Trabajar desde casa funciona, pero con moderación
Opinión The Guardian
Trabajar desde casa funciona, pero con moderación
"Un hilo común sería 3-2: lunes, martes y jueves en la oficina y miércoles y viernes en casa". Greenwich Park, con vistas a Canary Wharf en Londres, marzo de 2021. Fotografía: Guy Bell / Rex / Shutterstock

Las compañías grandes y pequeñas están planeando ya el futuro del trabajo de la pospandemia y es probable que muchos de nosotros no regresemos a trabajar a las oficinas como lo hacíamos antes. Un estudio que realicé me indica que hay gran apetito por un nuevo paradigma, uno que tendrá mayores implicaciones para las ciudades, los negocios y las personas.

Si se termina la crisis de Covid-19 y las economías logran avanzar nuevamente, las experiencias de tanta gente trabajando desde casa durante el último año seguramente darán forma a lo que pase después. Para muchos de nosotros, esto podría convertirse en un regreso a la oficina pero durante tres días a la semana. Obviamente los esquemas van a variar pero el común denominador sería algo como lunes, martes y jueves en la oficina y miércoles y viernes en casa. Este es el plan clásico de grandes firmas como Google, Salesforce, Facebook y HSBC. Para mis discusiones con cientos de gerentes de diferentes industrias, muchas otras compañías están buscando arreglos similares.

Este cambio seguramente será diseñado por los empleadores que están haciendo un cálculo entre dos fuerzas diferentes pero igualmente importantes. Una es que las compañías consideran la necesidad de la creatividad y las conexiones de las personas, lo cual aumentará el deseo de traer de regreso a la gente a las oficinas. Muchos sacamos lo mejor de nuestra creatividad cuando trabajamos frente a frente, conociendo gente, hablando en la comida o en el café, o en grupos de personas.  Es por esto que muchas de las compañías más exitosas del mundo, ya sea en Londres, Nueva York o Silicon Valley, construyen oficinas tan hermosas. Las compañías más importantes quieren atraer a sus empleados al trabajo porque creen  que de esa manera maximizan la creatividad del personal y su tesón. Tal vez, también está la noción de que es más fácil vigilar al personal cuando se encuentra en el mismo lugar.

Existe también la posibilidad de que algo inefable se pierde cuando los colegas no se reúnen en persona. De hecho, un estudio reciente de Microsoft demuestra que los empleados en casa tienen más contacto con los miembros de su equipo actual pero no hay muchas probabilidades de que se mantengan en contacto con los nuevos. Así es que el trabajo en casa limita nuestra capacidad de conectarnos con diferentes equipos, reduce la cohesión y puede afectar el potencial de crear nuevas ideas.

En casa, sin embargo, tendemos a ser más eficientes en las tareas diarias que son la mayor parte de nuestra vida laboral. Esta es la fuerza competitiva que podrá mantener a muchos de nosotros lejos de la oficina después del Covid. El trabajo en casa con las condiciones adecuadas, es decir con un buen ancho de banda y sin niños, lo cual no fue posible para todos durante el confinamiento, puede resultar muy eficiente. En las pruebas de control al azar que realicé sobre el trabajo en casa en 2010, descubrí que los empleados que trabajan desde su hogar son 13% más eficientes. Cuando entrevistamos a los empleados después del estudio, nos dijeron que la oficina puede ser muy ruidosa y tener muchas distracciones. La anécdota más memorable es la de un individuo que se quejaba de que el vecino de cubículo se cortaba las uñas de los pies bajo el escritorio con un cortauñas enorme. Esta eficiencia mayor en labores concretas también se combina con otros factores como el tiempo que se ahorraron  evitando el desplazamiento diario, lo cual es una muy buena razón para permanecer en casa. El año pasado el trabajo en casa sirvió a muchos para abrir los ojos al respecto.

Mientras las compañías toman decisiones sobre los nuevos arreglos de trabajo, básicamente tendrá que haber una compensación: las expectativas de mayor creatividad en nuevos proyectos en la oficina pero mayor productividad en los trabajos que se realizan en casa. Y, como en todas las compensaciones, no se trata de todo o nada, cinco días o ningún día en casa, sino algo a la mitad. Al parecer, después de hablar con más de 100 compañías, quedaría en tres días a la semana en la oficina.

A los empleados también parece gustarles este esquema. En una encuesta reciente con 5 mil empleados en Gran Bretaña que realicé con Paul Mizen y Shivani Taneja, de Nottingham University, el trabajo en la oficina durante tres días a la semana era la opción más popular. De hecho, los empleados consideraron que esto era como un beneficio con valor aproximado al 6% de sus sueldos. No sólo se trata de un esquema más eficiente para las compañías, también sirve para tener a los empleados felices y motivados. O, para ponerlo en términos monetarios, si tu compañía quiere obligar a los empleados a regresar a la oficina durante cinco días de la semana tendrá que compensarlos o arriesgarse a perder personal cuando la economía se recupere.

Para navegar con éxito por esta compensación, las compañías tendrán que maximizar su desempeño y sus ganancias, y los empleados estarán felices de repartir el tiempo casi por igual entre la oficina y la casa. Es por eso que no resulta sorprendente que sea la opción más popular para muchas empresas.

Si este cambio se da, como yo espero que suceda, el movimiento a largo plazo hacia un mayor tiempo de trabajo en casa, tendrá grandes implicaciones para nuestras ciudades, y se transformará la idea que prevalece desde hace mucho tiempo sobre el trabajo y la vida en la ciudad. Si ahora necesitamos una oficina en casa pero sólo tenemos que desplazarnos tres días, las personas que huyeron a los suburbios o cualquier otro lugar durante la pandemia tal vez se queden permanentemente allí. Los centros de las ciudades tal vez regresen a lo que eran a principios de los 2000: menor densidad, más baratos, más bohemios y variados.

Los rascacielos, es especial, van a sufrir el cambio más radical. Los edificios en los centros de las ciudades van a enfrentar al doble reto del transporte público y los elevadores. Después de la pandemia, muchos de nosotros estaremos preocupados por la densidad de la gente en determinadas circunstancias. En nuestra encuesta de empleados de Reino Unido, más de tres cuartas partes de nuestros entrevistados reportaron tener un sentimiento de incomodidad por tener que subirse al metro o a los elevadores llenos de gente. Así es que las torres van a tener que bajar sus rentas, reducir la densidad, e incluso convertir algunos pisos en departamentos para reducir el amontonamiento y conseguir nuevos ingresos. También van a tener que ponerse creativos con las horas de trabajo. Para evitar los congestionamientos matutinos y vespertinos, el horario de trabajo tendrá que dejar de ser de 9 a 5. El administrador de un edificio con el que hablé estaba considerando recortar la renta pero cobrar a los inquilinos diferentes tarifas por el uso del elevador: 28 pesos  por empleado que use el elevador entre las 8:30 y las 9:30 o entre las 4:30 y las 5pm, para evitar los congestionamientos en la mañana y en la tarde.

Otro cambio importante al considerar el cambio hacia el trabajo en casa también tiene implicaciones de desigualdad que no pueden pasarse por alto al  buscar un cambio en las prácticas de trabajo. Sólo la mitad de todos los empleados pueden trabajar desde casa y normalmente son las personas con educación universitaria en administración, profesionistas o servicios empresariales. Durante la crisis del Covid-19, la otra mitad tuvo que permanecer en su lugar de trabajo o lo que es peor, perdió su trabajo. En particular, los trabajadores de manufactura, servicios de salud, y otros trabajos de primera línea  han tenido que seguir presentándose cinco días a la semana: estos son trabajos que no pueden realizarse en casa. Queda claro que fueron ellos los que enfrentaron lo peor de la pandemia y tampoco podrán disfrutar trabajar desde casa después de eso. Los empleadores y los gobiernos deberían reflexionar al respecto y prepararse para compensar estos sacrificios.

Durante los próximos meses y años, el cambio radical hacia el trabajo en casa que se dio en la pandemia está preparando a la sociedad para una nueva realidad. Para muchos de nosotros, llegará a su fin el traslado de lunes a viernes de 9 a 5. En lugar de eso, estaremos trabajando desde casa dos días de la semana y viajando a la oficina tres días de la semana, o algo parecido, desde los suburbios o más allá. Ultimadamente, si las cosas salen bien, tenemos el potencial de ser más productivos en nuestro trabajo y más felices con una vida laboral más balanceada. Esto nos podría ayudar a mejorar los costos en nuestras grandes ciudades si los empleados con mayores sueldos salen de allí, lejos de sus edificios de ladrillos y cemento. Pero ¿aquellos que trabajan desde casa pensarán en la gente que no puede hacer lo mismo?

*Nicholas Bloom es profesor de economía de la Universidad de Stanford, especialista en prácticas gerenciales e incertidumbre.

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