La Met Gala y los límites de la frivolidad 
HÍBRIDO

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

La Met Gala y los límites de la frivolidad 
Foto: Documental First Monday In May

¿En qué momento la Met Gala se convirtió en un referente para la tuitósfera? Tengo la impresión de que fue tan reciente como 2015, cuando las redes sociales se inundaron con fotografías de la cantante Rihanna usando una gigantesca capa amarilla de Guo Pei durante el evento que aquel año estuvo dedicado a la cultura china.

Siempre me ha extrañado que la Met Gala se volviera viral en nuestro país, pues además de permanecer por años como un evento del nicho de la moda, mi teoría es que en México la conversación en Twitter está controlada por boomers que prefieren hablar de Chabelo o José Ramón Fernández antes que de un icono como Iris Apfel.

Así como la mayoría de las cosas en nuestro país, todo empezó como un chiste, con la oportunidad de hacer mofa de los famosos y de sus atuendos, cosa que ya sucedía con otras alfombras rojas, pero que el vestido de Rihanna logró maximizar por ser tan irresistiblemente memeable. Desde entonces, troles de internet y fans de la moda por igual, se truenan los nudillos, frotan las manos y se disponen a teclear a mil por hora cada primer lunes de mayo.

Este año, sin embargo, el evento se realizará el lunes 13 de septiembre, tras ser cancelado en 2020 por el confinamiento, volviendo la ocasión una especie de reset post-pandemia para la industria de la moda, al unir su máximo evento con la tradicional publicación del september issue de la revista Vogue, que ya circula desde hace algunas semanas y que sirvió como abrebocas para la tan esperada fiesta.

Mientras tanto, los simples mortales nos seguimos preguntando si acaso no es demasiado pronto para andar festejando. La optimista portada de Vogue muestra a una nueva generación de modelos, como quien quiere armar un catálogo incluyente y diverso, donde ellas aplauden y festejan sentadas en los escritorios de una oficina (mensaje nada sutil), mientras que el diseñador gráfico trabaja con la imagen de un amanecer y podemos leer “¡The Met está de regreso!”.

En 2020, las ventas de la industria de la moda cayeron hasta 93%, de acuerdo con el reporte de McKinsey & Company y The Business of Fashion, donde también aseguran que los primeros indicios de mejoría se verán hasta la segunda mitad de 2022, y solo en el caso (poco factible) de una transición relativamente veloz hacia la recuperación económica, una vez que el virus haya sido contenido exitosamente.

No extraña entonces que la industria de la moda tenga tanta urgencia por volver a la “normalidad”. Las pasarelas reanudaron tan pronto como julio de 2020, cuando algunos eventos en Milán fueron criticados por apresurar el regreso. Un año y dos meses después, las semanas de la moda ya están de vuelta de manera presencial, con la emblemática New York Fashion Week a todo vapor, del 8 al 12 de septiembre, y con eventos de hasta 200 personas.

Pero la manera en la que el público empezará a sentir que las cosas retoman el cauce no será a través de estos eventos exclusivos a los que nunca ha tenido acceso, sino con la ayuda de la cultura popular y de sus fieles representantes, las celebridades. Es por esto que las alfombras rojas juegan un papel decisivo dentro de la maquinaria de consumo.

No es secreto que funcionan como un escaparate para las grandes marcas de lujo y nada de lo que ahí vemos se escoge al azar sino como una cuidadosa colocación de producto. Se trata de personalidades que firmaron contratos con importantes corporaciones para convertirse en “embajadores” de sus marcas, por lo que están obligadas a usarlas y a hacerles promoción en estos eventos. 

En 2013, al ganar el Oscar a la Mejor Actriz y protagonizar aquella célebre caída en un vestido de Dior, la actriz Jennifer Lawrence obtuvo un contrato por 20 millones de dólares como embajadora de esta marca, según información de Page Six. Las obligaciones contractuales de los famosos incluyen campañas publicitarias, apariciones en eventos y fiestas, y otras colaboraciones especiales. Es claro que, al faltar las alfombras rojas, se pierden grandes sumas de dinero.

Corte a 2021: Jennifer Lopez posa junto a las góndolas en Venecia, vestida de pies a cabeza en Dolce & Gabbana, para asistir a la pasarela de estos diseñadores como parte de los eventos del Festival Internacional de Cine de Venecia. Un mes antes, el elenco de The French Dispatch, con Tilda Swinton y Timothée Chalamet a la cabeza, hacían lo propio en el Festival de Cannes con diseños de Haider Ackermann y Tom Ford.

¿Podemos seguir culpando a los famosos? ¿Lo que hacen es indebido? Es duda genuina. Si J. Lo se contagiara de Covid por asistir al evento de Dolce & Gabbana, lo más probable es que además de estar asegurada su malestar se redujera a unos cuantos días de atención médica en casa, como sucedió con Salma Hayek cuando ella se contagió. Aquí la pregunta es para los fans que las imitan, ¿acaso correrían con la misma suerte?

¿Por qué si todo está “tan bien” en el mundo del espectáculo hay empresas multimillonarias en tremendos pleitos legales como resultado de las restricciones impuestas por la nueva normalidad? Tal es el caso de Paramount Pictures, que demandó a su compañía aseguradora por no cubrir los costos ocasionados por los múltiples retrasos en la filmación de Misión Imposible 7 a causa de la pandemia.

En países como Estados Unidos, donde se lleva a cabo la Met Gala, hoy más que nunca se habla de segregación, no solo por el color de la piel, también entre blancos y blancos, entre ricos y pobres. Desde que Trump perdió el poder, sigue el descontento entre un gran sector de la población que hoy culpa al gobierno en turno por la implantación de estrictas normas y se siente amenazada por la pérdida de libertades que esta pandemia ha provocado.

Se habla de que la brecha se hará más profunda entre los que creen en el Covid y los que no, los que ya tienen pasaporte de vacunación y los que ni siquiera piensan vacunarse, los que aceptan la nueva normalidad como algo necesario y los que sienten que nos están manipulando para renunciar a nuestros derechos más básicos. Y en medio de todo esto una alfombra roja que se abre como una llaga y nos recuerda que esta división ya existía desde mucho antes.

BREVES

Hace un par de semanas, la decoradora y fashionista Iris Apfel llegó a los 100 años de edad convertida en un referente de la moda. Para conocer más de su legado, el documental Iris (2014) está disponible en Apple TV. Pero entrados en el tema, otros documentales que vale la pena rescatar son The September Issue (2009) y The First Monday in May (2016).

A partir del 12 de septiembre, los suscriptores de HBO Max podrán ver Scenes From a Marriage, una nueva adaptación a la historia de Ingmar Bergman que ya fue película y mini serie en la década de los 70. Los protagonistas de esta versión son Oscar Isaac y Jessica Chastain.

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