El sonido y el público en los deportes después de la pandemia
Gran Angular

Periodista interesado en medios, contenidos, periodismo y cultura. Colaborador, reportero y editor con experiencia en medios impresos, electrónicos y digitales. Maestro en Periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE. Beca Gabo en Periodismo Cultural y Cine 2014 y 2020. También habla mucho de cine. 

El sonido y el público en los deportes después de la pandemia
4 de febrero, 2022. Siluetas de saltadores de esquí hechas con luces de neón durante la ceremonia. Foto: Salvatore Di Nolfi / EFE / EPA

Volví a pensar en este tema cuando durante una sesión clasificatoria de patinaje artístico de los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, los sonidos de fondo, las reacciones y exclamaciones de un supuesto público no correspondían con las imágenes en vivo que mostraban a un puñado de entrenadores y un grupo poco numeroso de otros atletas en las gradas. 

Parte intrínseca de la experiencia deportiva, para atletas y público, ya sea como espectáculo presencial o como oferta de entretenimiento a distancia, es el sinigual y específico sonido que se genera en estos eventos. 

A estas alturas ya todos estamos conscientes de lo mucho que la pandemia vino a alterar todo tipo de hábitos de consumo y formas de trabajo (entre otras muchas cosas), y el mundo del deporte no ha sido la excepción. Tanto para los deportistas como para el público, los estadios vacíos se convirtieron en terrenos de exploración y descubrimiento de nuevas formas de interacción o de vivir nuestras pasiones o fanatismos.

Empecé a notar estas sutiles pero significativas diferencias en la segunda mitad de 2020, cuando la Premier League de Inglaterra regresó a la actividad sin asistentes en los estadios. Mi primera reacción de espectador/televidente futbolero fue que gracias a la ausencia de público podía escuchar como nunca, desde mi casa, las interacciones, conversaciones y charlas al interior de la cancha entre jugadores, entrenadores y árbitros. 

Súbitamente me descubrí en una intimidad deportiva que solo podrían apreciar, y limitadamente, quienes iban a los estadios y se encontraban cerca de la cancha. Fue algo interesante y atractivo para mí como amante del futbol y como curioso profesional de estos fenómenos de comunicación y en medios. Unas semanas después, estas transmisiones de los partidos de futbol de la liga inglesa comenzaron a incluir una pista de audio que integraba a un público inexistente. Había una disociación natural entre lo que se veía (un estadio vacío) y lo que se escuchaba (reacciones y murmullo de estadio lleno). También entre lo que se escuchaba en la transmisión y lo que se veía en la pantalla.

Pero eso estaba lejos de ser el final de la historia. Conforme avanzaban las semanas, y a pesar de que el público no regresaba a los estadios, los sonidos de fondo comenzaron a ser más precisos y reaccionaban mejor a las jugadas y situaciones que veíamos en la pantalla. Como en los videojuegos. 

No tardé en confirmar, como lo explica este artículo, que esto se debía a un trabajo de producción que precisamente utilizaba inteligencia artificial tomada del mundo de los videojuegos para integrar sonidos de fondo más adecuados y que correspondían a ciertas situaciones en la cancha.  

Esto ha venido ocurriendo en muchos deportes a lo largo de los últimos dos años. Desde los mencionados sonidos de fondo hasta las siluetas de cartón en las gradas o las pantallas en los asientos que muestran a fans y espectadores desde sus casas. Sin embargo, el primero de estos recursos tecnológicos antes descritos no fue parte de lo que vimos y escuchamos en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021.

Más allá del impacto que pueda provocar en nosotros como espectadores o en los medios que transmiten competencias deportivas y que han debido reaccionar a cómo ofrecer su contenido con estos elementos que se habían perdido y que pueden (o no) enganchar con la audiencia y sus expectativas o preferencias para disfrutar un partido de lo que sea vía televisión o streaming, también los deportistas se han visto afectados por esta situación. 

La revista Scientific American publicó en julio de 2021 que los Juegos Olímpicos sin fans están perjudicando el rendimiento de los atletas. El artículo señala que “desde la perspectiva de los psicólogos deportivos, unos Juegos Olímpicos sin fanáticos son un experimento científico de la vida real que está ayudando a los investigadores y médicos a descifrar el verdadero impacto de una multitud de fanáticos en los atletas y en los espectadores en casa.” 

El artículo retoma el caso de la afamada gimnasta estadunidense Simon Biles, quien aseguró en una entrevista al Washington Post que “han sido realmente estresantes estos Juegos Olímpicos. Solo como un todo, no tener una audiencia. Hay muchas variables diferentes que intervienen”. Más adelante, Biles decidió no participar en la competencia individual de gimnasia.

El tema da para mucho más y se extiende hacia interesantes reflexiones y consideraciones en el campo de la psicología y de la evolución de medios, como se puede apreciar, por ejemplo, en artículos como 3 mil 600 micrófonos y contando, cómo es creado el sonido de los Juegos Olímpicos del sitio Fast Company o en La psicología del sonido falso de público, post del Departamento de Psicología y Ciencias Conductuales de la London School of Economics and Political Science. 

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