“Porque soy mexicano”

Ayer se desvelaron los nombres de les latines e hispanes nominades al Oscar. Por primera vez en la historia, decenas de artistas con esos orígenes podrían llevarse el premio. Guillermo del Toro, Lin-Manuel Miranda, Carlos López Estrada, Sebastián Yatra, por mencionar a algunos que junto a hispanos como Penélope Cruz y Javier Bardem enorgullecen a la banda.

De entre esos nominados, el mexicano Guillermo del Toro es, acaso, de los más entrañables por muchas razones, como esa que lo hace grande al ayudar a estudiantes que, como él, quieren contar historias a la mexicana. Del Toro está en la pelea de la Academia por El callejón de las almas perdidas.

Reconocido con el Golden Globe como uno de los mejores directores de cine en el mundo, respondió preguntas en una conferencia de 2018 ante colegas especializados en el periodismo cultural. Una reportera de China le preguntó llena de curiosidad e intriga:

“Usted tiene una extraordinaria habilidad de ver el lado oscuro de la naturaleza humana; la fantasía y el terror. Pero también es una persona alegre y amorosa. ¿Cómo encuentra ese balance?”

Del Toro respondió algo que al mundo le cuesta trabajo entender: “Porque soy mexicano“.

Una respuesta de oro, de cabo a rabo. Y es que sí, los mexicanos somos así y los artistas exploran esa condición humana que va de la “oscuridad, la fantasía y el terror” a la alegría y el amor.

Somos el país que celebra a los muertos con comida, música y bailes en los panteones. Y también somos ese país que ha normalizado la impunidad en los crímenes que involucran muertes violentas.

¿Cómo es que a pesar del terror y la oscuridad en el México que se parece al de ciencia ficción (y viceversa) aún tenemos país? ¿Qué sería de México, de nosotros, sin la alegría en medio de la tragedia y sin el amor en medio de la impunidad? Somos todo y nada. Somos el contraste, donde el terror convive con la alegría, porque somos mexicanos. Del Toro lo entiende y vuelve cine.

Por eso, el mundo pregunta cómo es posible ser mexicano. Para bien… y para mal.

Somos el país en el que todo es serio pero nada en serio. Un país en el que la gente se contagia y muere, pero las fiestas no paran. En el que la oscuridad de la corrupción y la impunidad parece no arrancarnos la alegría. En el que los funcionarios abusan y los mexicanos aguantan. Aguantan con alegría y amor.

Para ser franco: que ganen todes.