A finales de mayo el canal de televisión de la Suprema Corte cumplirá 19 años, creado para transmitir en tiempo real y sin ediciones las sesiones del Tribunal Constitucional de nuestro país, un logro que hace casi dos décadas fue vanguardia a nivel mundial.
Con sus naturales altibajos, ese medio público ha sido una herramienta de transparencia para el trabajo del Poder Judicial de la Federación, que en la encrucijada del exterminio de su independencia y autonomía verá comprometida su continuidad como un medio ajeno a los controles que el régimen morenista ejerce sobre las demás televisoras públicas que arrastran el prestigio que llegaron a consolidar. No hace falta detenerse en lo que se ha convertido Canal Once, el 22 o el llamado Sistema Público de Radiodifusión (SPR) una grotesca cajita de contenidos ideológicos cargados de mal gusto, carentes de objetividad y pésima calidad dirigido por Jenaro Villamil, un impresentable porrista del obradorato.
Te puede interesar: El negocio del ‘nuevo Poder Judicial’
Los medios públicos mexicanos que aspiraban con sus permanentes carencias a convertirse en estaciones que siguieran los parámetros de televisoras como la PBS de los Estados Unidos, la BBC del Reino Unido,Televisión Española o la Deutsche Welle de Alemania, ahora se complacen en la mediocridad de los burdos aparadores propagandísticos que se ordenan en Palacio Nacional y que ni siquiera son referencia entre el grupo que gobierna.
En la era de la destrucción institucional, los medios públicos también han sido severamente impactados al perder los parámetros elementales que guiaban su trabajo con manuales de estilo, protocolos de respeto a las audiencias y pluralidad en sus contenidos. Noticiarios balanceados, programas de alta calidad educativa y cultural, sin estridencias daban dignidad a una televisión alternativa hecha con muy poco. Ahora y desde hace un sexenio sólo prevalece el catecismo cuatrotero en sus barras programáticas, versiones ridículas de aplaudidores que usan el valioso tiempo aire sustentado con nuestros impuestos para glorificar el desastre y manipular con editoriales burdas carentes de credibilidad.
No olvidar que hasta la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex) fue exterminada, no sin antes pisotear los derechos de sus reporteros, corresponsales y trabajadores en general. ¿Se acuerdan de Sanjuana Martínez? Otro esperpento sacado de las ocurrencias del mesías macuspano que pasó a la historia como la enterradora de esa institución.
En este contexto que domina al país, la Corte que vendrá en septiembre tras la llamada elección judicial de junio, dará como resultado un irremediable efecto nocivo en el canal televisivo del Máximo Tribunal que llegó a alcanzar logros encomiables, pese a sus limitaciones económicas y técnicas. La televisión nunca fue una actividad prioritaria para la función jurisdiccional, pero la acompañó para reforzar la comunicación de la Judicatura Federal, el Tribunal Electoral y mostrar abiertamente la forma de construir decisiones emblemáticas para la impartición de justicia frente a los ciudadanos que vieron sesiones, debates y votaciones históricas a través de la pantalla. Algo que insisto, ningún otro Tribunal Constitucional en el mundo tenía hasta hace poco y sirvió como guía para la rendición de cuentas en otras naciones.
El presente del Canal Judicial es triste, con tendencias a empeorar. Su producción propia ha venido en declive, con una presupuesto a la baja por el apretón que impuso el gobierno federal y una estructura burocratizada, se ha subutilizado su potencial tecnológico e infraestructura en la que se invirtió fuerte entre 2010 y 2014 con el objetivo de fortalecerlo para profundizar su alcance en pro de la cultura jurídica y la transparencia. Se le dotó de un edificio propio para transmitir en alta definición y ponerse a la vanguardia como televisora de uno de los poderes de la unión. Lamentablemente, ni Luis María Aguilar o Arturo Zaldívar supieron cómo potenciar ese gran aparato de difusión. El Canal se estancó, perdió impulso y en la actualidad ninguno de sus programas alcanza a ser una referencia por la oportunidad o calidad de sus contenidos.
Te puede interesar: 8 horas para aniquilar al INAI
Quien asuma la presidencia de la Corte que vendrá, traerá una tendencia natural a revertir la forma en que transmiten en vivo las sesiones del pleno. La ignorancia y los peligros de evidenciar la forma en que sesionarán para no tocar ni con el pétalo de una rosa los intereses del régimen en sus decisiones jurisdiccionales, abren un frente obvio de regresión para dar marcha atrás a la razón de ser original de este proyecto televisivo. Es decir, se volverá un canal prescindible en aras de esa “austeridad” que dicen practicar.
Ni Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel y menos Lenia Batres tienen ninguna intención de arriesgarse a subir en vivo las componendas que vendrán en los asuntos que lleguen a la Corte, ya de por sí descafeinados por el desmantelamiento orgánico y funcional del que fue nuestro máximo tribunal. Es un hecho que revisarán la dinámica de transmisiones para evitar los bochornos naturales de la improvisación y la carencia de conocimientos de algunos de sus nuevos integrantes. Nadie querrá más ridículos como los habituales de Lenia que exhibe en cada sesión su perversidad, vulgaridad e ineptitud.
El canal judicial del Poder Judicial de la Federación se apagará irremediablemente en la ramplonería que dominará al tribunal que viene tras la reforma judicial que acabó con la excelencia, la carrera judicial, los últimos ministros coherentes y hasta con la perspectiva de su propio medio de comunicación.
Se vislumbran dos escenarios: la extinción de la estación o su entrega dócil a los contenidos anodinos que se ordenan desde el gobierno que tomará el control de todo lo que se mueva en Pino Suaréz y República del Salvador 56.
Te puede interesar: A 80 mil pesos el paquete de campaña para candidatos a juzgadores
EDICTOS
Una fuente confiable dentro del Canal Judicial me dice que el ambiente en esa unidad administrativa es deplorable. Grupos enfrentados, grillas sin control, traiciones internas y la renuncia reciente de una funcionaria para supuestamente deslindarse de manejos que implicarían presuntas irregularidades cometidas por altos funcionarios que aparentemente obtienen beneficios externos con la operación televisiva y la administración del equipo. También circula la versión de que hay exfuncionarios que tendrían apalabrado el timón de ese medio con personajes influyentes que dirigieron la Corte y mantendrán gran influencia con la administración que vendrá tras la elección. Un despropósito más en esta etapa profundamente destructiva, ya veremos que viene, pero es complicado esperar un escenario positivo.