Cuestión de oficio
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Cuestión de oficio
Los jugadores del Real Madrid celebran su primer gol ante el Barcelona. Foto: Julio Muñoz/EFE.

Han pasado solo dos meses desde que Xavi Hernández ocupó el banquillo del Barcelona y ya se puede apreciar su mano en la táctica y la mentalidad del equipo. De a poco, afición, directiva, entrenador y plantilla comienzan a sincronizarse y mirar hacia la misma dirección. Y a pesar de la mejoría, persiste una dura realidad: a varios jugadores les falta experiencia y es aún más notorio en los partidos exigentes.

En los dos últimos encuentros (el empate a 1 in-extremis del Granada en Los Cármenes, y la derrota 3-2 en la prórroga del Clásico de la semifinal de Supercopa), el entrenador egarense ha expresado en las posteriores ruedas de prensa que los jóvenes no saben guardar el balón ni controlar el ritmo del partido cuando se necesita. A este talentoso y precoz grupo le falta oficio. Debe ser frustrante mirarlo desde el banquillo siendo Xavi Hernández, el que mamó esos conceptos desde la Masía y fraguó parte de su leyenda con base en ellos.

¿Pero qué hace a un equipo ganar más experiencia: la victoria o la derrota? Es una discusión bizantina. Por ahora, al equipo le toca sufrir. Xavi, que ha vivido lo mejor y lo peor del deporte, le pide más claridad mental a sus jugadores, porque en un club tan exigente es fácil hundirse y descuidar el trabajo. Mientras tanto, los veteranos Busquets y Piqué, que contaban 24 y 25 años cuando lo habían ganado todo a nivel de club y selección, ejemplifican perfectamente la diferencia entre las dos generaciones que conviven en la plantilla: ellos tuvieron una juventud llena de glorias gracias a la mejor generación de jugadores en la historia de España; pero los nuevos valores deberán romperse los dientes antes de conseguir alguna recompensa.

No habrá un relevo generacional óptimo si los veteranos se rehúsan a cargar al equipo en los momentos difíciles y en cambio se dedican a vivir de la nostalgia; las palabras de optimismo que profesan a la hinchada se tornan huecas cuando su rendimiento en el campo es pobre. El mediocampo del Barcelona, sello distintivo del club a lo largo de su historia, es ahora mismo muy joven –la media de edad es de 22 años– e inexperto. Por eso desconcierta que un viejo lobo de mar como Busquets no transmita seguridad, luzca rebasado por el ritmo de los jóvenes y cada vez con mayor frecuencia cometa errores que dejan mal parada y descubierta a la defensa (algo impropio en un jugador de su calidad).

Xavi también habló de meritocracia. Jugará quien se lo gane en los entrenamientos y demuestre compromiso con la causa. Suena bien, aunque es difícil de creer cuando Dani Alves y Jordi Alba (laterales titulares en el ocaso de sus carreras) descuidan sus labores defensivas y pierden balones fáciles, pero juegan de facto porque no tienen competencia seria dentro del plantel. Cada vez son más obvias las lagunas que Xavi y la directiva deberán sanar el próximo verano.

Por el bien del equipo, va siendo necesario agradecer a las vacas sagradas sus viejas hazañas y por fin dejarlas descansar en la banca.

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