Secreto a voces… la orquesta
La presencia de su ausencia

Coordina la Red Eslabones por los Derechos Humanos, que atiende asuntos de justicia, principalmente personas desaparecidas. Es consejera ciudadana de búsqueda en la Ciudad de México, Estado de México y a nivel federal. Con estudios de periodismo, derechos humanos, derecho y otros. Facebook: Red Eslabones por los Derechos Humanos Nacional.

Secreto a voces… la orquesta
Foto: Pixabay

¿Para qué sirve robarse las bases de datos de los perfiles genéticos de las personas sin vida y sin identidad, que se encuentran abandonadas por miles en las fosas comunes de los estados y la federación?

Nos preguntamos después de conocer la investigación de dos periodistas, Paula Mónaco Felipe y Wendy Selene Pérez, quienes han puesto al descubierto algunos datos de cómo una empresa privada llamada Central ADN pudo acceder, copiar y lucrar con la base de datos genéticos de familiares y personas sin vida no identificadas que están en lo servicios forenses de los estados y, por lo tanto, es información que debería estar exclusivamente en poder y resguardo del gobierno.

Las personas, simples ciudadanas que tenemos muchos años buscando a las personas desaparecidas, en este largo recorrido hemos coincidido con todos los actores que dicen que atienden, acompañan, apoyan y defienden a las víctimas. Servidores públicos, defensores de derechos humanos, organismos y organizaciones de toda índole, hoy sabemos que muchos de ellos son verdaderos mercaderes del dolor profundo de las desgracias y que particularmente en el fenómeno de la desaparición de seres humanos han encontrado una veta que buscan explotar y extraer ganancias de todas las formas posibles.

Cuando nos preguntamos de qué les sirve robar la información de las personas muertas y obtener con engaños las muestras biológicas de los familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos, no alcanzamos todavía a vislumbrar la respuesta completa, todavía hay elementos que faltan para clarificar los alcances últimos de esta componenda, orquestada forzosamente por varias personas que tuvieron acceso a estos dictámenes periciales, que deberían permanecer bajo el estricto resguardo de las instituciones gubernamentales de investigación y búsqueda.

Se les hizo fácil copiar los archivos e ir buscando el modo de convertir los datos, en la base de una estrategia para sacar provecho, al menos vincularse con autoridades e instituciones que pudieran darles contratos, pero lo que hasta ahora se sabe que han obtenido es demasiado poco como para haberse atrevido a robar información confidencial, para orquestar la localización de las familias buscadoras y aprovechándose de su urgente necesidad de encontrar a sus desaparecidos, decirles que conocen el paradero de su ser querido. Estas acciones son, cuando menos, una vileza que muestra de cuerpo entero su falta de escrúpulos, al impactar repentinamente a las víctimas que tienen años en la incertidumbre, con una noticia falaz que les atraviesa emocionalmente.

Debe haber mucho más, hay que dejar que supure la investigación, apenas se está jalando la punta de la madeja, aunque hay que decirlo: estas acciones de oportunismo y comercio con las tragedias, la justicia y las víctimas no son nuevas, de hecho, es una práctica cotidiana y recurrente. Muchas de las personas que representan a las instituciones de gobierno, como a las organizaciones de sociedad civil, incluyendo a algunas de las figuras que se autoerigen como famosos defensores de derechos humanos, en gran medida su práctica de defensa se convierte en el vehículo para legitimar su papel de verdaderos empresarios de los derechos humanos, se hacen expertos en “bajar” recursos nacionales e internacionales mediante proyectos de toda índole con el argumento básico de que el gobierno no es capaz de asumir su obligación de garantizar seguridad y procurar justicia, que además es verdad.
Así se envuelven en la bandera de los derechos a la verdad, justicia, reparación y no repetición. Claro que sí defienden, claro que han incidido en las políticas públicas nacionales e internacionales de justicia, pero en gran medida lo hacen colocando a las víctimas en un segundo lugar, primero siguiendo su agenda, sus tiempos, sus intereses y siempre repartiendo el pastel económico, político y de poder con la cuchara grande para ellos y con la cucharita más pequeña para la causa… “no dan paso sin huarache”.

Si esta investigación continúa seguramente saldrán más nombres, más vínculos, más intereses, más negocios, este incipiente destello que hoy se arroja sobre este robo y tráfico de información que habita en la sombra, seguramente ha hecho correr a varios hacia los rincones intentando que la luz no revele sus caras, que sus nombres permanezcan ocultos, pero desde nuestras trincheras haremos todo lo necesario para armar las piezas de este rompecabezas que muestra cómo se asocian autoridades con empresarios reproduciendo las prácticas de los grupos de delincuencia organizada para obtener ganancias a costa de las víctimas vivas y muertas.

Por lo anterior es que la puesta en marcha y la operación eficaz del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF) bajo el mando del gobierno federal es urgente, porque, entre otros resultados, pondrá fin al tráfico de información de perfiles genéticos de personas desaparecidas y sus familiares, porque siempre los espacios que deja vacíos el gobierno son ocupados por el oportunismo y la perversión de moros y cristianos.

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