El centro del debate
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

X: @JoseiRasso

El centro del debate
Foto: Alexa Herrera / La-Lista

Me parece soberbio afirmar cuál es el verdadero centro del debate en un país que se desmorona en pedazos cada vez más pequeños. En tragedias desmembradas difíciles de identificar. En cuerpos democráticos denostados por todas partes. En daños estructurales imposibles de cuantificar. En tormentas de arena que borran los caminos, que asfixian de malas noticias, que entierran vidas y construyen sobre pantanos.

Entonces, ¿cuál debe ser el centro del debate?

No es secreto que México es una fuente de injusticias que parece inagotable. No existen primeras planas que tengan el espacio para tantos encabezados. Siempre existirá un asunto ignorado, desechado o, peor aún, normalizado.

Una sola de las noticias que día a día leemos desde la tranquilidad de nuestra casa tiraría gobiernos en otras partes. Sacaría a millones de personas a las calles y generaría tal indignación que la renuncia del funcionario público sería lo mínimo aceptado.

¿Cuál es entonces el tema que debemos subrayar?

La respuesta es que no existe un solo evento cuando la impunidad es la que escribe. Cuando todas las flechas de injusticia tienen el filo suficiente para dar en el objetivo. Cuando cualquier bala perdida da en el blanco.

El desabasto de medicamentos es el centro. Los más de 100 mil homicidios y las desapariciones son el centro. El ataque a libertad de prensa no será noticia de última hora, pero es el centro. Cada uno de los periodistas asesinados son el centro.

Cada una de las mujeres violentadas debe ser la voz más alta en cada noticiero. Cada paso migrante debe ser visibilizado en los medios. Cada embate contra la democracia debe ser el tema del día.

Cada desplome de la economía debe ser transparentado sin maquillaje ni retórica. Cada ataque al conocimiento y a la ciencia debe ser un estandarte. Cada pobre debe ser un discurso. Cada conflicto de intereses debe ser el centro.

Las pésimas políticas educativas deben llenar los puestos de periódico. Los evasores de impuestos deben estar en cada marquesina. El avance del militarismo debe ser un escándalo. La falta de asignación de presupuesto debe ser un grito y el exceso de mortalidad a causa de las malas decisiones durante la pandemia debe ser una sentencia.

¿Entonces dónde enfocar nuestra mirada?

Quizá la respuesta es que no debemos guiarnos por la marea más fuerte, sino por el cauce que lleva a la justicia.

No debemos entonar un solo coro de lo que no creemos. Debemos salir de nuestra caja de resonancia y reflexionar antes de actuar. No todos somos Hugo ni todos somos Loret, todos tenemos un acento distinto.

No debemos ser el eco de otras voces sin saber lo que estamos apoyando.

El centro no debe ser convertirse en tendencia en las redes sociales, sino en lograr que cada causa sea visibilizada más allá de la etiqueta de la semana. Que cada exigencia colectiva sea escuchada y el linchamiento mediático no sea el trofeo que nos dé la sensación de justicia.

No te sumes al rebaño de protestas sin cuestionar las pancartas que defienden. No acotes el debate. No desprecies las causas que parezcan impopulares. No simplifiques los temas relevantes.

La propuesta debe ser la construcción, no la destrucción por pensar distinto. No hagas de los espacios críticos un foro para apagar las voces de los otros.

No olvides que ya somos un país violentado desde cada esquina del poder. Una sociedad polarizada con distintas injusticas a la espalda. Con diferentes contextos, soluciones y corresponsabilidades del México que vivimos.

No dejemos que el centro de la discusión pública la definan otros. No le demos énfasis solamente a los temas de moda. No dejes que tu encabezado se vaya al fondo de la nota.

No permitas que la agenda se dicte desde Palacio Nacional. El centro son los datos.

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