México en cenizas
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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México en cenizas
En poco más de tres años de gobierno del presidente López Obrador, un río de combustibles nos quema las manos, ese viento constante de malas decisiones que avivan las llamas. Foto: Gobierno de México.

Un país en llamas guarda la esperanza de apagar el fuego y salvar lo poco que le queda.

Un país hecho cenizas solo guarda recuerdos de lo que fue y la ilusión de renacer.

¿Quién quemó a México, quién lo está haciendo cenizas y quién lo puede renacer?

En la hoguera cotidiana del discurso presidencial se arrojan distintas causas como las fuentes del incendio: el neoliberalismo, la transición fallida del año 2000, la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón, la corrupción voraz del sexenio de Enrique Peña Nieto o la propia configuración social desde la Conquista de los españoles.

En la fogata de la plaza pública se alimenta el fuego con el resentimiento de la quemante desigualdad. Se duerme sobre brasas calientes y se camina descalzo por pastizales secos. Cualquier discurso incendiario explota.

En poco más de tres años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, un río de combustibles nos quema las manos, ese viento constante de malas decisiones que avivan la llama, que calcinan los cimientos de los órganos reguladores y que ahuyentan la lluvia, la inversión y la certidumbre de poder controlar el fuego.

Un presidente de mecha corta que construye con bloques de carbón. Que quema las causas feministas. Que les arrebata los extinguidores a las víctimas. Que vierte gasolina al conocimiento, a la crítica y a la investigación.

Un jefe de Estado que protege a las fuerzas armadas con un manto de humo negro y que le permite al crimen organizado hacer uso de sus lanzafuegos sin que se haga nada.

Porque es la impunidad el principal hidrocarburo que se refina todos los días en territorio nacional, en los juzgados, fiscalías y en las calles.

Por otra parte, el Congreso, la oposición y el gobierno son un pozo de ideas vacías. Palabras quemadas flotando por la chimenea. Un grupo de piromaniacos jugando “quemados”, mientras la sociedad se incendia.

Acciones tímidas mientras se abandona a periodistas rodeados de fuego sin una sola gota de agua. Autoridades que observan cómo se consume la tinta mezclada de cenizas y tierra, mientras el periodismo rescata la verdad a costa de su vida.

El incendio se propaga descontrolado por todas partes.

Miles de migrantes caminan kilómetros de lava ardiente y se asfixian, se calcinan lentamente pidiendo limosna en las calles o endosando un mensaje de muerte al otro lado de la frontera.

Las llamas alcanzan los hogares, las discusiones y las sobremesas.

Le hemos prendido fuego a los argumentos. Hemos quemado los puentes. Hemos dejado caer la antorcha de la democracia y hemos votado por cenizas.

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