No aprendemos nada, pero que venga otra docena de camarones
Ángel Guardián
No aprendemos nada, pero que venga otra docena de camarones
Foto: Alfonso Charles/Pixabay.com

Los ciclos se repiten. Hace exactamente 11 años, el Departamento de Estado de EU anunció que cerraría la importación de camarones desde México debido a que los barcos pesqueros mexicanos no hacían un uso correcto de los dispositivos para evitar dañar a las tortugas.

Los dispositivos, llamados TED, tienen que utilizarse en los barcos que capturan camarones en el océano. En ese momento, las autoridades de EU impusieron el veto a empresas mexicanas por seis meses y lo levantó luego de que el gobierno mexicano implementó un plan para monitorear la captura de camarón en aguas nacionales.

De hecho, la Profepa demostró que el programa TED de México era similar, en efectividad, al de EU.

Hace unos días, nos enteramos de una medida similar: EU anunció un veto a las importaciones de camarón por no seguir las medidas acordadas de protección a las poblaciones de tortuga en la captura del crustáceo salvaje.

“EU suspendió la certificación de México porque su programa de protección a las tortugas marinas ya no es comparable al de Estados Unidos”, afirmó el Departamento de Estado.

Si bien en 2010 la administración respondió de inmediato al veto, en esta ocasión no se ve mucha disposición del gobierno actual para contrarrestar las medidas tomadas por el Departamento de Estado de EU. Lo único fue una respuesta tibia en el sentido de que México “trabajará” en un programa más agresivo de supervisión, pero hasta ahí.

En el tintero queda un riesgo muy grande para las exportaciones de pescado y mariscos de México a EU. En total, el mercado de este rubro en los países T-MEC suma unos 15 mil millones de dólares, con una parte mayoritaria para México, sobre todo en camarón y otros mariscos.

Esta prohibición llega justo cuando en EU se está poniendo de moda una nueva tendencia: camarones al estilo mexicano, es decir, picositos en coctel acompañado por cerveza. Afortunadamente, el veto no ha tocado a la acuicultura, por lo que los camarones cultivados seguirán exportándose, pero no llegan en valor, ni en orgullo mexicano, a lo que se genera con la flota camaronera mexicana.

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