Desde las profundidades del purgatorio deportivo, esta semana se escuchó la voz del Chicharito, un hombre que fue figura del balompié no sólo mexicano sino mundial. Hoy, es un zombie del futbol.
Como si quisiera resucitar sus viejas glorias expresó:
“Toqué fondo. Viví cosas que normalmente se viven en cinco, 10 años, ¿sabes a qué me refiero? No es una excusa. Es la realidad. Y la realidad es que no asumí la responsabilidad. No pude manejar todo eso“, dijo el atacante a Los Angeles Times.
Javier Hernández tiene su carrera deportiva más muerta que viva. Ocupa más espacios en la prensa rosa o el gaming que en los medios deportivos. Distraído, involucrado en líos extrafutbol, soberbio y enfocado en demostrar que se pueden imaginar cosas chingonas en vez de hacerlas, el delantero tricolor se perdió en el limbo. Parece que se dio cuenta…¿ya es tarde?
“Cuando llegó el final de la temporada, hice una crítica muy profunda. Sobre mi vida, sobre mí. Y simplemente decidí que puedo hacerlo mucho, mucho mejor. En el lado emocional y muy espiritual, cuando llegó el Covid-19, fue como un momento perfecto para exponer las cosas con las que no he trabajado”, reconoció.
Ahora, a Hernández es más fácil verlo correr porque los reporteros de espectáculos de Estados Unidos lo asedian para buscar la declaración chismosa que celebrando goles. Sus romances fallidos, al parecer le han pasado factura en el terreno de juego y su coach de vida, Diego Dreyfus lo ha llevado al Inframundo psicológico en vez de ayudarlo a superar cuestiones como sus separaciones y la muerte de su abuelo, Tomás Balcázar. Lo que sea que le haya cobrado Dreyfus por sus servicios le salió muy caro al ariete.
El rendimiento de Hernández, alguna vez carismático, ha ido a la baja, aunque sus ganancias económicas se han elevado. Pasó de La Liga española, una de las mejores del mundo, a una competición de tercer o cuarto nivel como la MLS, al fichar por Los Ángeles Galaxy a cambio de un sueldo anual de 6 millones de dólares.
Con el cuadro californiano, apenas suma 2 goles en 12 partidos y ya ni siquiera aparece en el radar del seleccionador nacional, Gerardo Martino. Esa ruta lo llevará a perderse el Mundial de Qatar sin duda alguna.
Chicharito se encuentra tan devaluado que apenas cuesta 2 millones de euros cuando llegó a costar 25. Peor aún, ya no es un delantero cotizado del que se escuchen rumores acerca de una posible transferencia.
Su estrella se apagó apenas a los 32 años en un mundo deportivo que ha demostrado que Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, Tom Brady y Roger Federer pueden mantenerse en la élite con mayor edad.
Chicharito es un alma en pena en el futbol. Dependerá de su mentalidad si es capaz de rescatar su carrera como futbolista y deja de ser un muerto viviente de las canchas.
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