Promesas incumplidas a las comunidades alrededor del AIFA

No es que los habitantes de San Miguel Xaltocan sean viajeros frecuentes, pero al ceder sus tierras para la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) lo menos que esperaban era tener una ruta directa que conecte a su pueblo con la obra. 

Algunas personas creen que esto ayudaría a aumentar el turismo o montar negocios cerca del aeropuerto, otras solo creen que esta conexión sería un acto de respeto del gobierno a la comunidad. Así lo piensa Virginia Pérez, habitante de Xaltocan desde hace 40 años. Ella no tiene mucho tiempo ni mucho dinero para viajar en avión, pero que el pueblo más cercano al AIFA no tenga un acceso directo le parece una decepción.

“El gobierno obtuvo mucho terreno de aquí de Xaltocan, nos hubiera dado esa prioridad”, dice Virginia, mujer delgada y de piel morena. No tener un camino directo al aeropuerto es la menor de sus preocupaciones. La madre de tres hijos y abuela de dos nietas frunce el ceño cuando recuerda otras promesas que autoridades federales hicieron cuando llegaron a la comunidad para convencer a los pobladores de vender sus terrenos.

Asegura que entre 2019 y 2020 funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) visitaron Xaltocan incontables veces para prometer a los habitantes que, si cedían sus terrenos, les ayudarían a tramitar los títulos de sus viviendas y construirían obras para mejorar la comunidad. 

Virginia ha estado en el pueblo 40 años. Su casa la levantó con su sueldo de empleada del hogar y con la ayuda de su exesposo. Aun así, no tiene documentos para comprobar que su hogar le pertenece porque está en un terreno irregular. Su mamá lo recibió de palabra de parte de los líderes del pueblo, quienes trazaron líneas imaginarias para repartir las tierras.

“Estamos con ese temor porque no tenemos papeles, tenemos la casa, pero ¿cómo puedo decir esto es mío?”, reclama Virginia. “No sé si estas promesas las hicieron en afán para que se les diera el sí para hacer el aeropuerto, ya que obtuvieron el sí ya nos abandonaron, nos dejaron igual o peor”.

El pueblo de San Miguel Xaltocan, perteneciente al municipio de Nextlalpan, Estado de México, tiene unos 4 mil habitantes y al menos el 60% vive en condiciones de pobreza. Es una localidad donde todavía hay más terrenos baldíos que casas construidas. Pastizales, caminos de terracería y ruidos de patos, gallos, caballos, puercos y otros animales de granja ambientan el paisaje de esta comunidad que está a solo 5 kilómetros del AIFA. 

Xaltocan es el segundo pueblo que más hectáreas vendió a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para la construcción del aeropuerto. El Ejército pagó 438 millones 822 mil 75 pesos a los dueños del terreno. La Sedatu también participó en las negociaciones para que los habitantes aceptaran vender al menos 128 hectáreas.

A cambio de estos terrenos, la Sedatu se comprometió a entregar 621 hectáreas con escrituras al pueblo, además de construir un centro de salud, escuelas, un deportivo, una casa de cultura, instalar el drenaje, mejorar las luminarias, maximizar el suministro de agua potable y pavimentar las calles.

Sin embargo, todavía en mayo de 2022 los habitantes se enfrentaron con militares porque el gobierno no había cumplido con sus compromisos.

“A un año del AIFA, deja mucho que desear. La verdad se ve muy lejos tener un beneficio, sabemos que es un aeropuerto que va a traer supuestamente trabajo y recursos, pero la verdad no vemos nada concreto con el gobierno”, lamenta Víctor Palma, joven de 33 años residente de Xaltocan.

Para Víctor lo más importante también son las escrituras de su casa. A él le preocupa que el AIFA siga creciendo hasta “comerse” a su pueblo. 

“Ellos prometieron que iban a agilizar las cosas para que estemos titulados. Sabemos que van a requerir más terrenos para los accesos del AIFA y si ellos los quieren comprar barato porque no tenemos títulos, no se me hace justo”, comenta el joven, quien trabaja en una empresa de textiles y vive en el pueblo con su mamá y hermanos.

Obras inacabadas y promesas olvidadas

Al construir el AIFA el gobierno federal prometió mejorar los servicios y la infraestructura de las comunidades que están alrededor del nuevo aeropuerto. En abril de 2022 la Sedatu informó que para cumplir este objetivo invertiría 3 mil millones de pesos.

Para esa fecha la Sedatu ya había realizado 76 proyectos en zonas donde viven 1 millón 800 mil personas. En Xaltocan las autoridades remodelaron la zona centro, donde pusieron piso nuevo e instalaron una cancha de futbol y otra de basquetbol.

La Sedatu también remodeló la Casa de la Cultura y el Centro de Salud, pero los habitantes critican que estos inmuebles siguen cerrados a pesar de que ya no hay trabajos de construcción. Las áreas verdes del lugar donde las personas acudían al médico ya son pastizales altos y secos, muestra del desuso que padece. 

De la preparatoria y la universidad que las autoridades prometieron construir aún no hay señal. Los habitantes explican que estas instituciones supuestamente iban a estar en un terreno baldío que está a un costado de la autopista de Tonanitla, frente al AIFA.

Xaltocan no es el único lugar donde los habitantes reportan un incumplimiento de las autoridades. También en San Lucas Xolox, un pueblo del municipio de Tecámac que se ubica a 16 kilómetros de la entrada principal del aeropuerto, los habitantes reportan que el gobierno ha dejado obras sin concluir y no ha cumplido con compromisos de generación de empleos.

Hasta principios de 2022, San Lucas Xolox era el pueblo que más hectáreas vendió al Ejército, un total de 159 a cambio de 408 millones 410 mil 248 pesos. La zona centro de esta comunidad también fue renovada con piso nuevo y una escuela primaria también fue remodelada por parte de la Sedatu.

Sin embargo, la avenida Francisco I. Madero, la principal vía de acceso al pueblo, tiene muchos daños y hay mucho polvo porque el año pasado las autoridades federales instalaron servicio de drenaje. 

“Ya llevamos unos siete meses con un polvorón feo, ya nos enfermamos de los ojos y de la garganta. El drenaje nos va a beneficiar, pero ya fue mucho tiempo de vivir así. Ya pedimos al gobierno municipal que echen unas pipas de agua para que no se levante la tierra, pero lo hacen de vez en cuando”, dice Ruperto Rodríguez, hombre de 70 años con cabello blanco y barba canosa, dueño de una papelería en la avenida afectada.

San Lucas Xolox también es una localidad con muchos terrenos desocupados y que están a la venta. Especialmente sobre la avenida Morelos, con la que se puede llegar al AIFA, hay paredes pintadas y grandes carteles con el número telefónico de los vendedores. 

Con todo esto los vecinos de Xolox aún no detectan un boom inmobiliario detonado por la apertura del AIFA. El gobierno del Estado de México y la Sedatu estimaron que el aeropuerto podría detonar un crecimiento poblacional para el cual se requerirán construir 245 mil 506 viviendas en la zona norte del valle de México.

Mientras el crecimiento poblacional llega, los habitantes de San Lucas Xolox están más preocupados por conseguir mejores empleos. Gerardo García, hombre de 37 años que siempre ha vivido en la comunidad, reconoce que la construcción del aeropuerto ilusionó a su comunidad por la posibilidad de conseguir empleos dentro del megaproyecto.

Pero esto solo fue temporal. Una vez que concluyó la fase de construcción las oportunidades de trabajo se redujeron, dice Gerardo, quien también cuestiona que en las negociaciones por los terrenos funcionarios de la Sedatu comentaron que los pobladores de las comunidades aledañas al AIFA tendrían más facilidades para trabajar ahí.

“Dibujaba bueno el AIFA, pero aún no se ven los beneficios reales, no sé si es porque aún no funciona completamente”, lamenta Gerardo, robusto y alto, dueño de un pequeño negocio de reparación de teléfonos celulares e hijo de uno de un hombre que vendió un terreno al Ejército.

“La Sedatu dijo que el beneficio iba a ser general, pero nosotros por ser hijos de ejidatarios se hizo el compromiso de que las fuentes de empleo iban a ser más directas con nosotros”, señala Gerardo. “Muy aparte de la construcción, los funcionarios que venían decían que cuando ya estuviera el aeropuerto iba a haber empleos para los de aquí y no es así”.

Gerardo, egresado de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Autónoma del Estado de México, espera con ansias que se haga realidad la promesa del gobierno federal de mejorar a las comunidades que están aledañas al aeropuerto.

Por ahora, en el primer aniversario de este megaproyecto, que el 21 de marzo cumple un año de operaciones, la puesta en marcha del AIFA ha dejado decepcionado a muchas de las personas que conviven a diario con él. 

“Yo sé que el tiempo va a hacer que el AIFA crezca y que ahorita es muy pronto, pero al tiempo que ya lleva la expectativa que teníamos era distinta”, lamenta Gerardo.