Para mí sigue siendo un recuerdo muy vívido llegar en los años 90 a la Ciudad de México (entonces Distrito Federal) y encontrarme con callejones oscuros y descuidados, alumbrado tenue y amarillento, aire sumamente contaminado y problemas de tráfico y movilidad.
En los últimos 30 años me han asaltado quizá cinco veces, secuestrado otro par en modalidad exprés, la mismísima policía me ha extorsionado tres veces, me he llevado dos o tres golpizas, no me han pinchado pero sí me han drogado en bares, y por suerte no he estado involucrado en ningún accidente. Creo que soy de los afortunados.
También tengo muy claro cómo, en esa misma década, empezó a popularizarse la instalación de cámaras, evidentemente por temas de seguridad. Yo puedo hablar de esa época, pero no tengo idea de cómo era el D.F. en los años 80 o antes, que seguramente era mucho peor. Ahí están algunas películas mexicanas de esos ayeres para recordarlo.
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Pienso en Perro callejero, Lagunilla mi barrio, El mil usos, Los caifanes, Uno y medio contra el mundo, El hombre de papel, Fe, esperanza y caridad y hasta Los albañiles, entre muchas más. Pero tengo la impresión (o debería decir que estoy seguro) que es en el cine de la barriada donde encontramos la visión más honesta de lo que fue vivir en México, la ciudad y el país.
Aunque en su momento no eran bien vistas, hoy nos haríamos un gran favor al consultar como referentes las películas de figuras como Alfonso Zayas, Alberto Rojas “El caballo”, Luis de Alba, Rafael Inclán, Héctor Suárez, Valentín Trujillo, Isela Vega, Sonia Infante, Sasha Montenegro, Angélica Chain, Rosa Gloria Chagoyán y hasta los célebres Hermanos Almada.
Todas son documentos de un tiempo que fue, el de la “jungla de concreto”, y que hoy parece tan lejano que nadie creería que sucedió, porque en esos universos de miseria, delincuencia y corrupción, donde el dolor se convertía en fiesta y las personas se regodeaban en excesos y tragedia, al menos nadie nos vigilaba de la manera en que nos vigilan hoy.
¿Se puede hablar de una nostalgia por la anarquía? Quizá solamente estamos cansados de tanto control. No es nostalgia por el libertinaje ni por una vida criminal porque la delincuencia y la corrupción siguen ahí, y tal vez peor que nunca. Pero me atrevo a decir que nos pesa más vivir en un estado de vigilancia constante, donde las apps y las redes sociales son más opresivas que la propia policía.
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Creo que esta fatiga es la razón por la que tantas series y películas que se realizan en la actualidad no están respetando la lógica de que vivimos en un mundo vigilado, porque eso no es divertido. ¿Dónde está la gracia en no poder hacer una travesura?, ¿no tener un secreto?, ¿no hacer algo “a escondidas”? Sin la posibilidad de ocultar información, casi ninguna historia se podría contar.
Lo vemos en series como Your Friends & Neighbors, Presumed Innocent, The Residence, Zero Day, Slow Horses, Surface y You. Es imposible hacer una serie de misterio cuando hay cámaras en cada calle, cada casa y cada rincón. ¿La solución? Hagamos como que no existen las cámaras. De pronto, parece que hemos regresado a los 90.
También pasa en películas como Another Simple Favor, Black Bag o The Killer. El absurdo es que muchas de estas historias tratan directamente sobre espías y tecnología. No importa que el escenario sea una zona residencial de lujo, un edificio de gobierno, una estación de policía, una agencia de espionaje y hasta la Casa Blanca, en estas historias pasan cosas que simplemente no podrían suceder en un mundo repleto de cámaras como el de hoy.
Tampoco es un error, ni casualidad. Recientemente, el director Darren Aronofsky anunció el próximo lanzamiento de su nueva película Caught Stealing (algo así como “lo cacharon robando”), una historia situada en 1998 cuyo título es bastante revelador. En una de sus primera entrevistas, Vanity Fair la describe así: “las Torres Gemelas seguían de pie, la vigilancia de los teléfonos celulares y las cámaras de seguridad no era omnipresente. Todavía se podían realizar trabajos sucios fuera de vista”.
Vuelvo a mi pregunta: ¿Qué es esta nostalgia? ¿Nostalgia por la privacidad? ¿O acaso es otra forma de pánico para volver a presionar en temas de seguridad? Tal vez es demasiado pronto para saberlo pero el cine ya está ofreciendo esta reflexión. Voy a ser optimista por una vez y pensar que es una señal de que ya nos estamos cansando de las pantallas y de las redes sociales, y que esta generación ya tiene ganas de hacer algunas cosas “en lo oscurito”.
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BREVES
En cines, un documental y un concierto. Primero Mis cuatro hijas (Four Daughters, 2024), nominado al Oscar el año pasado, y después Cornucopia (2025), el espectáculo más reciente de Björk en su versión para la pantalla grande.
El Festival Internacional de Cine y Comedia - 24 Risas x Segundo, se realiza hasta el 11 de mayo en sedes de la Ciudad de México como Cine Tonalá y La casa del cine.
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