Juan Garaizabal, el artista plástico sufre por la guerra: ‘están destruyendo las cosas que más amo’
El escultor español nos habla acerca de la importancia de la memoria en sus obras.
El escultor español nos habla acerca de la importancia de la memoria en sus obras.
El pasado de las ciudades define su presente así como futuro. El escultor Juan Garaizabal construye sus obras a partir de la historia de las comunidades, como lo abordan sus piezas que se exhiben alrededor del mundo en países como China.
El artista conceptual, quien a finales del año pasado formó parte de una subasta en el Museo Tamayo y que ahora vuelve a México en el marco de Zona Maco, habló en entrevista para La-Lista acerca de su proceso creativo y lo que para él representa la pérdida del patrimonio por conflictos bélicos, tales como el de Rusia y Ucrania.
“Me siento un privilegiado porque estoy asentado en mi lenguaje y con una voz propia desde hace años”, aseguró el también grabador acera del momento en el que se encuentra de su carrera, la cual se extiende a varias décadas y que lo llevó a la intervención de espacios públicos alrededor del mundo.
Juan Garaizabal comentó que su interés por la intervención de espacios públicos tuvo que ver a partir de su acercamiento a la corriente cultural del Berlín de los 90, en específico cuando Christo envolvió el Reichstag y lo convierte en la galería abierta más grande del mundo.
“Los artistas convirtieron la calle en una galería y jugaron a que es otra forma para que la gente se relacione entre sí, de articular el día a día. Es algo que para mí fue clave vivir y me ha hecho creer en el poder transformador del arte hacia el futuro”, comentó el artista de 52 años.
Su experiencia en el Berlín de los 90, marcado por la reintegración de Alemania tras la caída del Muro y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, le permitió ver que es una de las historias más duras de encontrar por lo que sufrió, además por los componentes de culpa que se viven tras lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial.
Respecto al patrimonio que resultó con afectaciones por la guerra entre Rusia y Ucrania, Garaizabal comentó que sufre por la pérdida de los inmuebles, algo que considera irremediable.
“Lo sufro como algo que, por otro lado, no me sorprende porque la humanidad es una de las cosas que hace desde hace tiempo. Están destruyendo las cosas que más amo“, dijo.
Recordó que desde pequeño se dedica a una relación con las ciudades a partir de diversas aproximaciones, tales como sus visitas a París y la CDMX, lo que le permite explorar diferentes actuaciones de la especie humana.
“El ser humano se comporta en muchas de sus facetas como cualquier otro elemento de la naturaleza, incluso como una enfermedad. Hay que saber convivir con ello, así como con cualquier elemento de la naturaleza, como es el caso de un terremoto”, detalló.
Para sus obras, entre las que recupera la memoria de los lugares a través de la escultura, comentó que disfruta de la imperfección de la historia, es decir más que lamentarse por lo que ocurrió, alienta a la comprensión de los hechos y la inclusión.
“Creo que mi arte no va en contra de alguien, sino trata de construir e incluir el máximo número de visiones. Que hagan suyo ese camino de valorar y de poner un poco en perspectiva, de disfrutar y concentrarse en darle a la ciudad, a partir de lo que ha pasado, el máximo valor”, agregó.
Ante la destrucción de las ciudades y la creación de una memoria dentro de las diferentes culturas del mundo, expresó que para sus piezas busca dentro de la historia de las metrópolis sitios o elementos con un carácter extraordinario y que deja un vacío.
Comentó que eso se debe a que detrás de cada elemento urbanístico existe la narrativa de una persona. Ejemplificó que un edificio refleja a las personas que lo hicieron y lo que buscaban, pero también lo que consiguieron y la aventura con más personas, lo cual supera a la realización de la pieza.
“Lo que trabajo es estrictamente en el espacio y sobre la energía que eso deja, pero no con el proceso porque eso no sería esa aventura. Llego a ser incluso consciente de la gente detrás de ese elemento y anoto determinadas características de su manera de vivirlo”, comentó sobre sus piezas que buscan transmitir el máximo de emociones y buscar que las personas participen en el proceso complementario porque son fragmentos de un todo.
“Cada vez utilizo más la potencia del fragmento para representar algo más grande”, comentó Juan Garaizabal, quien incursionó en el mercado chino en medio de la pandemia de Covid-19.
En 2020 creó la escultura Ever time gate, que ganó la Bienal Internacional de Escultura en Shangái. En ella recreó las líneas ancestrales que se reproducen de forma cíclica en la arquitectura China, un elemento que extrajo de edificios que desaparecieron.
“La clave para considerar que uno tiene derecho para hacer una escultura en China es como en cualquier sitio. Empieza porque de verdad ames el sitio, primero que te llene un interés genuino por lo que ese sitio tiene. Y a partir de ese interés te molestes en conocerlo”, dijo.
“Para mí ha sido un camino y dentro del resultado encuentro que es maravilloso participar en ese país. Como cualquier otro amor, quieres formar parte de él, no ser un espectador, sino tener un papel dentro de la escena china contemporánea que es tremendamente ambiciosa”, añadió.
Dado su amor por las ciudades y la investigación en torno a éstas es que se identifica como un artista de todo el mundo porque a pesar de que nació en Madrid, España, se trata de la capital en la que menos piezas artísticas tiene en su catálogo.
“Lo que viene ahora son oportunidades muy importantes y grandes, comparado con lo que he tenido. Y a la vez sigue siendo un reto. El arte y la escultura pública son unas profesiones muy difíciles donde pocas cosas tienen una trascendencia. Me siento con las mejores condiciones posibles para hacer cosas que trasciendan”, puntualizó Juan Garaizabal.
Síguenos en
