Represión de derecha e izquierda en América
Medios Políticos

Es un periodista especializado en el análisis de medios y elecciones. Tiene posgrado en Derecho y TIC, obtuvo el premio alemán de periodismo Walter Reuter en 2007, fue conductor en IMER y durante 12 años asesor electoral en el IFE e INE, editor, articulista y comentarista invitado en diversos diarios, revistas y espacios informativos. Twitter: @lmcarriedo

Represión de derecha e izquierda en América
Entre los detenidos en Cuba hay varios periodistas. Foto: EFE

La pureza ideológica es gelatinosa y la geometría política de nuestros tiempos, si es que existe en la práctica, suele simplificarse en el discurso propagandístico que promueven tanto gobiernos autodenominados “liberales” de derecha como los que se asumen de izquierda o progresistas. Como si solo existieran dos alternativas para entender la complejidad del mundo, o se pretendiera revivir lo peor de la guerra fría, el silencio frente a los errores históricos del gobierno cubano que censura a críticos y los mete a un mismo costal de “gusanos” o “traidores” es frecuente entre las voces periodísticas que exigen libertad en otras latitudes pero no en las de sus simpatías ideológicas. Eso ocurre también del otro lado, el que defiende a las derechas a capa y espada y así nos perdemos en espejos que piden libre expresión a gobiernos de derecha que la reprimen pero callan cuando la viola un gobierno de izquierda y viceversa.

Con el argumento de no hacer caldo gordo al imperio o alejarse del capitalismo salvaje que busca estigmatizar modelos económicos alternativos, se consiente la asfixia de libertades como si fuera un mal necesario, aunque esa práctica también está presente en la crítica que solo mira represión en las calles de Cuba, pero no la que acaba de ocurrir en las de Colombia, Chile o Estados Unidos. Hay doble vara también en la cargada mediática que acusa falta de libertad de expresión en la isla, pero minimiza la escandalosa censura en los Estados Unidos o países latinoamericanos que se presumen como democracias “liberales”.

En Estados Unidos hoy se pide cárcel de por vida y se da trato de terrorista peligroso a quien difundió en medios de comunicación tramas de abuso gubernamental como el espionaje ilegal que exhibió Edward Snowden (excolaborador de la CIA que hoy es perseguido del gobierno por contar lo que sabía) o Julian Assange, fundador WikiLeaks, sitio de internet que destapó corrupción e intervención ilegítima estadounidense en diversos países, razón detrás del escarmiento que se pretende dar al “hacker” Assange.

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Gobernantes latinoamericanos de países considerados democracias ejemplares por analistas que hoy cuestionan la represión a manifestantes en Cuba o la censura añeja que padece la isla no condenaron, por ejemplo, como en 2019, en Chile, las autoridades habrían ordenado dejar ciegos a cientos de manifestantes de forma permanente como medida disuasiva para apagar las protestas sociales que se detonaron por el aumento a tarifas del metro. Fuerzas del Estado reventando ojos de la población con balas de goma durante protestas ¿eso es la libertad democrática y libertad de manifestarse? ¿Es menor represión de derecha frente a las imágenes que vimos de Cuba? En Colombia, abusos similares han marcado las protestas recientes y en México hay casos documentados no tan lejanos (Atenco es uno donde hasta violación sistemática hubo), donde la represión criminal desde el Estado no luce espontánea, tiene indicios de ser orden deliberada para inhibir protestas.

Una conducta así no se justifica por su color ideológico y esas no son cartas de presentación para presumir modelos de vida, ni se trata de males necesarios para que prevalezca un modelo de democracia liberal o uno socialista.

No hay censura, abuso de poder o represión buena y patriótica. Ahí está quizá el autoengaño constante que deriva en zonas de silencio. El periodismo y los analistas debiéramos señalar los hechos y cuestionar la censura de donde venga, no ser omisos por miedo a la purga cuando vemos censura y represión que proviene de afectos ideológicos que hemos abrazado. Lejos de ayudar a la causa, la hundimos con el silencio.

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La asfixia a la libre manifestación en las calles o en los medios y las medidas para obstaculizar o bloquear las libertades no son exclusivas de derechas o izquierdas y es importante poner luz a unas y otras.

La revolución cubana marcó al continente como un sueño de justicia que no baja los brazos, que tiene méritos en muchos aspectos, pero que no es impoluto y también anida contradicciones evidentes desde hace años.

Cuba tendrá que definir sus caminos internos, aunque el gobierno de Estados Unidos nunca tendrá autoridad moral para solidarizarse con el pueblo cubano mientras sostenga el bloqueo que afecta, sobre todo, a las y los cubanos de a pie. La crítica que exige libertad de expresión y también el fin de ese criminal bloqueo (“embargo”, le dicen con eufemismo) debiera ser consecuente. No se trata de equiparar al modelo económico con libertad, sino modificar la lógica de unanimidad por decreto o de represión y censura justificada cuando vaya en contra de una postura oficial, sea de derecha o de izquierda.

Luis Miguel Carriedo es especialista en medios y elecciones.

@lmcarriedo

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