No es cine, es chisme
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

No es cine, es chisme
Foto: documental Allen v Farrow.

La única razón por la que hoy la gente habla de Woody Allen es por sus escándalos. ¿Quién lo iba a decir? Uno de los grandes genios de la cinematografía reducido a un chisme. Gran cotilleo desató el documental de HBO, Allen v Farrow, que aun cuando estrenó el 21 de febrero y concluyó el 14 de marzo, sigue creciendo en popularidad como sólo los buenos chismes pueden hacerlo: de boca en boca y dejando una estela adictiva a su paso.

No tardaron en surgir defensores del cineasta a diestra y siniestra (más siniestra), desde colaboradores cercanos hasta críticos del montón. No entraré en detalle sobre las revelaciones de este documental, pues es un caso muy conocido, pero los invito a que lo vean y se hagan de su propia opinión. ¿La mía? Es imposible ignorar algunas de las cosas que se dicen aquí. Para el capítulo final, los realizadores y todos los involucrados lograron probar su punto: Nadie que sea señalado por abuso sexual, ni siquiera Woody Allen, puede gozar de privilegios.

Actualmente, la oferta de entretenimiento en plataformas digitales está plagada de este tipo de contenidos: seudodocumentales y seudoperiodismo. Llegamos al punto en el que la “veracidad” -o incluso la calidad- de lo que se presenta es lo de menos para el público, lo importante es que cumpla con su función de entretener. A la gente no le interesa el cine, lo que le interesa es el chisme. Y tal parece que, con mayor frecuencia que antes, las personas sólo se involucran en asuntos colindantes con la cinematografía cuando dan para un buen tema de sobremesa. 

Todos sabemos que no es cierto que la gente en México quiera ver Lupin, y mucho menos salirse de Netflix para buscar cosas como Babylon BerlinLosing Alice o Yellowstone. Hace dos años, cuando las salas de cine estaban en su apogeo, cada película tenía la oportunidad de convertirse en un evento, pero hoy los mayores eventos son los que crea Netflix. 

La cuarta temporada de The Crown y el anuncio de la segunda temporada de Luis Miguel: La serie son los mejores ejemplos de productos que se sumergen en las profundidades del chisme (y para colmo chismes viejos) con tal de favorecer el gusto de las grandes audienciasLos documentales ya no son documentales, o al menos no son trabajos con el rigor periodístico de aquello que entendíamos como un documental. Así como las series no son tanto series como sí telenovelas, con ese factor de water cooler talk que todo Godínez necesita para empezar su lunes.

De acuerdo con datos de la firma FlixPatrol, la producción más vista en Netflix durante 2020 fue Tiger King, rebasando incluso a The Queen’s Gambit (que es la serie con guión más vista). Básicamente, una telenovela y un reality show. La tendencia de estos pretendidos documentales ha ido en aumento con programas como Crime Scene: The Vanishing at the Cecil HotelDon’t F**k With CatsJeffrey Epstein: Filthy RichKiller Inside: The Mind of Aaron HernándezMucho Mucho Amor: La leyenda de Walter Mercado y hasta Parchís: El documental. Y es que el morbo vende.

Ya podemos sumar otros dos casos muy sonados. Por un lado, Framing Britney Spears, la investigación de The New York Times en torno a la famosa cantante de pop; y por el otro, la entrevista que Oprah Winfrey hizo a los duques de Sussex, Harry y Meghan, por la que según reportes de The Wall Street Journal, CBS pagó a la periodista entre 7 y 9 millones de dólares. Dos ejemplos de contenidos que dominaron la conversación y que borran aún más la línea que divide al periodismo del entretenimiento, a la investigación del chisme.

Pienso en cómo los playlists de Spotify afectaron el trabajo de periodistas musicales y de DJs, ya que ahora son los críticos de cine los que se deben replantear su labor ante la proliferación de contenidos en plataformas digitales, con énfasis en “contenidos”: todo aquello que incluye, pero que va más allá del cine. Pues el implacable algoritmo de Netflix, con su (no tan) discreta ingeniería social, continuará moldeando el gusto del público a través de sus listas de lo más visto.

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Warner Bros., en su alianza junto a HBO Max, se convirtió en la competencia más relevante para el gigante del streaming, pero recientemente suavizó su postura y adelantó que sus grandes estrenos volverán a fluir “normalmente” por las salas de cine para 2022. Claro, ¿qué plataforma pretendería igualar la lealtad del consumidor que Netflix ya logró? Tan solo a inicios del año anunciaron el estreno de 71 producciones para 2021. Pero quizá la pregunta más importante sigue en el aire: ¿cuántas personas estarían dispuestas a pagar por todas las plataformas que siguen apareciendo?

Mientras los grandes estudios empiezan a parecer titubeantes en sus estrategias de streaming, hay que decir que gran parte de la responsabilidad ante el conformismo del público con una sola plataforma recae también en los medios de comunicación, en aquellos que generan recomendaciones fáciles para públicos poco exigentes, acostumbrándolos a recibir todo masticado y en la boca. Critican el algoritmo, pero se portan igual. Porque sí, los públicos cambiaron con la pandemia, pero eso no quiere decir que el pensamiento crítico se tenga que adaptar al capricho de las audiencias.

Secretamente, muchos desean regresar a una “normalidad” que pudiera ayudar a restaurar ciertos privilegios, pero no hablo solamente de recuperar una vida social o de que vuelvan los eventos. En los medios de comunicación y en la cultura, tendríamos que preguntarnos si acaso esta experiencia en la que aún estamos inmersos nos enseñó que ciertas prácticas, y ciertos títulos, ya son obsoletos. Es hora de renovarse o de enfrentar un algoritmo que, hoy más que nunca, amenaza con empujarnos a la irrelevancia.

BREVES

Para continuar en la línea de los documentales morbosos, Kid90 es un trabajo de Soleil Moon Frye, mejor conocida como Punky Brewster, (disponible en Hulu) con testimonios de famosos que hablan de la dificultad de crecer siendo una estrella infantil. También estamos pendientes del estreno de Tina, sobre la cantante Tina Turner, que llega el 27 de marzo a la plataforma de HBO Max.

Para quien esté interesado, la última película de Woody Allen, Rifkins Festival (2020) ya está a la venta en DVD a través de Amazon.

Un título que tiene a muchos confundidos es The Nest (El refugio). No es misterio, ni es terror. Es uno de los mejores dramas de 2020 y la película más subestimada del año. Carrie Coon está espléndida, como siempre, y Jude Law muy digno. Disponible en Amazon Prime Video desde el 25 de marzo.

Contacto: @carloscelis_

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