Totopos de grillos y chapulines para el alma
Ángel Guardián
Totopos de grillos y chapulines para el alma
La entomofagia podría ser un gran negocio. Foto: Freepik.com

La actual pandemia y las crisis que ha creado (sanitaria, económica y social, entre otras), puede ser vista como una oportunidad para plantear rutas alternativas de crecimiento o de producción de satisfactorios.

Si por un lado vemos que los índices de pobreza podrían acabar con los avances que se habían registrado a nivel global en dos décadas, también es cierto que se pueden revisar estrategias encaminadas a dar de comer de una mejor manera, a menor costo, y con un impacto ambiental más reducido que las prácticas actuales.

Por eso es importante ver que se hagan propuestas como la de Totolines, una firma mexicana que busca que más personas consuman grillos y chapulines.

En cuestiones de entomofagia, es decir, el consumo de insectos, México es famoso por la ingesta de bichos, pero no somos el único país en donde los devoramos. De hecho, 2 mil millones de personas en el mundo consumen insectos.

La razón principal es que los insectos comestibles son una fuente de proteína de gran riqueza. 

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Cortesía.

Como señala Alejandra Álvarez, ingeniera en industrias alimentarias del Tec de Monterrey (campus Querétaro), una porción de 35 gramos de totopos de Totolines contiene 10 gramos de proteína. Es difícil encontrar una paridad así en otros alimentos, mucho menos en la carne de res, que es la fuente más popular en el mundo, pero la que tiene el mayor impacto ambiental.

De acuerdo con la FAO, hay más de 1,400 especies de insectos que se consumen a nivel global. De ellos, casi una tercera parte se hayan en México. Desde chapulines, grillos, gusanos de maguey, larvas… el universo entomológico comestible es enorme.

Ahí radica un reto colosal. A pesar de la abundancia y gran variedad de bichos comestibles en el país (hay hasta un festival internacional de entomofagia), el consumo per cápita es muy bajo. Pues a pesar de tener tantos insectos, y cocinas regionales que multiplican los sabores y presentaciones, México tiene una participación raquítica en la industria: consumimos sólo 1.7% de los insectos comestibles cada año.

En ello, países de África y Asia llevan la mano, pues son donde más se consume per cáspita este tipo de proteína, además de que en países de estas regiones se han llevado a cabo programas de promoción del consumo por parte de organismos internacionales.

Poco de ello se ha visto en México, fuera de iniciativas de emprendedores y de lo miles de productores en todo el país que sólo reciben atención cuando hay fiestas o festivales.

¿Puede configurarse una industria a partir de la entomogafia? Es factible si consideramos que algunos reportes indican que el mercado actual de insectos comestibles y proteína de insectos genera un negocio de unos 35 millones de dólares. El potencial, de hecho, es que a 2023 alcance los 60 millones.

Eso es una fracción del mercado global, el cual de acuerdo con Meticulous Reseach, vale actualmente unos 605 mdd, pero llegaría al doble en dos años. Así, México, con una tercera parte de los bichos comestibles, tiene un consumo muy bajo per cápita, lo que se refleja en un mercado que no abarca ni el 8% del total global.

Y esto sin considerar que, de acuerdo con Hypercube Insights, la mayor parte del alimento proveniente de los insectos en México se destina a la alimentación de animales de ganado y de corral. Es decir, le damos esa riqueza en proteínas a las fuentes ricas en sabor, pero más pobres en ese componente básico de nuestro día a día.

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