‘La pandemia es el desastre más grande que he visto’, afirma rescatista

La pandemia por Covid-19 es el desastre más grande que ha visto el rescatista Francisco Sánchez. Tiene 30 años y la mitad de su vida se ha dedicado a esta labor. En octubre de 2018, acudió con su equipo a Miami, luego del desastre que dejó el huracán “Michael”. Los vientos sostenidos de 250 kilómetros por hora destrozaron casas, arrancaron árboles y afectaron la costa de Florida.

Un año antes, Francisco se enfrentó a los estragos de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017 en Oaxaca y Ciudad de México. Todo esto, junto al equipo de rescatistas Topos, que lidera Carlos Cienfuegos. “Somos, aproximadamente, 50 personas. Carlos Cienfuegos y un servidor, juntamos a nuestros equipos, entonces siempre salimos a los rescates en conjunto”, explica Francisco Sánchez, mejor conocido entre los rescatistas como ‘Lince’.

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Carlos Cienfuegos y Francisco Sánchez. Foto: Cortesía

Otra tragedia que enfrentó fue el desplome de un tren de la Línea 12 del Metro, en mayo de 2021, que dejó 26 personas muertas. “Fuimos los primeros en llegar. Fue muy trágico, estuvo muy fuerte”, dice.

Pero nada como la emergencia sanitaria por el Covid-19. “La pandemia ha sido lo que más ha marcado la historia en cuestiones de rescate que yo he vivido. Es algo que ha venido a mover fronteras y a mover a todo el mundo y no se ha podido superar. Ya van dos años y seguimos con la pandemia. Seguimos con gente contagiada , con decesos día a día. Nosotros lo vemos con pacientes que llegamos a trasladar”, asegura Francisco.

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Atención de un paciente Covid-19. Foto: Cortesía

Para él, la pandemia comenzó en enero de 2020, cuando algunas personas le solicitaron un tanque de oxígeno que llevaba en su unidad de rescates, por supuestas neumonías atípicas. “No más teníamos cuatro tanquecitos de oxígeno y para cuando explotó la pandemia en marzo, no teníamos ni uno”, recuerda.

Lo que sí tenían era un inventario de cubrebocas N95, que sobraron de las donaciones que recibieron en el sismo de 2017. Además, tenían gasas, guantes, vendas y mascarillas. Todo lo regalaron a policías, paramédicos y personal médico. En total, repartieron 500 cubrebocas N95 y 2,000 pares de guantes.

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Foto: Cortesía

Además de auxiliar a otras personas, Francisco Sánchez es negociador del área de Concertación y Operativos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana del Gobierno de la CDMX. Su trabajo consiste en acudir a las marchas y bloqueos para llegar a algún acuerdo con los manifestantes y así reabrir la vialidad. Por su labor como rescatista, no recibe ninguna remuneración.

Una familia altruista

Francisco comparte su amor por ayudar a otros con su esposa, quien es paramédico, y con sus dos hijos, de cinco y nueve años de edad. También Nena, su perrita rescatista, trabaja con ellos en las emergencias. Su casa es la base de operaciones Lince, y allí comienza todo.

En julio de este año, Francisco fue seleccionado para un concurso de la empresa Mazda, que deseaban hacer un video de su labor durante la pandemia. Su casa fue acondicionada para la entrevista y, por primera vez, lució como una base de emergencias.

“Nosotros teníamos aquí todas las cajas amontonadas, de equipo de rescate, cuerdas, herramienta de corte. Todo el equipo lo teníamos revuelto, los radios los teníamos en una silla y desde ahí contestábamos y ellos lo modificaron y nos lo regalaron”, cuenta el rescatista.

La razón por la que Francisco fue nominado al concurso fue porque en julio de 2020, cuando empezaron a escasear los tanques de oxígeno, decidió vender su automóvil Aveo 2017 para comprar más tanques y prestarlos. Ante el sobreprecio y el creciente número de contagiados por Covid-19, el rescatista halló un buen precio por tanques grandes.

“Le dije a mi esposa: ‘Oye, y ¿si vendemos el carro?’ y me dijo: ‘Pues, sí, hay que seguir ayudando a la gente’. Yo veía cómo muchos amigos y vecinos se morían por el hecho de no tener un tanque de oxígeno o por no tener un tanque con el cual llegar al hospital”.

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Crédito: Facebook

Cuando el automóvil se vendió, Francisco compró cinco tanques de oxígeno, un monitor de signos y oxímetros que prestó a la gente que los necesitaba.

“Venían, dejaban una copia de su credencial, y al entregarlos, se les regresaba su copia. Eso porque también nos robaron cuatro tanques de los chiquitos. Lamentablemente encuentras gente de todo. Venía mucha gente de varios lugares, pero hay gente que ya no te los regresa, los tienes que ir a buscar”, dice. A pesar de esto, no baja la guardia y continúa con la ayuda.

“El carro se fue y seguiremos ayudando a la gente para prestar tanques de oxígeno, y si al rato viene otra cosa que se necesite, mi familia y yo ahí vamos a estar”.

La familia de tanques de oxígeno crece

Actualmente, la base Lince cuenta con 15 personas en funcionamiento que acompañan a pacientes covid. Uno de ellos ha estado mientras se salva la vida de 106 personas, por lo que ahora lo llaman “El Milagroso” o “El Vagabundo”.

“Ese tanque nada más llega, pisa unas horas la casa y se vuelve a ir. Así como llega, se va. Nosotros fuimos sumando con cuantas personas estuvo, de cinco en cinco personas lo íbamos anotando y así nos dimos cuenta que había estado con 106”, contó Francisco, que además lleva el registro de otro tanque que estuvo con 10 familias, en Xochimilco, aproximadamente 35 personas en total.

La familia de tanques creció luego de que la venta del automóvil de Francisco, para adquirirlos, se hiciera viral. En ese momento, algunas personas donaron tanques y como su uso es indefinido, luego de prestarlos, Francisco y su familia desinfectan el exterior, cambian las boquillas y acuden a rellenarlos a empresas que prestan ese servicio.

Hasta ahora, ninguno ha necesitado mantenimiento, ya que este se realiza cada cinco años y los tanques tienen apenas un año. “Cada vez que llegan, revisamos que estén en buenas condiciones, que no les falten tornillos, que las válvulas no estén rotas, que las llaves no estén flojas”.

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Relleno de tanques de oxígeno. Crédito: Cortesía

La Base Lince aún recibe tanques en donación y los presta a personas que más lo necesitan, principalmente en Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco. Pero el rescatista no solo presta estos equipos, también les enseña a las personas a utilizarlos, ya sea por teléfono o videollamada.

A pesar de que en febrero de este año se contagió de coronavirus y permaneció cuatro días con fiebre alta, su familia se hizo cargo de recibir y entregar los tanques.

La frase que acompaña a Francisco Sánchez es “Hacer el bien sin mirar a quién”. Bajo esta perspectiva, el rescatista sueña con hacer una escuela para enseñar a niños a realizar primeros auxilios y a responder ante una emergencia. “Es algo que dice nuestro escudo: ‘Paramédicos al rescate: prevención y educación’, porque podemos prevenir muchas cosas, como lo del Metro o los contagios. Por eso, mi idea a futuro es hacer una escuela de sistema de prevención y rescate”.

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