Entendiendo el ‘cryptoarte’
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

Entendiendo el ‘cryptoarte’
"Everydays: The First 5000 Days", obra de Mike Winkelmann alias Beeple.

Sin ferias de arte a nivel mundial, pocas galerías trabajando y la experiencia presencial en museos aún limitada, los artistas y todos aquellos involucrados en la industria cultural han sufrido un golpe adicional como consecuencia del confinamiento.

Todo lo relacionado con el tema digital recibió un empujón al tope de las prioridades, y el arte no es la excepción. Pero para todos aquellos que no estamos tan familiarizados con estos temas, descubrir de pronto que los medios de comunicación, las celebridades y otros líderes de opinión no paran de hablar del cryptoarte, provoca poco menos que un pasmo.

¿De qué me están hablando? El fear of missing out se manifiesta cuando leemos que The Weeknd anunció que lanzará una canción que sólo existirá “en un espacio NFT”, que la Liga de Baloncesto está vendiendo “momentos” en video, o que la casa de subastas Christie’s logró cotizar una pieza de arte digital del artista conocido como Beeple en 69 millones de dólares. ¡¿Qué está pasando?!

Probablemente nada de esto le importaría al ciudadano de a pie, de no ser porque ya se está filtrando a las esferas de la música, el cine y los deportes. Pero el tema -aun cuando no tiene tanta gracia- tampoco es tan sencillo de explicar, porque se puede volver innecesariamente complicado o, por el contrario, caer en el reduccionismo. Es por esto que en Híbrido decidimos consultar a algunos expertos.

El tema que hoy está en boca de todos son los NFT (non-fungible tokens), y en lo que respecta únicamente al contexto del arte, son más fáciles de explicar diciendo lo que no son. De entrada, aclarar que no se trata de piezas de arte en sí mismos. Es decir, un artista plástico, o músico, o incluso cualquier creador de contenido, sí ofrece una pieza de su autoría -o de su propiedad- y la pone a la venta como NFT, pero lo que el comprador obtiene no es la obra sino un certificado de autenticidad que lo acredita como el dueño de ésta. El NFT sólo es un dato que representa a algún tipo de objeto digital.

Como la mayoría de estas piezas viven en internet, el mundo seguirá teniendo acceso a ellas, o incluso hacer copias de éstas en el caso de las imágenes, lo que abre muchas interrogantes sobre derechos de autor. Según el abogado Schuyler Moore, especialista en la industria del entretenimiento, los que compran un NFT no se vuelven dueños de los derechos sobre el contenido audiovisual que dicho NFT representa, de la misma forma que alguien puede comprar un DVD pero esto no lo vuelve dueño de la película original, ni tiene permitido vender copias de ésta. 

Dado que las transacciones para obtener los NFT se hacen con criptomonedas (concretamente con Ethereum), hay quienes los han clasificado como cryptoarte, pero este es otro concepto más amplio que también ofrece sus propias contradicciones. “No hay un consenso en la definición del cryptoarte, es muy ambiguo”, explica Víctor García Castañeda, académico en cultura digital y cofundador de la galería Deceso. “Cryptoarte puede significar el arte que toma como objeto lo ‘crypto’, y ser incluso una pieza física. Pero también es aquello que toma lo ‘crypto’ como medio y que sólo funciona cuando se relaciona con el blockchain”.

¿Y qué es eso de blockchain?, se preguntarán los no iniciados. Para dejarlo también en términos muy simples, es la red que sostiene el funcionamiento de las criptomonedas y todo lo relacionado con éstas; es capaz de almacenar información y asegurarla criptográficamente. “Pero la obra representada por un NFT ni siquiera es parte del blockchain”, explica el artista Daniel G. Lozano. “Las obras están almacenadas en servidores externos”. Por lo que, técnicamente, un NFT es sólo un registro que queda grabado en el blockchain

Jack Dorsey, CEO de Twitter, vendió un tuit en 2.9 millones de dólares. La cantante Azealia Banks subió a internet el audio de un sex tape y lo vendió como arte conceptual, llegando a cotizarse en 260 millones. Pero cabe aclarar que estas cifras, incluyendo el Beeple subastado por Christie’s, se calculan a partir del valor de la criptomoneda.

Artistas como Ozuna, Aphex Twin y Gorillaz también anunciaron la creación de sus propios NFT. “Cualquier persona puede vender cualquier cosa, y por eso los NFT podrían dañar el concepto de copyright”, explica Lozano. “La música, las fotos, los videos, los gifs, son por naturaleza replicables y no existe una pieza que sea la original. Lo que los artistas están haciendo es crear una escasez falsa, limitando las ediciones, para aumentar el valor de una pieza al decir que es única”.

¿Pero por qué está sucediendo justamente ahora? García Castañeda opina que tiene que ver con la creciente digitalización que hemos vivido durante el año de la pandemia, “pero también porque mucha gente está metiendo dinero en lo ‘crypto’ desde que el Bitcoin empezó a subir de valor. Como es caro reconvertir las criptomonedas a efectivo, prefieren quedárselas y gastarlas dentro del mismo ambiente, porque saben que van a seguir subiendo de valor”.

Lee también: No es cine, es chisme

En México ya hay artistas que empezaron a crear NFT, pero de acuerdo con García Castañeda ninguna de las galerías más reconocidas del país los están vendiendo aún. “A lo mejor no tardan en hacerlo”, comenta. “Pero en México no hay una galería especializada en arte digital, por falta de mercado o de interés”.

“Todo esto podría quedar en una tontería si no fuera porque el blockchain tiene un costo ambiental muy alto”, opina Lozano. “No es necesario que haya miles de computadoras haciendo operaciones matemáticas todo el tiempo y almacenando la información de todas las personas, las obras y las transacciones, sólo para decirte que tu certificado es auténtico. La cantidad de energía que se necesita para operarlas es inmensa”.

Sin embargo, García Castañeda también ve algo positivo en esta tendencia: “Los artistas digitales, que siempre fueron relegados porque sus medios son reproducibles, por fin tienen una forma de entrar al mercado del arte ahora que ya existe una manera más confiable de coleccionar arte digital”. Pero agrega, quizá todavía no sea el momento: “Eso va a suceder cuando se desinfle esta burbuja y queden buenos artistas haciendo arte digital. Ahora no existe un control estético, ni una labor de curaduría seria. Hay un mercado libre y cualquier persona puede subir lo que sea”.

BREVES

Para la agenda: Zona Maco Art Week, el proyecto que la feria de arte propone como alternativa en tiempos de pandemia, se llevará a cabo del 27 de abril al 2 de mayo.

This Is A Robbery: The World’s Biggest Art Heist es una serie documental sobre uno de los mayores robos de arte en Estados Unidos. Estrena el 7 de abril en Netflix.

The Last Vermeer, con Guy Pearce y Claes Bang (The Square) es un drama de época sobre el robo de una pintura, disponible en Amazon Prime, Cinépolis Klic y Claro Video.

También en Amazon Prime, el documental chileno Lemebel sobre el artista queer Pedro Lemebel. Un trabajo que ayudó a rescatar el interés en el autor de “Tengo miedo, torero”, libro que ya se adaptó y que próximamente podremos ver en pantalla.

Si lo único que necesitan para volver a las salas de cine es un buen pretexto, The Father (El padre), la película nominada al Oscar con las actuaciones de Anthony Hopkins y Olivia Colman, ya estrenó en Cinépolis desde el 1º de abril. Dura, brillante, imperdible.

Contacto: @carloscelis_ 

Síguenos en

Google News
Flipboard