las tropas aliadas emprendieron una marcha enloquecida hacia el río Rin. Tarde o temprano, la logística rusa fracasará”.

Esto todavía no ha ocurrido. En mayo, los rusos tomaron el control de Bakhmut, después de 11 meses de sangrientos combates, con la ciudad en ruinas y a costa de un gran número de muertos y heridos. “No creo que haya sido un error luchar ahí”, señaló Alan. “Fue una batalla enorme. Le causamos un daño inmenso al grupo Wagner. Ya no existe en un rol de combate. Fue una victoria pírrica para Rusia”.

Su cuerpo de voluntarios actualmente descansa de sus obligaciones en el frente. Pasan las mañanas entrenando en el campo de tiro situado a las afueras de la ciudad de Dnipro, o en el gimnasio. Un día de la semana pasada, Steve, que llegó a Ucrania en marzo de 2022, revisó las armas y desarmó un fusil de francotirador Barrett que se dispara sobre el hombro, jugueteando con el mecanismo de disparo. Entre los otros rifles guardados en una espaciosa habitación con literas había un AR-10 estadounidense, un AK-74 y un M14.

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Steve: ‘Soy un tipo independiente. No me enviaron aquí. Vivo en un país libre’. Foto: Alessio Mamo/The Guardian

Alan comentó que esperaba transmitir parte de sus conocimientos a los soldados ucranianos novatos. “Les enseño a patrullar, cómo disparar y cómo mantenerse con vida”, explicó. “Si se detienen durante más de cinco minutos tienen que cavar un agujero”. Les recomienda no utilizar celulares en las trincheras, ya que los rusos pueden interceptarlos y geolocalizarlos. Y que no utilicen TikTok, un canal que usan algunos voluntarios extranjeros imprudentes para recaudar donaciones.

Ni Alan ni Steve han logrado aprender ucraniano. Piden comida en restaurantes y cafeterías utilizando una aplicación de traducción. La mayoría de los miembros de su batallón no hablan inglés, salvo un operador de radio. ¿Cuánto tiempo tenía planeado seguir luchando? “He vivido en Europa del Este la mayor parte de mi vida adulta. La gente de aquí es fantástica”, respondió Alan. Pero añadió: “Tengo casi 60 años. Probablemente ya es el momento de dejar mi fusil”.

¿Cuándo podría ocurrir eso? “Esta es mi última guerra. Cuando termine me iré a casa.

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