Réquiem por el CES, el sueño de los borregos electrónicos
Ya nada es como antes, ni la mayor feria de la electrónica de consumo, el CES, que reunía hasta un cuarto de millón de personas en Las Vegas.
Ya nada es como antes, ni la mayor feria de la electrónica de consumo, el CES, que reunía hasta un cuarto de millón de personas en Las Vegas.
Por años, muchos periodistas de negocios en México proferían un mantra a partir de cada noviembre (muchos inclusive desde antes):
¿Vas a ir al CES en enero? Era todo un suceso para muchos reporteros.
A la manera en que se encargaba fayuca a los amigos y familiares que iban “al otro lado” en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado, había colegas que se esperaban a enero para hacer sus compras navideñas en Las Vegas, o traerse regalos que muchas de las marcas de tecnología de consumo acostumbrar entregar en esos eventos.
El CES, el Consumer Electronics Show. El año pasado quizá fue la última edición tal como muchos lo conocimos; es decir, una feria enorme, pantagruélica. Se trataba (y en verdad cabe el pretérito imperfecto) de la mayor feria comercial del mundo.
Las cifras lo demuestran: durante una semana se daban cita en la ciudad del juego por lo menos 250 mil visitantes cuyo único propósito era conocer las tendencias e innovaciones en materia de electrónica.
Ya el año pasado se notaron los cambios. Del cuarto de millón de asistentes que llegó a registrar el evento, en 2020 apenas fueron 170 mil. Ellos, de acuerdo con el Centro de Visitantes y Convenciones de Las Vegas, dejaron una derrama de casi 300 millones de dólares simplemente en hospedaje, transporte y comida. (Es decir, no se dan cifras del juego de estos visitantes en la Meca de las apuestas.)
El show fue cambiando durante los años al son de los avances e innovaciones tecnológicas, así como de las nuevas tendencias de consumo.
Desde 1967, año del primer CES (que fue en Nueva York), el show fue el lugar ideal para presentar productos que revolucionaron la tecnología global. Desde la primera videocasetera en 1970 (de Phillips), pasando por las icónicas computadoras Atari 400 y 800 en 1979, al CD player de Sony y Phillips en 1981… casi no pasó un año sin que hubiera un lanzamiento relevante.
Desde 1998 la Asociación de Tecnologías de Consumo (CTA), organizadora del show, lo realiza en Las Vegas como sede anual fija. Tres años después, Microsoft presentó la Xbox y después ya fue la locura: no era un lanzamiento memorable, sino decenas y hasta cientos de ellos. Lavadoras inteligentes, consolas de nueva generación, televisores de pantallas de cristal líquido, robots personales…
Ya a fines de la década pasada inició una transición en la que muchas de las principales marcas de consumo comenzaron a dejar los gigantescos salones de exhibición a otro tipo de empresas y al son de los vientos de la inteligencia artificial, las telecomunicaciones en su modalidad 5G, la robótica, la automatización y los vehículos autónomos.
Esta semana que termina, el CES se llevó a cabo en una edición totalmente virtual a causa de la pandemia por todos conocida y padecida.
He de confesar que, por primera vez en 22 años, casi no pelé al CES. La tecnología, dicen, hay que vivirla, experimentarla… este show de presentaciones y conferencias de productos en forma virtual no tuvo sabor, fue como un sueño de borregos electrónicos.
Lo peor es que, seguramente, el de 2022 será muy distinto a lo visto y lo vivido. Un réquiem por el CES.