Entusiasmo
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Es jefe de información en Imagen Noticias con Yuriria Sierra en Imagen Televisión. Ha colaborado en Nexos, Proyecto 40 y Dónde Ir.  IG y TW: @alanulisesniniz

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Foto: Pixabay

Entre aprender a hornear panques y comprar plantas, durante el confinamiento yo me fui por la segunda opción. No fue una ni un par, fueron varias. Cuando en el verano de 2020 algunas actividades abrieron, ir una vez al mes al Mercado de Jamaica se convirtió en un hábito que entendía como una manera de resistir. Implicaba entre varias cosas: estar descansado y sin desvelar para levantarme temprano en domingo y no haber hecho compras innecesarias para darme vuelo; pero también me daba chance de romper la regla y, sin planear, acudía a la semana siguiente, a veces el encierro era insoportable.

El saldo de este ritual de fin de semana: 10 plantas y 11 orquídeas. Así que desde entonces, miércoles y sábado destino unos minutos a su cuidado, una forma de ejercitar mi sentido de responsabilidad, supongo. Una rutina nada fuera de lo común fue/es para mí una forma de darme ánimo en tiempos de tanto altibajo emocional y que se sumaron a las presiones cotidianas. 

Así acabó 2020, un año que, como los anteriores, iniciamos con entusiasmo y lo terminamos en condiciones históricas y con pronósticos nada alentadores. Hoy hace 12 meses, inició aquel enero tan oscuro, el de los contagios y muertos por miles. En mi caso, el 2021 me encontró en cama, viendo la televisión. Lejos de mi familia y amigos. No había condiciones para celebrar juntos. 

Y aquí estamos otra vez, con las mismas ganas de celebrar y con el entusiasmo que llega justo en un día como hoy. Un nuevo ciclo, este momento que tanto nos gusta porque lo entendemos como una nueva oportunidad, el chance para mejorar, para evitar los errores ya reconocidos, también para darnos un segundo tiempo: ahora sí. Hay que permitirnos esto, se vale y lo necesitamos.

Los últimos dos años nos han obligado a sortear nuestras responsabilidades entre las dinámicas generadas por la pandemia, pero creo que a veces hemos pasado de largo aquellas consecuencias que esto trajo en nuestro ánimo y en la forma en que interpretamos nuestra vida, nuestros afectos.

Jamás pensé que el cuidado de una planta (o varias) me representaría hoy más que un hábito, un símbolo de resistencia frente a aquel momento en que el encierro nos volaba la cabeza. No soltemos esas pequeñas cosas, hagamos recuento de ellas justo en un día como hoy, porque son las que vale la pena que permanezcan con la llegada de un nuevo ciclo.

El 2022 inicia y deseamos todos que sea un mejor año. Este entusiasmo lo merecemos. Además, mi casa es pequeña y ya no me caben más plantas.

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