China me sancionó, pero eso no hará que deje de hablar de Xinjiang
Guardias en un 'centro de educación en habilidades vocacionales' para personas uigures en el condado de Huocheng, Xinjiang, 2018. Fotografía: Thomas Peter / Reuters

No me sorprende que me hayan incluido en la lista de las personas sancionadas por el gobierno chino por mis críticas en contra de los abusos a los derechos humanos de los musulmanes en UIghur en la provincia de Xinjiang. China no es grande en lo que se refiere a la libertad de expresión.

En el juego del toma y daca que forma parte de las relaciones internacionales esta acción no tiene grandes consecuencias. A nivel personal, me dará mucha tristeza no regresar a China porque admiro a muchos académicos y activistas de los derechos humanos con los que he tenido contacto. Sin embargo, no tengo acciones para congelar, ni inversiones, ni propiedad secreta, y mi trabajo legal  para proteger los derechos humanos será como siempre.

Como abogada, mi postura frente a la conducta de China está basada en la evidencia. Todos hemos visto las agresiones en contra del movimiento prodemocrático en Hong Kong. Temo por mis amigos abogados, como Martin Lee y Margaret Ng, que están en peligro por  el valiente trabajo que realizan para defender la ley.

En los atroces crímenes en contra de Uighur, he escuchado testimonios directos de aquellos que han sufrido, especialmente las mujeres exiliadas de las que han abusado sexualmente, y violado, o esterilizado o que se han visto obligadas a terminar sus embarazos. Las han separado de sus hijos y los llevan a otras casas para desarraigarlos, negarles su religión y su cultura. He visto fotografías aéreas que muestran la destrucción de las mezquitas y lugares de enterramiento. He escuchado por parte de académicos con buenas fuentes de información que existe el trabajo forzado, la gran cantidad de gente que se encuentra en campos de reeducación, y los desplazamientos obligatorios de gente para llevarlos a trabajar a otras partes de China.

Los abogados internacionalistas están debatiendo si existe suficiente evidencia para hablar de genocidio. Pero en mi mente las evidencias son claras. Genocidio es lo que se está llevando a cabo. La convención de genocidio requiere naciones firmantes para prevenir el genocidio y no solamente retorcernos las manos cuando ya pasó.

China es una potencia dominante en este mundo. Está asumiendo su liderato en el cambio climático, lo cual es de admirarse. Y sus políticas de la franja y la ruta se reflejan en su ofrecimiento de ayuda para infraestructura a los países en vías de desarrollo en partes de Asia, África y todo el mundo. Lo malo de esta estrategia de apoyo es que el endeudamiento de países menos poderosos se refleja en el apoyo que China disfruta en la ONU.

A causa de su músculo económico, China es capaz de andar haciendo negocios por el mundo sin preocuparse por las consecuencias de sus crímenes. El deseo de mejores relaciones comerciales es un gran silenciador e incluso la mayoría de las naciones musulmanas no denuncian lo que les sucede a sus correligionarios en Xinjiang. No quiero que regresen las políticas de la guerra fría, pero la concesión que se creó después de la segunda guerra mundial en torno a un orden basado en reglas es ahora una amenaza constante. Los valores que dieron lugar a la Declaración Universal de Derechos Humanos y todas las convenciones internacionales subsecuentes se están haciendo pedazos.

Cuando se les cuestiona, el gobierno de Reino Unido dice que sólo una corte designada puede decidir si China está cometiendo genocidio. Lo que quiere decir con esto es que las naciones en contra de las cuales se hace esta acusación normalmente tienen que presentarse ante la corte internacional de justicia. Los individuos que realizan dichos crímenes tienen que comparecer ante la corte criminal internacional.

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De hecho, es verdad que las cortes son el mejor lugar para esas determinaciones tan serias. Pero en este caso, se trata de una especie de trampa. China entró a un “resguardo” con relación a la jurisdicción de la corte internacional de justicia, lo que significa que no aceptará su autoridad en asuntos como el genocidio. En cuanto a la corte criminal internacional, China no firmó el estatuto de Roma que creó esa corte.

Eso nos deja sin corte internacional para determinar el asunto, y es por esto que mi par liberal David Alton y yo estuvimos trabajando con ahínco en la Cámara de los Lores para la creación de una procedimiento que hubiera permitido a la Corte Alta inglesa determinar si la evidencia apuntaba a estar en el umbral del genocidio.

Ya que no se aprobó ese esfuerzo, ahora presionamos para que la Cámara de los Lores  forme un comité con antiguos jueces que conduzcan un revisión de la evidencia en representación del gobierno.

Esto se da, por supuesto, en momentos en que los líderes de la “Gran Bretaña global” ven  nuevas oportunidades de negociaciones comerciales. Pero no podemos dejar de culpar a China por lo que está sucediendo. Y el Reino Unido tiene que hablar claramente y con fuerza. Los derechos humanos son más importantes que el comercio.

Helena Kennedy es Consejera de la Reina y par laborista.

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