En el espacio, nadie escuchará las demandas de los trabajadores de Bezos y Musk por sus derechos básicos
Columnista invitado

Exsecretario de Trabajo de Estados Unidos, profesor de política pública en la Universidad de California en Berkeley y autor de Saving Capitalism: For the Many, Not the Few y The Common Good. Su nuevo libro, The System: Who Rigged It, How We Fix It, ya está a la venta. Es columnista de The Guardian US.

En el espacio, nadie escuchará las demandas de los trabajadores de Bezos y Musk por sus derechos básicos
Jeff Bezos. Foto: AFP

El dinero no es gran cosa para ninguno de los dos. Musk tiene una fortuna de 179,700 millones de dólares y Bezos de 197,800 millones de dólares. Juntos, eso es casi tanto como lo que tiene el 40% de los estadounidenses de perfil más bajo.

Y la Luna es solo su trampolín.

Musk dice que SpaceX llevará humanos a Marte para 2026 y quiere establecer una colonia para 2050. Su propósito, dice, será asegurar la supervivencia de nuestra especie.

“Si hacemos que la vida sea multiplanetaria, puede llegar el día en que algunas plantas y animales mueran en la Tierra pero aún estén vivos en Marte”, tuiteó.

Bezos también tiene como objetivo construir colonias extraterrestres, pero en el espacio en lugar de en Marte. Él imagina “estructuras muy grandes, kilómetros y kilómetros” que “albergarán a un millón de personas o más cada una”.

De vuelta en nuestro planeta de origen, Musk está construyendo coches eléctricos, que ayudarán al medio ambiente. Y Bezos nos permite comprar desde casa, lo que podría ahorrar un poco de gasolina y, por lo tanto, también ayudaría al medio ambiente.

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Pero Musk y Bezos están tratando a sus trabajadores como, bueno, basura.

La primavera pasada, después de calificar de “fascistas” las órdenes de quedarse en casa del gobierno y de tuitear “AMÉRICA LIBRE AHORA”, Musk reabrió su fábrica de Tesla en Fremont, California, antes de que los funcionarios de salud dijeran que era seguro hacerlo. Casi de inmediato, 10 trabajadores contrajeron el virus. A medida que aumentaban los casos, Musk despidió a los trabajadores que tomaron una licencia sin goce de sueldo. Siete meses después, al menos 450 trabajadores de Tesla habían sido infectados.

Los asistentes de producción de Musk, como se les llama, ganan 19 dólares la hora, apenas lo suficiente para pagar el alquiler y otros costos de vida en el norte de California. Musk es virulentamente antisindical. Hace unas semanas, la Junta Nacional de Relaciones Laborales descubrió que Tesla interrogó ilegalmente a los trabajadores por los supuestos esfuerzos para formar un sindicato, despidió a uno y sancionó a otro por actividades relacionadas con el sindicato, amenazó a los trabajadores si se sindicalizaban y prohibió a los empleados comunicarse con los medios de comunicación.

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Bezos no trata mucho mejor a sus empleados terrícolas. Sus almacenes imponen cuotas de producción estrictas y someten a los trabajadores a despidos aparentemente arbitrarios, vigilancia total y jornadas laborales de 10 horas con solo dos descansos de media hora, y a menudo no tienen tiempo suficiente para ir al baño y regresar. Bezos se jacta de que sus trabajadores reciben 15 la hora, pero eso equivale a menos de 31,000 al año por un trabajador a tiempo completo, menos de la mitad del ingreso familiar promedio en Estados Unidos. Y sin licencia por enfermedad remunerada.

Bezos ha despedido al menos a dos empleados que se quejaron públicamente por la falta de equipo de protección durante la pandemia. Para frustrar la reciente campaña sindical en Bessemer, Alabama, Amazon exigió a los trabajadores que asistieran a reuniones antisindicales, advirtió que tendrían que pagar cuotas sindicales (lo cual es fals pues Alabama es un estado con “derecho al trabajo”) y los amenazó con salario y prestaciones perdidas.

Musk y Bezos son las personas más ricas de Estados Unidos y sus empresas se encuentran entre las de más rápido crecimiento del país. Por lo tanto, ejercen una gran influencia en la forma en que otros directores ejecutivos entienden sus obligaciones para con los empleados.

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La brecha entre la compensación de los directores ejecutivos y los trabajadores promedio ya se encuentra en un nivel récord. Habitan en mundos diferentes.

Si Musk y Bezos logran sus objetivos extraterrestres, estos mundos podrían ser literalmente diferentes. La mayoría de los trabajadores no podrán escapar al espacio exterior. Algunos multimillonarios ya están haciendo cola.

Los superricos siempre han encontrado la manera de escapar de los peligros de la vida cotidiana. Durante las plagas del siglo XVII, los aristócratas europeos se trasladaron a sus haciendas. Durante la pandemia de 2020, los estadounidenses adinerados se dirigieron a los Hamptons, sus ranchos en Wyoming o sus yates.

Los ricos también han encontrado formas de protegerse del resto de la humanidad: en castillos fortificados, en laderas a salvo sobre el humo y las aguas residuales, en grandes mansiones lejos del mundanal ruido. Algunos de los súper ricos de hoy han creado búnkeres apocalípticos en caso de guerra nuclear o conflictos sociales.

Pero a medida que crecen los peligros terrestres, no solo las amenazas ambientales sino también la inestabilidad social relacionada con la creciente desigualdad, escapar se volverá más difícil. Los búnkers no serán suficientes. Ni siquiera se puede contar con colonias espaciales.

Le agradezco a Musk que fabrique autos eléctricos y a Bezos que facilite el pedido en línea. Pero me gustaría que dieran mejores ejemplos para proteger y levantar a las personas que hacen el trabajo.

Es comprensible que los súper ricos deseen escapar de la atracción gravitacional del resto de nosotros. Pero realmente no hay escapatoria. Si se toman en serio la supervivencia de la especie, deben actuar de manera más responsable con los trabajadores aquí en tierra firme.

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