El desabasto y la otra tragedia
Diagnóstico Reservado

Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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El desabasto y la otra tragedia
El activista por los derechos de las personas portadoras de VIH, Alain Pinzón, protesta para denunciar el desabasto de medicamentos antirretrovirales en instituciones públicas. Foto: Carlos Ramírez/ EFE

A mediados de 2019 se llevó a cabo la primera licitación para la compra consolidada de medicamentos e insumos para la salud de esta administración. Con tan solo 30% de las claves (tipos de medicinas) compradas, y a falta de una mejor descripción, el evento fue un desastre. Desde entonces todo ha caído en una espiral descendente que nos ha llevado a, seguramente, la crisis de salud más importante en la historia de nuestro país.

Va a ser un mes de que tuve el gusto de presentar mi libro La tragedia del desabasto (editorial Planeta), el cual ha despertado gran interés del público, medios, profesionales de la salud, pacientes, familiares y hasta políticos. Me da gusto el interés, nunca me dará gusto que el tema central del libro sea el sufrimiento de seres humanos.

No ahondaré más en la obra ya que, como lo mencioné, la he comentado en varias entrevistas, pero sobre todo porque este no es el espacio para la autopromoción. Lo que quiero es enfocarme en hacia dónde vamos.

Me han preguntado innumerables veces cuál es la solución al problema y la respuesta es compleja. No hay una solución fácil y menos a corto plazo. Retomar el anterior sistema de compras puede tomar varios meses y hay que recordar que las licitaciones se llevaban a cabo con un semestre de antelación. A como estamos, aún retomando el sistema anterior, no habrá un flujo de medicamentos adecuado hasta finales de este año.

De cualquier forma, esto no va a suceder. El gobierno sigue empecinado en llevar a cabo las adquisiciones a su modo, repitiendo una y otra vez los errores de los pasados 30 meses. Sin embargo, no podemos esperar resultados distintos haciendo las mismas cosas y este es tal vez el error más grande de la administración en toda esta crisis. Su falta de visión está haciendo que se quiera corregir (remendar) lo que se hizo mal, con alternativas similares a lo que ocasionó originalmente el problema.

Si soñamos con un servicio de salud que provea de medicamentos a todos los mexicanos de una manera eficiente cómoda y a tiempo, debemos corregir los errores… de los pasados 50 años.

Hasta ahora pareciera que el problema es que faltan los medicamentos y, por lo tanto, los pacientes que acuden a las unidades de salud (algunos a varias decenas de kilómetros de distancia) y se forman en largas filas, a veces a la intemperie, terminan con una receta de la cual no pudieron surtir varios o ningún medicamento. Deberán regresar otro día, sin certeza de que en esa ocasión tendrán éxito. Si pasan 30 días, su receta habrá caducado y deberán sacar cita para una consulta, solamente para que les sea expedida otra receta.

Como la mayoría de los pacientes que acuden a las instituciones de salud son de escasos recursos, gastan grandes cantidades en transporte. Si no tienen algún familiar que recoja sus medicamentos, ellos, lastimados, convalecientes, adoloridos, fatigados, deberán emprender el largo viaje hasta esa farmacia. 

No hay alternativa. Los pacientes no pueden surtirse en otro sitio ni en otra unidad médica. El sistema no lo permite. Los pacientes no pueden saber si hay existencias de su medicamento y, con ello, evitar dar una vuelta en balde. El sistema no lo permite. En un caso extremo no pueden solicitar que los medicamentos les sean entregados en su casa. El sistema no lo permite.

En México, el sistema no trabaja para beneficio de los pacientes. Los pacientes trabajan para beneficio del sistema.

Me han cuestionado mucho si es que defiendo el método anterior de abasto de medicamentos y mi respuesta es un categórico no. Es el modelo que teníamos y que, por lo menos, llegaba a proveer más del 90% de los insumos, además de haber demostrado ahorros sustanciales (IMSS dixit). Sin embargo, el sistema no estaba pensado en los pacientes.

Décadas de política y políticas, de discursos, de presupuestos, de fotos y de aplausos. Sexenios de obras, promesas, “coberturas” y ahora esta administración queriendo pasar a la historia como adalid de una cosa que llama “bienestar” y que, sin embargo, ha producido una grave crisis de los servicios de salud. Nadie, nunca, ha pensado en la comodidad de los usuarios.

Lo vemos en la arquitectura: hospitales sin estacionamientos, asumiendo que pacientes y familiares no usan autos, aún cuando la mayoría de ellos necesita una silla de ruedas al salir. Farmacias que solo funcionan en días y horarios laborales, de acuerdo con lo convenido con el sindicato correspondiente. ¿Por qué una farmacia privada puede llevar los medicamentos a domicilio a las 8 de la noche de un domingo y las instituciones no?

El desabasto es una tragedia, sí. Pero seguramente es solo la punta del iceberg. La dispensación de medicamentos en México ya dio lo que debía. Es arcaica. Pertenece a la mitad del siglo pasado.

Es tiempo de buscar una solución integral que busque no solo el comprar y obtener cajitas de medicinas. Se requiere un cambio radical en la visión y la filosofía del sistema de salud.

Es hora de pensar en los pacientes.

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