<em>Coger y comer sin culpa</em>: los tabúes y las expectativas sobre ‘ser mujer’
María del Mar Ramón promociona en México la reedición de su libro Coger y comer sin culpa. Foto: Majo Vázquez/La-Lista

“Me paré de la cama con una sensación extraña de alivio y angustia al mismo tiempo. Miré acostado al tipo que tanto me gustaba (…) Caminé sigilosa hacia el baño. Me senté en la taza. Oriné, mientras miraba hacia un punto invisible en la cortina del baño (…) Sentí un breve ardor apenas empecé a orinar. No un dolor, sino una incomodidad casi imperceptible. Era el resultado de algo que ya conocía: haber estado cogiendo sin tener muchas ganas en particular y sentir el roce seco de las pieles”, cuenta María del Mar Ramón en su libro Coger y comer sin culpa.

María del Mar tenía algo claro: aunque ella no sintiera placer, no se lo diría a ese chico. Estaba dispuesta a hacer a un lado su placer personal. Fingía una y otra vez que había logrado el orgasmo. No quería que él se ofendiera, pero además, ¿cómo se vería ella hablando abiertamente de sus propios deseos?

“Para nosotras, el camino al placer está plagado de violencias”, afirma la escritora colombiana en su libro, publicado por primera vez en 2019 y el cual llegó a México en 2024 con su última reedición. 

María del Mar se refiere a todo tipo de placer que en otras personas “está bien”, pero en las mujeres “está mal” y “no debe hacerse”. Desde comernos un helado grande nosotras solas, hasta tocarnos para llegar al orgasmo. Pero, ¿cuál es el obstáculo que nos hace sentir culpa de disfrutar?

“Esto es un sistema económico y político que maneja los recursos a conveniencia y al que le conviene que nosotras sigamos construyendo nuestras identidades con base en la reproducción, en la maternidad, alejadas de los deseos y el placer (…) Las expectativas sobre ‘ser mujer’ son como un corpiño tan pequeño que te aprieta hasta ahogarte, pero tan grande que sientes que nunca serás suficiente mujer para llenarlo”, dice Ramón en entrevista con La-Lista. 

Hasta antes de este libro, la autora nunca había hablado de los desórdenes alimenticios en primera persona –es decir, aceptar que lo padeció–, y mucho menos había platicado con su familia sobre una serie de violencias porque “no estaba bien visto hablarlas en voz alta”. Coger y comer sin culpa, dice, fue su momento de catarsis. 

El libro contiene cinco historias contadas en primera persona, que a veces hablan en singular y otras, en plural, “nosotras”, porque, insiste, “lo personal es político, colectivo y cultural”. 

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Coger y comer sin culpa se publicó por primera vez en 2019, pero este 2024 por fin llegó a México. Foto: u_topicasmx

El primer capítulo cuenta la historia de una niña de 13 años que todas las navidades y cumpleaños cerraba los ojos y deseaba, con todas sus fuerzas, “ser flaca”. Al ver que su mayor deseo no se cumplía, venía el odio hacia ella misma. “Me metí los dedos primero en la boca para vomitar, antes que en la vagina para masturbarme y acabar”, narra esa niña, que es María del Mar, pero también puede ser cualquier otra. 

Por dolorosa y trágica que pueda parecer esta historia, en Coger y comer sin culpa María del Mar Ramón se aleja de la teoría feminista para dar paso al humor y a la sinceridad, lo que hace que muchas mujeres nos sintamos identificadas.

“Algo que nos ha pasado mucho a las mujeres es que cuando hablamos de la violencia que atraviesan nuestros cuerpos puede llegar a ser en un tono trágico, ‘esto me arruinó para siempre’, y ese tono no le queda muy claro al sistema –que verdaderamente arruinó nuestras vidas al dejarnos expuestas–, por eso elegí el humor para contar estas situaciones, que son trágicas, pero también graciosas por cómo somos concebidas socialmente”, explica.

Así, María del Mar expone una serie de violencias a las que las mujeres somos sometidas: la fiscalización de nuestros cuerpos y lo que comemos, la culpa por sentir un placer inexplicable cuando a los 11 años rosábamos la entrepierna, el tener que fingir orgasmos para no dañar las masculinidades, el sexualizarnos para ser “aceptadas”, la vergüenza de mancharnos con nuestra menstruación, conservar la “virginidad” para la persona amada, entre otras. 

“Son distintas escenas en las que se pone un punto de vista y se destacan algunas cosas que dan pie a las reflexiones posteriores. Este es un libro que no teme al patetismo ni al ridículo de todos esos momentos por los que pasamos. En retrospectiva, siento que es una declaración política importante, porque no voy a permitir que me exijan o que me pongan los términos sociales para contar mi propia historia y para contar lo que duele y cómo me duele”, expresa María del Mar. 

La principal fuente de motivación de María del Mar –además de autoras de teoría feminista y sus propias viviencias– fueron las preguntas que surgían en su entorno, en discusiones con amigas y compañeras. Así es como surgió esta serie de ensayos que componen Coger y Comer sin culpa.

“El libro no se escribió con un objetivo particular, el objetivo lo tuve claro hasta que empecé a leer los primeros comentarios de las personas que lo leían. Esos comentarios venían de muchas mujeres de distintos lugares del mundo, en particular de Latinoamérica. Lo que para mí fue una especie de catarsis, para ellas fue sentirse acompañadas, y ese se volvió el objetivo”, agrega. 

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Fragmento del libro Coger y comer sin culpa. Foto: @u_topicasmx

La lucha feminista por América Latina no es homogénea

En su libro, María del Mar narra cómo el feminismo también lucha por reivindicar el derecho al placer y por demostrar que el sexo, nuestros cuerpos y alimentación forman parte de la disputa política. Pero esa lucha, explica, tiene distintas condiciones en cada región del mundo.

María del Mar lleva algunos años viviendo en Argentina, y recuerda que cuando publicó el primer ensayo que hoy forma parte de Coger y comer sin culpa (2018), el país vivía un momento de ebullición de los movimientos feministas, que impulsaron el primer proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. 

Sin embargo, ese mismo país atraviesa –en este momento– un clima distinto, en el que “el feminismo y sus causas se han convertido en el chivo expiatorio del gobierno de Javier Milei”, que fue mayormente votado por los varones jóvenes. 

María del Mar lamenta este contexto político, sorprendente para muchos, pero detecta una oportunidad de reflexión sobre los factores que impulsan el sistema con el que se condena y juzga a las mujeres.

“Argentina es un país en el que era imposible que algo así pasara (el triunfo de la ultraderecha), así que debemos hacernos preguntas asociadas a la base electoral que le dio el triunfo (a Milei), porque creo que esto nos puede hablar de masculinidades que siguen alimentando a este sistema que nos culpabiliza a las mujeres por tener deseos y placer. Saber esto nos ayudará como sociedad a construir mecanismos de persuasión”, señala. 

En cambio, plantea que las condiciones feministas en México son distintas y hasta pueden hacer parecer a Argentina un tanto “obsoleta”; mientras que en Colombia la reinvindicación de los derechos de las mujeres tiene la mayor parte de su base en la racialización. 

María del Mar Ramón advierte que de 2019 –cuando se publicó la primera edición de Coger y comer sin culpa– a la fecha, pareciera que el mundo no ha cambiado nada en cuestión de los derechos de las mujeres, pero es porque, dice, “los cambios toman mucho tiempo, y nosotras buscamos cambios profundos”.

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