Este 10 de mayo, mientras México llena los restaurantes y los timelines con flores para mamá, continúa en cartelera Un cuento de pescadores, una película que habla de las mujeres que no encajan en el molde: las que aman fuera de lo permitido, las que callan para sobrevivir y en la que la talentosísima Alejandra Herrera le da vida a una de ellas en un pueblo donde la culpa no se hunde, flota...
“¿Cuántas niñas abandonan sus amores, sus cuerpos, por elegir una vida que no fue suya?”, se pregunta Ale en esta entrevista que tuvimos. Y ese eco, en este día, pesa más.
Pocas actrices como Alejandra Herrera pueden moverse con la misma solidez entre la ciencia ficción en mixteco, el k-pop policiaco y el horror folclórico. En Un cuento de pescadores – La maldición de la Miringua, su más reciente filme, la actriz da vida a una mujer atrapada entre el mito, el deseo y la imposición de una comunidad cerrada que no perdona lo que no comprende.
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Alejandra Herrera y el horror folclórico mexicano
La película, dirigida por Edgar Nito y escrita junto con Alfredo Mendoza, se sumerge en la profundidad simbólica del lago de Pátzcuaro, donde los pescadores aseguran que algo oscuro ha despertado. Pero más allá del espectro, lo que se pone en juego es lo más humano: la libertad de elegir quién se es y a quién se ama.
“Es una película de terror, sí, pero también una reflexión sobre todas las mujeres que han tenido que sacrificar sus deseos y su verdad por miedo al qué dirán”, dice Alejandra Herrera. “Yo traté de contarla con verdad, con respeto y con responsabilidad”. “Somos nosotros quienes debemos cambiar el destino del cine mexicano”.
Esta y muchas reflexiones más me compartió en una charla profunda sobre cine, comunidad, diversidad y de cómo los mitos pueden volverse espejos del presente.
Así que, no te voy a quitar el gusto de que disfrutes el video de esta cálida entrevista que tuve con Alejandra Herrera.
Un set entre la bruma y la comunidad: filmar en Pátzcuaro
La experiencia de rodaje en el lago fue, para Alejandra, transformadora: “Estábamos viviendo en una de las islas. No llegamos como turistas ni con actitud conquistadora. Les pedimos permiso a las personas de ahí para contar su historia. Y muchas de ellas terminaron actuando en la película con una entrega total”.
El ambiente natural era bello, pero hostil. El frío del lago, los desplazamientos, la humedad. Y sin embargo, Alejandra sonríe al recordarlo:
“Fue una especie de ritual colectivo. La Miringua es el monstruo que viene a ajustar cuentas, pero también simboliza algo que todos sentimos: la culpa que no se hunde, que flota. Y ahí estábamos, nadando con ella”. Alejandra Herrera
Diversidad y simbolismo: Alejandra Herrera
En la charla, Alejandra Herrera también me dice que un logro del filme es cómo pone en el centro una historia de amor entre dos adolescentes en un contexto profundamente conservador. En el guion original, las protagonistas eran chicas de 14 o 15 años, pero tras varios callbacks, Nito decidió cambiar la edad y elegir a Alejandra: “Se arriesgó con nosotras. Confió en que podíamos cargar la historia”.
La actriz, que se ha caracterizado por elegir papeles fuera de lo convencional, encontró en Un cuento de pescadores una oportunidad para hablar sin subrayar:
“La diversidad no era el tema principal. Estaba ahí, de forma natural, como parte del conflicto. Y así debe ser. No todo tiene que ser explicado. A veces sólo hay que mirar y escuchar”.
La importancia de actuar con el cuerpo
La conversación con Alejandra Herrera gira en torno al proceso actoral más allá del guion. En Un cuento de pescadores, como también ocurrió en Kokoloko o Sobre las olas, la actriz explica que el trabajo nace desde el cuerpo, la intuición y la escucha.
“Los personajes no se actúan desde la técnica solamente. Hay que vivirlos. Este personaje era alguien que se negaba a sí misma, que estaba reprimida. Entonces trabajé con tensiones físicas, con silencios, con gestos contenidos. No todo se dice con diálogos. Hay escenas donde el silencio es la escena”, cuenta.
Y agrega: “Los mejores directores son los que te dan libertad. Te dicen: aquí está el universo, tú construye tu personaje desde dentro. Eso hace que el cine tenga verdad”.

Uno de los ejes más interesantes de la conversación con Alejandra Herrera gira en torno al proceso actoral más allá del guion. En Un cuento de pescadores, como también ocurrió en Kokoloko o Sobre las olas, la actriz explica que el trabajo nace desde el cuerpo, la intuición y la escucha.
“Los personajes no se actúan desde la técnica solamente. Hay que vivirlos. Este personaje era alguien que se negaba a sí misma, que estaba reprimida. Entonces trabajé con tensiones físicas, con silencios, con gestos contenidos. No todo se dice con diálogos. Hay escenas donde el silencio es la escena”, cuenta.
Y agrega: “Los mejores directores son los que te dan libertad. Te dicen: aquí está el universo, tú construye tu personaje desde dentro. Eso hace que el cine tenga verdad”.
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Alejandra Herrera: de la marginalidad a la pantalla
Alejandra es tajante cuando habla del sistema audiovisual: “Durante años nos hicieron pensar que nuestras historias no valían. Que lo mexicano era feo, violento, mal hecho. Pero ahora estamos recuperando el valor de contar lo propio”.
Ella misma ha encarnado personajes que no suelen ocupar el centro narrativo: mujeres rurales, disidentes, indígenas, mestizas, mujeres silenciadas. “No me interesa actuar para halagar a la industria. Me interesa actuar para contar. Para romper lo que no se ha dicho”.
Y eso se ve también en cómo aborda la diversidad en Un cuento de pescadores:
“Es una historia que ocurre todos los días en este país, pero que rara vez se filma. ¿Cuántas chicas no han tenido que negar a quien aman para sobrevivir? Eso también es terror”.
Con honestidad y claridad, Alejandra cuestiona el desinterés histórico hacia el cine mexicano. “Nos decían: ‘La gente no consume cine mexicano’. Pero no es que no quiera. Es que no había otra cosa. Por eso Contraataque funcionó, porque mostró otra narrativa. Historias con rostros reales, con lenguaje propio, como era en el cine de oro”.
“Ya no hay excusa”, afirma. “Un cuento de pescadores está en cartelera nacional. No tienes que ir hasta la Cineteca a las 10 de la noche. Ahora hay que hacer nuestra parte: ir, comprar el boleto, decirles a los distribuidores que sí queremos vernos en pantalla”.
Para ella, el cambio está en nuestras manos: “La industria responde a la demanda. Si no hay público, no habrá más cine mexicano en las salas. Así de simple”.

El futuro del cine mexicano es colectivo… o no será
Hacia el final de la entrevista, Alejandra reflexiona sobre el lugar que ocupa la audiencia en la sobrevivencia del cine nacional: “Nos toca a nosotros. A los espectadores. Si no vamos el primer fin de semana, las películas se caen. Es injusto, pero es así. Por eso es urgente hablar, invitar, difundir”.
Ella celebra que hoy películas como Un cuento de pescadores estén en todas las salas comerciales, no solo en los espacios alternativos: “Durante años tuvimos que ir a funciones a las 10 de la noche, en una sola sede. Ahora no. Ahora ya están ahí, al alcance. Entonces ¿qué sigue? Ir. Sentarse. Verlas”.
Y concluye con una frase poderosa: “El cine mexicano no está muriendo. Está renaciendo. Pero necesita que lo acompañemos”.
De Roma a Itu Ninu: Alejandra Herrera desafía formatos
Alejandra Herrera no se encasilla. Dejó huella en Roma con una escena poderosa; deslumbró en Kokoloko de Gerardo Naranjo, papel por el que fue nominada en el Festival de Tribeca; y ahora participa en Itu Ninu, una insólita propuesta de ciencia ficción mixteca rodada en Escocia.
“Todo está en mixteco, es futurista, pero con identidad propia. Es impresionante escuchar esa lengua en un contexto sci-fi. Y ver rostros mexicanos allá, hablando de cosas universales. Esos proyectos me emocionan”.
También estará en Sobre las Olas, que se presentará en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Con Ángeles Cruz como su madre ficticia, Alejandra interpreta a una mujer que atraviesa una comedia trágica con tintes de realismo mágico.
“Nos dieron libertad total. Como Alfonso Cuarón. Como Gerardo Naranjo. Te dicen: el guion es una guía, ahora vive al personaje”. Alejandra Herrera
Alejandra Herrera y el poder de contar desde el cuerpo
Además de actriz, Alejandra Herrera es comunicóloga por la UNAM. Esa formación, sumada a su sensibilidad artística, hace que sus elecciones sean siempre significativas. No actúa por actuar. Se implica. Estudia. Pregunta. “Cada historia que cuento, la cuento con respeto. Porque hablo de personas que existen, aunque no las veamos en los medios”.
Con una filmografía que incluye títulos como La diosa del asfalto, Nahjum, Tiempo de lluvia, Spinning o Desde la tierra muerta, Alejandra es una de las voces femeninas más comprometidas del cine actual. Y lo confirma una vez más en Un cuento de pescadores, donde lo ancestral se vuelve espejo del presente, y donde su actuación se siente como un ancla entre la fantasía y lo real.
P.D.: No dejes de abrazar a tu madre si aún tienes la fortuna de tenerla; si no, te abrazo con el corazón. En lo personal, no caigo en lo meloso ni el consumismo generado por la mercadotecnia pero, mamá es mamá así que, disculpen estas breve líneas exclusivas para ella:
Mi queridísima L, madre de mi alma, qué bueno es tenerte. ¡Gracias!
Si ya viste la actuación de la actriz Alejandra Herrera en Un cuento de pescadores, de Edgar Nito, platícame qué te pareció. O podemos comentar la entrevista. Yo soy y me llamo Ligia Oliver y espero que sigas mi columna en este medio. Soy miembro del Consejo Directivo de Tinta Escritores Cinematográficos México. Me desempeña como periodista cinematográfica, guionista, locutora, editora, traductora y productora de cine, radio y TV, además de la dirección editorial de Somos Texto. Amo el cine mexicano (como ya te habrás dado cuenta). También soy filósofa y apasionada de la cultura griega. Mantengamos contacto vía: IG: @lixoliver FB: @lixoliverligia o lixoliver@gmail.com