Los observadores de la realeza lamentan que el príncipe Guillermo evite el kilt
El príncipe y la princesa de Gales en la ceremonia de coronación del rey Carlos III en Edimburgo, el mes pasado. El príncipe vistió su uniforme de la RAF. Foto: Getty Images

Ha lucido penachos de plumas de avestruz, ha aceptado lazos y cintas e incluso usó una gorra con un poro bordado.

Tales son las elaboradas exigencias indumentarias del príncipe de Gales, que salvo en ceremonias reales y militares suele ser un hombre de camisa azul y pantalones chinos.

Entonces, ¿qué tiene el príncipe Guillermo contra las faldas escocesas o kitls?

Es algo que los observadores reales preguntan a un hombre que heredó los títulos escoceses de Duque de Rothesay, Conde de Carrick, Barón de Renfrew, Señor de las Islas y príncipe y alto administrador de Escocia. Por no mencionar que es el heredero al trono de Escocia.

No obstante, no se le ha visto en público en Escocia con el atuendo tradicional de las Highlands desde que era niño, un hecho que no ha pasado desapercibido para el sastre escocés de su padre, John Sugden, propietario de la tienda Campbell’s de Beauly y titular de una orden real.

“Nos encantaría confeccionar una falda escocesa y una chaqueta para el príncipe de Gales. Mantendría una tradición y, especialmente siendo el Señor de las Islas, constituiría un medio perfecto para popularizar la vestimenta tradicional de las Highlands, sobre todo entre las generaciones más jóvenes”, señaló.

“Es curioso que Guillermo no haya usado la falda escocesa como adulto, aunque es posible que lo haya hecho en privado”, comentó Joe Little, redactor jefe de la revista Majesty.

No se suele fotografiar al príncipe Guillermo en las Highlands. “Es raro verlo en la Escocia rural. Sin embargo, si se pusiera una falda escocesa en un entorno urbano al menos una vez, silenciaría a sus críticos. Otros, por supuesto, lo considerarían un truco de relaciones públicas”, añadió Little.

No se ha hecho pública ninguna razón que explique la renuencia del miembro de la realeza. El uso de la falda escocesa es opcional, a diferencia de las vestimentas y atuendos de la Orden de la Jarretera con los que se le ve: capa de terciopelo azul oscuro, capucha de terciopelo rojo, tafetán blanco, un gorro negro del que brotan penachos de plumas blancas de avestruz y garza negra y una liga alrededor de la pantorrilla izquierda.

La falda escocesa de tartán, la chaqueta, el sporran (una bolsa de piel o cuero que se cuelga) y la daga sgian dubh son una parte muy preciada del patrimonio escocés y se usan con orgullo en muchas bodas escocesas.

Para su boda, el príncipe Guillermo eligió el uniforme ceremonial de los guardias irlandeses. Para la coronación de su padre, hubo lazos y cintas blancas, metros de una pesada trenza dorada y el ya mencionado gorro de poro, ya que apareció con el uniforme de gala de los guardias galeses, de los que es coronel.

En su graduación de la Universidad de Saint Andrews, cuando tuvo la opción de usar una falda escocesa, prefirió en cambio vestir una corbata de moño blanca y una toga académica de seda negra con forro de color rojo cereza.

En cambio, su padre aceptó la falda escocesa con entusiasmo. Y su abuela, la difunta reina Isabel II, solía vestirse de tartán en cuanto cruzaba la frontera. Durante la celebración del Braemar Gathering solía abrigarse con una manta de tartán para protegerse del frío de las Highlands.

El castillo de Balmoral era un templo de tartán con sus alfombras de tartán. Se dice que el tartán de Balmoral, que lucían los miembros de la realeza, fue diseñado por el príncipe Alberto para la reina Victoria en 1853. La reina usó una falda de tartán de Balmoral en su última aparición pública antes de su muerte.

El rey Carlos posee un vasto guardarropa de faldas escocesas, chaquetas, sporrans y calcetines, y aprovecha cualquier ocasión para mostrarlos durante su estancia en Escocia. Parece ser que es muy exigente. Hace dos años encargó un traje a Campbell’s of Beauly, insistiendo en que cada centímetro del material utilizado procediera de Escocia, incluidos los botones de cuerno de venado.

Sugden comentó recientemente al Times que el rey Carlos era “muy abierto, exigente y apasionado con la artesanía. Tenía especial interés en que los botones fueran de cuerno de venado escocés. Le importan los detalles. Le importa mucho promover la artesanía británica, incluso con las cosas más pequeñas”.

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