¡Gracias, José Ramón!

Lunes 12 de mayo de 2025

Roberto Vargas
Roberto Vargas

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

¡Gracias, José Ramón!

Con José Ramón Fernández siempre voy a estar agradecido porque fue una inspiración.

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José Ramón Fernández fue es hito para el periodismo deportivo.

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Foto: José Ramón Fernández/Facebook.

Mucho antes de que decidiera ser periodista, José Ramón Fernández ya era un referente para mí. Acostumbrado desde niño a ver noticieros de TV, de ver todos los sábados al pesado de Jorge Saldaña, al infaltable Jacobo Zabludovsky por las noches y los “Cinco mentarios” de Agustín Barrios Gómez por XHGC, fui un “fan from hell” de José Ramón… hasta que comencé mi carrera como reportero.

Cuando iba a los partidos de Pumas en Ciudad Universitaria, me emocionaba ver salir al periodista del estadio en su auto. Cómo olvidar cuando la porra Plus volteaba al palomar y le gritaba: “¡José Ramón, con una sonrisa, miéntale la madre a Televisa!” y el narrador sacudía una mano desde la ventana para saludarnos.

En mi casa siempre fuimos más de DeporTV que de Acción; mis hermanos y yo escuchábamos todos los días Los Protagonistas; veíamos A la misma hora los martes por Canal 7 y después nos desvelábamos los lunes para ver En Caliente. El primer libro de futbol que leí en mi vida fue “El futbol mexicano: ¿un juego sucio? (Grijalbo, 1994)”, en el que José Ramón hacía algunas advertencias: “No es un libro para cualquier tipo de aficionado al futbol. Se exigen varios requisitos para leerlo: Pasión, naturalmente, pero equilibrada con inteligencia y análisis. Criterio propio y no la dependencia hacia la perspectiva uniforme de Televisa. Disposición crítica con un futbol en el que las peores patadas las dan los de pantalón largo. Coraje cívico para ejercer los derechos como aficionado, jugador, lector, radioescucha, televidente…”

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Obviamente, por aquellos años, se las compré todas: José Ramón escribía y decía lo que muchos fanáticos de Pumas y otros equipos, menos el América y otros cuadros ligados a Televisa, queríamos escuchar. Siempre admiré su respeto por el lenguaje, su gran cultura general y su facilidad para armar mesas de debate con especialistas como César Luis Menotti, Jorge Valdano, Miguel Marín en su momento o técnicos veteranos como Nacho Tréllez y Antonio Carbajal, a los que sabía llevar muy bien, pese a sus limitaciones al hablar. Con tres pesos, Canal 13 y luego Imevisión hacían pedazos a Televisa en el rating de eventos como Mundiales de futbol y Juegos Olímpicos, en los que innovó presentando a cómicos como Andrés Bustamante y Víctor Trujillo, además de presentar piezas culturales y de viaje, que luego copió la otra empresa, a la que yo detestaba antes de ser periodista. Qué ironía, la mayor parte de mi vida profesional (siempre estaré agradecido) está ligada a la empresa de Chapultepec 18, desde Editorial Televisa (Soccermanía), Televisa Deportes, TDN o Univisión.

Criterio propio

Cuando comencé a trabajar en Reforma en 1996, José Ramón era columnista de la sección deportiva del diario. Sus artículos aparecían dos veces por semana y muchas veces a mí me tocaba transcribirlas cuando llegaban por fax. Después, uno de sus colaboradores llamaba a la redacción para que se las leyera punto por punto, coma por coma.

La única vez que platiqué personalmente con José Ramón fue en febrero de 1998, cuando Miguel Padilla y yo íbamos a entrevistar en su oficina de TV Azteca a Jorge Valdano. Sarcástico y burlón como es en la pantalla, cuando entramos a su lugar de trabajo me miró y le dijo a mi jefe: “Eh, Padilla, ¿desde cuándo el Negro Santos trabaja en Reforma?”

También recuerdo el berrinche que montó cuando el diario contrató a Raúl Orvañanos como columnista. Puso su renuncia sobre la mesa. Después de varias charlas con los directivos se quedó con la promesa de tener otro espacio que no fue otra cosa que “Del escritorio de José Ramón”, un comentario con diseño de post it que aparecía arriba de la página de Futbol en Cifras. El encargado de llamarle para que le dictara su editorial era un auxiliar de redacción que sufría cuando el periodista le mentaba la madre al América, al algún técnico u otro comentarista.

- ¿Qué hago?, preguntaba mi compañero.

- Llámalo otra vez, le respondía. Y así hasta que José Ramón estaba conforme con su comentario. Muchas veces nos matábamos de risa.

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Ya como parte del medio periodístico tuve noticias del maltrato que ejercía sobre algunos de sus subordinados y también de la manipulación de que era capaz para defender sus intereses, como cuando Pumas cambió de televisora, que incluso causó una discusión muy fuerte en una reunión familiar.

En 2007, Editorial Planeta me hizo llegar un ejemplar de “Mi pasión. Una vida dedicada a la comunicación y al deporte”, que leí con gusto, pero sin el apasionamiento de la primera vez. Hace ya varios años que José Ramón dejó de ser un referente periodístico para mí, pero en tiempos aciagos para el periodismo en general y para la narración deportiva, no puedo dejar de recordar aquella caracterización que hizo en su primer libro, cuando definió a algunos narradores como “animadores de partidos”. Hoy la mayoría, trabajen en la cadena que sea, entran dentro de esa categoría.

“En qué carajos está el periodismo deportivo que las grandes notas del año son si (André) Marín y (David) Faitelson se fueron a Televisa, o si se pelearon David y Joserra”, me comentó Miguel Padilla cuando le pregunté su opinión acerca de la guerra de declaraciones que sostuvo Fernández con el polémico conductor de TUDN esta semana.

Un periodista también puede tomar partido y yo ya lo hice. Con José Ramón Fernández siempre voy a estar agradecido porque fue una inspiración cuando decidí dejar la ciencia política para tomar el camino del periodismo de deportes. También le agradezco su tiempo y sus palabras para “Dos en el área: la biografía de José Luis Lamadrid”, el libro que coescribí con Hugo Carreón. ¡Por las buenas y por las malas, gracias José Ramón!

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