A los hombres también nos violan
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

A los hombres también nos violan
Fotograma de I May Destroy You. HBO

Hace unos días, la insuperable serie dramática I May Destroy You por fin recibió los reconocimientos que merecía tras ser ignorada en ceremonias como los Globos de Oro. Fue premiada como Mejor Miniserie en el Reino Unido -su país de origen- durante la gala de los BAFTA, donde su creadora y protagonista, Michaela Coel, también fue reconocida como Actriz Protagónica.

En su discurso de aceptación, Coel agradeció a la “coordinadora de intimidad” de la serie: “Gracias por crear las fronteras profesionales para que podamos hacer un trabajo sobre la explotación, la pérdida del respeto y el abuso de poder, sin ser explotados ni abusados en el proceso… tu trabajo es esencial para poder explorar los temas de consentimiento”. 

En 2020, dos producciones destacaron por encima de todo lo demás y ayudaron a definir el tono de lo que apenas está por venir. Una fue la película Never Rarely Sometimes Always, de la directora Eliza Hittman, y la otra fue la serie I May Destroy You. Ambas tratan sobre mujeres que fueron víctimas de violación y ambas fueron minimizadas durante la temporada de premios. La película de Hittman no logró una sola nominación al Oscar.

Temas como el acoso, el abuso y la violencia sexual contra las mujeres ya son predominantes en la agenda de derechos humanos y se han vuelto, lamentable y dolorosamente, cotidianos. Llama la atención que no exista la misma apertura para hablar de la violencia sexual que los hombres también pueden padecer. Michaela Coel, como escritora y productora de su propia serie, y como sobreviviente de una violación, fue tremendamente generosa al incluir a los hombres en esta conversación y crear un personaje masculino que también es víctima de abuso.

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Pero sólo hay que echar un vistazo a nuestro propio país, leer las noticias, y nos daremos cuenta que el consentimiento es un tema que nos toca a todos y todas y que ya nos rebasó. Parece más sencillo entender un caso como el de Andrés Roemer, a quien la revista Time comparó recientemente con el depredador sexual Harvey Weinstein, por el acoso sistemático de varias mujeres; o tal vez la historia de la red de explotación sexual infantil en escuelas de todo el país. Estamos más acostumbrados a oír hablar de una violación cuando está relacionada con la indefensión de las mujeres y los niños.

Para los mexicanos ha sido más difícil entender historias como las de Ricardo Ponce y la secta sexual de Bacalar, o la del joven que denunció al diputado federal Saúl Huerta Corona por violación, o el reciente caso de la persona detenida en la Ciudad de México por la Fiscalía General de Justicia, imputada con el delito de “peligro de contagio”, por no informar a su pareja de su condición con VIH.

De acuerdo con la página de Planned Parenthood, el consentimiento sexual se entiende como “un acuerdo para participar en una actividad sexual, pues antes de mantener relaciones sexuales con otra persona debes saber si está de acuerdo”. Sin embargo, Amnistía Internacional explica que, aunque hay avances para que el sexo sin consentimiento sea considerado violación, la mayoría de los países aún no reconoce este criterio en sus legislaciones.

Los hombres adultos, así como las mujeres adultas, también podemos sufrir una violación por miembros del sexo opuesto o del mismo sexo. Pero los que hemos experimentado algo así preferimos guardar silencio por temor al estigma social y por no ser percibidos como débiles frente a nuestros pares. Esta es otra, de los cientos de cosas, que como hombres reprimimos. Nos decimos que la gente nos perderá el respeto, que vamos a sonar ridículos, y que si algo así nos sucedió es nuestra culpa “por pendejos”. Esto, sin entrar en temas como el trauma y las secuelas psicológicas.

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Puedo contarlo en primera persona porque a mí me sucedió, y quizá de la manera más típica. Una noche salí de fiesta con amigos. Entre la gente, la música y el paso de las horas, mi grupo se fue separando y, cuando me di cuenta, ya estaba bailando con extraños. Algo debieron echar en mi bebida porque no fue hasta que volví a abrir los ojos, semi inconsciente, que vi a dos personas cargándome y metiéndome en un auto. Abrí los ojos otra vez en una habitación oscura, con alguien sobre mí. La siguiente vez que los abrí ya era de día, en un departamento desconocido, y la misma persona me saludaba como si nada. Yo tenía 18 años.

Esta fue mi primera relación sexual, mi primera vez. Lo más terrible es que llegué a pensar que eso era lo normal. Esta manera de hacer las cosas, donde sales de fiesta, bebes un poco, crees que tienes todo bajo control y otra vez terminas en una situación en la que no diste tu consentimiento. ¿Cuántas veces nos pasó? Sobre todo, al inicio de nuestra vida sexual. ¿Cuántos hombres normalizamos ésta y otras conductas? ¿Cómo le hacemos para no repetir los mismos patrones y comenzar a sanar?

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Años más tarde, cuando una persona me pidió que le contara cómo fue mi primera vez, sentí vergüenza y entendí lo que me había pasado. Lo conté con tal desparpajo que no pudo más que quedarse callado, y ese silencio fue muy humillante para mí. Sucede que los hombres no estamos acostumbrados a abrirnos de esta manera con otros hombres, y no hay tanta oportunidad de hacer confidencias o de mostrarnos vulnerables. En España, empezó a rondar este año El círculo, un documental basado en el libro “Diálogos Masculinos” de Víctor Sánchez y Justo Fernández, donde varios hombres hablan de temas sensibles y de masculinidades tóxicas.

En nuestro país, Juan Guillermo Figueroa, profesor-Investigador de El Colegio de México, ha comentado en diversos foros que el patriarcado también tiene dimensiones perversas para el hombre. Por ejemplo, que existen estereotipos brutales en lo que se refiere a la impartición de justicia: “Cuando se demanda a una mujer por abusar sexualmente de un hombre, primero se duda que eso sea cierto. Se habla de que ellas son psicópatas, esquizofrénicas o que tienen un problema previo que ayuda a interpretar el por qué de su abuso sexual”.

En su opinión, ser hombre no es pura ganancia y muchos se resisten a dialogar sobre esto. “Analizando un libro de la historiadora Joanna Bourke sobre violadores, ella encuentra que hay una serie de adjetivos que se atribuyen al sujeto cuando es acusado de violar a una mujer”, comparte el doctor en Sociología y Demografía. “Se dice que es patriarcal, misógino, depravado, etcétera… Nos hace falta dialogar críticamente sobre estereotipos de género”.

* Si has sufrido alguna forma de violencia sexual, puedes recibir atención psicológica, asesoría y asistencia jurídica en el Centro de Terapia de Apoyo a Víctimas de Delitos Sexuales de la Fiscalía General de Justicia. Teléfonos: (55) 5200 9632 y (55) 5200 9633.

BREVES

Para quienes no han visto I May Destroy You, háganlo a través de HBO. Never Rarely Sometimes Always está disponible en Cinépolis Klic, Amazon Prime Video y Apple TV.

El Círculo sólo se puede ver bajo demanda en el servicio de Movistar Plus. Pero ya entrados en estos temas, Holy Hell es otro documental muy interesante que trata sobre la secta de Buddhafield y puedes verlo en Amazon a través de IMDb TV.

Si quieren algo distinto, la serie Lisey’s Story estrenó en Apple TV Plus. Otra ambiciosa adaptación de una novela de Stephen King, dirigida por el talentoso realizador chileno Pablo Larraín, aunque decepcionante en sus primeros capítulos.

@carloscelis_

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