Deportista excepcional: Paola Espinosa

Cuando era niña, Paola Espinosa vio los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 con esa curiosidad que define una vocación. Quedó tan enamorada de la competencia de Clavados que quiso convertirse en una competidora de esta disciplina y romper todos los estereotipos en el camino.

Pero hay otro componente aún más profundo en esta decisión que le cambió la vida. En 2012, durante las Olimpiadas de Londres, su mamá (Josefina) reveló a la revista Quién que desde que Paola tenía cuatro años, comenzó a dar señales de tener trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDHA) y sus padres buscaron alternativas para no caer en medicinas a tan corta edad y el agua fue su mejor tratamiento. A los siete años comenzó con los clavados, a pesar de que le temía a las alturas.

Desde entonces, ha dedicado su vida a ser clavadista. Doble medallista en JO, campeona mundial (sí, derrotó a las casi invencibles chinas) y Premio Nacional del Deporte. Hoy está a la espera de participar en su quinta justa olímpica con su lema de toda la vida: atrévete a soñar.

Ir a Tokio sería el broche de oro para una deportista que ha ejecutado gestas inspiradoras para otras mujeres durante su carrera.

Compagina su vida atlética con la maternidad, “porque eso no debe impedirnos a las mujeres alcanzar todas las metas que nos proponemos”, dijo en una entrevista mostrando otro tabú: tener hijos en medio del pico de rendimiento de una deportista. Además, ayudó al gobierno federal a evitar el rezago educativo al ser la profesora de Educación Física en las clases a distancia vía televisión que montó la SEP desde que comenzó el confinamiento escolar.

Paola, hoy, es una estrella del deporte mexicano digna de ser reconocida en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
(Alfonso Morales)

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